Política

Núñez Feijóo retrata a Sánchez y la impostura

Dos no hablan ni acuerdan algo si uno no quiere y Sánchez ha convertido en un timbre de su mandato desoír lo que provenga de la oposición

En una sesión de control en las Cortes hay un margen limitado y ceñido reglamentariamente para que los oradores no ofrezcan mucho más que una fugaz instantánea de esgrima parlamentaria. En ese lapsus hay que manejar con destreza el mensaje y las ideas fuerza, breves siempre, y afilar el destello de la retórica para extraer alguna ventaja y dejar la impronta en un escenario encorsetado en el que los menos dotados se desempeñan y evitan desafueros con réplicas ya escritas y sujetas al guion previsto sin siquiera conocer la intervención del oponente. El primer cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en el Senado ha sido en ese sentido canónico, aunque nunca irrelevante al menos en lo que significa ese primer asalto de tanteo y estudio en un pugilato que se prolongará. Ambos eran expertos en estas lides de cruzar guantes dialécticos, si bien en terrenos dispares por singulares, la política gallega en el caso del líder del PP. Núñez Feijóo ya sabía cómo se las gasta Sánchez y con seguridad lo que cabía aguardar no solo de una sesión de efímero alcance, sino de su relación con el inquilino de La Moncloa. En las conferencias de presidentes autonómicos durante la pandemia del coronavirus pudo experimentar y padecer el grado de credibilidad del presidente y su inapreciable voluntad de acuerdo y transacción al menos con las administraciones populares. En estas semanas como líder del PP ha constatado que todas aquellas desasosegantes impresiones han quedado confirmadas y que la mano tendida con la que ha llegado a Génova 13, que pasa por ser una posición seria y diligente, está condenada a ser un motor de frustraciones. Dos no hablan ni acuerdan algo si uno no quiere y Sánchez ha convertido en un timbre de su mandato desoír lo que provenga de la oposición y abortar toda relación que no esté sujeta al sometimiento y aceptación de sus planes. Con sus primeras palabras en el pleno del Senado, Núñez Feijóo enfocó con eficacia dos aspectos críticos y vulnerables de Sánchez: su calamitosa gestión económica y la inflación, que han empobrecido a los españoles, y su alianza Frankenstein, representantes de la política antisistema y extremista y contrarios a la España constitucional. Además de conveniente, insistir sin desmayo en esa anomalía democrática es un deber. Ofreció a sus parlamentarios para «sumar y construir», convencido con seguridad de la respuesta: «Ustedes solo estorban», en palabras de Sánchez. Ni cumplen la Constitución, ni pactan nada a diferencia de sus socios comunistas, separatistas y bilduetarras y gobiernan y se entienden con la ultraderecha, con Vox, fueron los puntapiés contra Feijóo. Despreció sin pudor iniciativas como devolver a las rentas medias y bajas los 4.000 millones de euros recaudados de más y bajar al 5% el IVA de los hidrocarburos, entre otras para socorrer a los hogares y a las empresas. Al contrario, Sánchez se jactó de hitos económicos y de preservar los derechos sociales. Es el discurso de la impostura.