El Euroblog

Refundar Europa para salvar el euro

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Nos encontramos en medio de una semana crucial para el futuro de la moneda única y la Unión Europea. Tras dos años del estallido de la crisis griega, a Europa se le agota el tiempo. Ya no bastan acuerdos de mínimos que nunca llegan a cristalizarse por falta de voluntad política. Sólo un mensaje inequívoco espantará a los especuladores, que como halcones apuestan por el fracaso de la moneda única.

Lo cierto es que hasta ahora el euro no ha sido un fracaso, sino todo lo contrario. Como recuerda el ex canciller alemán Helmut Schmidt, la divisa europea "tiene mayor estabilidad que el dólar estadounidense y en sus diez años de existencia es más estable que el marco alemán en sus últimos diez años". Ante el congreso del SPD, el dirigente socialdemócrata de 92 años le recordó con toda lógica a Angela Merkel que el superávit germano es resultado de los déficit de otros países. Es decir, que la economía alemana ha crecido más que sus socios porque se ha beneficiado más que nadie de la moneda común.

Por otra parte, la crisis de la deuda soberana ha puesto en primer plano las debilidades de la Unión Económica y Monetaria (UEM), que en 1999 estableció una política monetaria común para un conjunto de países con políticas fiscales y económicos dispares. De ahí que la iniciativa franco-alemana se centre precisamente en avanzar hacia una unión presupuestaria y fiscal.

Merkel y Sarkozy proponen reforzar la austeridad y castigar a quienes no cumplan sus compromisos de deuda (60% del PIB) y déficit (3%). Sin embargo, una cosa es predicar y otra es dar trigo. Nadie duda de que es necesario sanear las cuentas públicas de todos los Estados, pero fueron precisamente París y Berlín quienes hace diez años se saltaron el Pacto de Estabilidad, que también prevía sanciones.

De llavarse a cabo, la iniciativa de "Merkozy"supondrá un paso importante en la integración europea, lo que debe ser aplaudido en sí mismo. El hipotético tratado obligaría a que los Estados miembros cedieran parte de su soberanía para que, por ejemplo, se puedan fiscalizar los Presupuestos nacionales antes de que éstos pasen al Parlamento. Además, sería el Tribunal de Justicia de la UE el que establecería las sanciones a los países que violen las reglas.

Como Gran Bretaña ya ha amenaza con dar la batalla y volver a poner palos en las ruedas del procso de construcción europea, Merkel y Sarkozy ya han advertido que, de no ser posible un acuerdo a 27, se recurrirá a un acuerdo entre los 17 miembros de la eurozona, abierto a todos aquellos que quieran sumarse. Algo similar ocurrió con el Acuerdo de Schengen, convertido hoy en uno de los mayores hitos de la integración europea.

Tal vez sólo entonces, cuando todos hagan profesión de fe de la austeridad que predica Berlín, Merkel acepte los eurobonos. Mientras, hasta que eso ocurra, advierte de nuevo Schmidt a su sucesora en la Cancillería, "nosotros los alemanes no tenemos muy claro que probablemente durante varias generaciones persistirá una desconfianza latente entre todos nuestros vecinos".

pgarcia@larazon.es