El Euroblog

Bruselas para los pies a Orban

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La Comisión Europea se enfrentaba el martes al duro reto de condenar la deriva autoritaria de Hungría evitando que el Gobierno ultranacionalista de Viktor Orban apareciera como una víctima. El Colegio de Comisarios quería evitar a toda costa el error que la UE cometió sancionando a Austria en el año 2000 por la presencia en su Gobiernos del partido ultra de Jörg Haider. La decisión dio entonces alas al FPÖ en un país que no quería ser gobernado desde Bruselas.

Ahora, en cambio, esgrimiendo su papel de guardiana de los tratados, la Comisión abrió tres procedimientos de infracción contra Budapest por sus cuestionadas leyes que limitan la independencia judicial, del Banco Central y de la oficina de protección de datos. "La decisión que hemos tomado es un ejemplo de nuestra determinación de garantizar el pleno respeto de la legislación comunitaria y un entorno jurídico estable en todos los Estados miembros", explicó José Manuel Durao Barroso.

Y es que Budapest, que tiene un mes para ajustar su legislación si no quiere verse ante el Tribunal de Justicia de Luxemburgo, tropieza de nuevo con la misma piedra. Hace ahora un año, coincidiendo para más inri con su Presidencia de la UE, el Gobierno magiar ya fue objeto de crítica por una polémica ley de medios que se vio obligado a modificar más tarde.

Para Orban, un dirigente ultraliberal en lo económico y ultranacionalista en lo político, Hungría es víctima de una conspiración de la Prensa europea de izquierdas, que quiere dictar a su Gobierno la política que tiene que seguir. Pero, ¿y Estados Unidos? ¿Acaso es Hillary Clinton una peligrosa izquierdista cuando critica la deriva autoritaria de Hungría y baraja retomar las emisiones de la radio Free Europe?

Incluso trece disidentes que, como el propio Orban, combatieron el comunismo critican que la "sociedad húngara no sólo es víctima de la crisis económica, sino también de su propio Gobierno". Un Gobierno que, gracias al inmenso poder que le dieron los electores en las urnas en abril de 2010, se cree con la autoridad de modificar la Constitución y la ley electoral en su propio beneficio. De ahí que Barroso alertara de que "al margen de los aspectos jurídicos se han mostrado ciertas dudas sobre la calidad democrática del país. Insto a las autoridades húngaras a que respeten los principios de la democracia y a que restablezca las relaciones con la sociedad civil".

Durante su comparecencia ayer en Estrasburgo, no obstante, el líder conservador húngaro trató de mostrarse conciliador al reconocer que "en un cambio tan profundo de todo el sistema constitucional es normal que surjan algunos problemas y dudas", que prometió que serán resueltos de manera "rápida y eficaz". ¿Será verdad o tendrá Bruselas que dar otro tirón de orejas al Gobierno magiar? Con una izquierda desprestigiada por su mala gestión económica en el anterior Gobierno y una ultraderecha antieuropea en ascenso, aún no existe una alternativa realista al denostado Orban, que lo sabe y se aprovechará de ello en su pulso con la UE.

pgarcia@larazon.es