El Euroblog

Sarkozy y Merkel reabren la caja de pandora

La Razón
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Cuando aún no lleva un año en vigor el Tratado de Lisboa, los Veintisiete decidieron en la Cumbre del jueves pasado reabrir el texto para reforzar la disciplina presupuestaria de la zona euro. El presidente Herman Van Rompuy deberá presentar en diciembre en qué consistirá esa "revisión limitada", pero, mientras tanto, crecen las dudas sobre la conveniencia de reabrir un texto que tanto tiempo y esfuerzo costó para que fuera ratificado por todos los Estados miembros.

Tras una década de interminables discusiones institucionales que alejaron a la UE de los ciudadanos, se pensaba que los líderes europeos empezarían a desarrollar las herramientas que Lisboa incorporaba, como el Servicio de Europeo de Acción Exterior (SEAE) o la iniciativa legislativa popular. Pero no ha sido así. El eje franco-alemán ha vuelto a imponer su ritmo al resto para que crisis financieras como la de Grecia no vuelvan a poner en peligro la estabilidad del euro.

En principio, nadie se opone a poner negro sobre el banco el fondo de rescate de 850.000 millones de euros acordado en mayo pasado por los Veintisiete para que la eventual suspensión de pagos de un país no arrastre al resto.

En cambio, es más discutible la intención de Berlín y París de imponer sanciones a aquellos países que no cumplan los criterios de déficit y deuda pública bajo la amenaza de perder su derecho de voto en el Consejo. Algo considerado inaceptable por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. Al final, Berlín debe contentarse con las sanciones económicas que ya proponía el incumplido Pacto de Estabilidad.

Resulta, en cualquier caso, curioso e incluso cínico que Francia y Alemania, que incumplieron el Pacto de Estabilidad entre 2003 y 2005 sin ser sancionados por ello, vuelvan a la carga con el tema. Es al canciller Angela Merkel quien más se juega en esta batalla. Busca extender a la esfera europea la disciplina presupuestaria que le exige su Constitución. Berlín no renunció a su poderoso marco para ser arrastrado por el despilfarro de los países mediterráneos.

Más allá de la conveniencia de la reforma del texto comunitario, muchos países ven con temor que se reabra el siempre incierto proceso de ratificación de un tratado. ¿Qué pasará si Irlanda, uno de los países en el punto de mira de Alemania por su déficit público excesivo, sometiera a referéndum Lisboa por tercera vez? ¿Y si algún otro país o grupo de países aprovechara la ocasión para introducir sus propias demandas en otros campos? ¿No están esperando la ocasión propicia el checo Vaclav Klaus o los "tories británicos?