El Euroblog

¿Dónde está lady Ashton?

La Razón
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Quince días después de haberse producido el devastador terremoto de Hiatí, la flamante "superministra"de Asuntos Exteriores europea, la laborista británica Catherine Ashton, no ha pisado el país caribeño. Tampoco acudió a Montreal el lunes para participar en la cumbre de "amigos de Haití". ¿Una tragedia que se ha llevado por delante al menos 150.000 vidas no es suficiente para que "Mrs. Pesc"haga acto de presencia?

A penas unas semanas después de que el esperado Tratado de Lisboa haya entrado en vigor, los Veintisiete continúan siendo incapaces de mostrar una imagen de unidad. Si bien es verdad que la UE ha aportado 400 millones de euros en ayuda y ha enviado 300 policías para coordinar su reparto, la sensación general es que las nuevas autoridades europeas no han estado a la altura de lo que corresponde al primer donante internacional de ayuda al desarrollo. Ante las críticas de los eurodiputados, lady Ashton se ha limitado a responder que "yo no soy ni bombero ni policía".

España, como Presidencia de turno de la UE, ha tenido que asumir el papel que, en teoría, le correspondía a la Alta Representante. Tanto a Haití como a Montreal fue la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, quien representó a los Veintisiete, lo cual no está mal, pero mantiene las prácticas comunitarias tradicionales. El nuevo tratado creó las figuras del Alto Representante y el presidente permanente para evitar que los dirigentes europeos en la escena internacional cambiaran cada seis meses. Ashton y Van Rompuy han sido elegidos, precisamente, para dar continuidad a la política europea, no para quedarse en Bruselas y no pisar las zonas de conflicto.

Mientras Europa dudaba, Estados Unidos ha vuelto a protagonizar todos los informativos del mundo con su espectacular despliegue militar en Puerto Príncipe. Las críticas a su hegemonía son una mera excusa para ocultar las debilidades europeas. Como en crisis precedentes, Europa paga las facturas y Estados Unidos se lleva la gloria. Mientras la UE no quiera cambiar las cosas, seguirá siendo un gigante económico y un enano político. La sugerida creación de una fuerza de intervención rápida europea para situaciones de emergencia sería un paso de gigante para acabar con esta maldición.