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Egipto y la tardía reacción europea

La Razón
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Hubo que esperar una semana para que los ministros de Exteriores de la UE pactaran una declaración sobre la crisis egipcia, efecto dominó de la revuelta tunecina. Aunque los cancilleres instaban al régimen de Hosni Mubarak a negociar con la oposición una transición pacífica que concluyera en elecciones libres, nada se dijo sobre el futuro del presidente, cuya dimisión reclaman en la calle los manifestantes. A excepción de Berlusconi, que calificó al "rais"como un "hombre sabio", los demás líderes europeos evitan referirse a Mubarak para evitar ser acusados de injerencia en la política interna egipcia. Los egipcios son dueños de su futuro y, por tanto, a ellos les correponde decidir qué camino han de tomar.

Incluso Estados Unidos, que tiene en el "rais"egipcio uno de sus principales aliados en la zona, fue más allá y pidió abiertamente un rápido proceso de transición que no sea pilotado por Mubarak, cuyo tiempo, según Obama, "ya ha acabado".

Para no ser más tibia que Washington, la diplomacia europea, de la mano de Lady Ashton, se vio obligada días después a endurecer su actitud e instar al "faraón egipcio"a "actuar lo antes posible".

Sin embargo, para los "grandes"países de la UE, las declaraciones de la Alta Representante no deben ser suficientes, pues ayer jueves Alemania, Francia, Italia, España, Alemania y Reino Unido enviaron un mensaje conjunto a las autoridades egipcias. "Sólo una transición rápida y ordenada hacia un Gobierno con una representación ampliada permitirá superar los desafíos que Egipto ha de encarar hoy. Estos procesos de transición deben comenzar de inmediato", se puede leer en la breve misiva.

Pero las Revolución del Nilo, que hoy viernes entra en su undécima jornada, puede llevarse por delante algo más que al "rais"egipcio. La Unión por el Mediterráneo (UpM), el jueguete ideado por Nicolas Sarkozy para vincular a ambas orillas del Mare Nostrum, está a punto de saltar por los aires, si es que no lo había hecho ya por su inoperancia. La UpM, heredera del Proceso de Barcelona, está copresidida, curiosamente, por el ahora denostado Mubarak y alberga a otros muchos autócratas de la región. Tal vez las crisis de Túnez y Egipto y las que puedan llegar en el futuro sean la mejor oportunidad para que Europa rediseñe sus relaciones con el Magreb y Oriente Medio. Una nueva estrategia en la que los derechos humanos y el respeto a los valores democráticos deberían tener el mismo peso que el desarrollo económico y la estabilidad geoestratégica.