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Una reconciliación nacida de la tragedia

La Razón
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Un capricho de la historia. El accidente aéreo que el sábado costó la vida al presidente polaco, Lech Kaczynski, y a otras 95 autoridades en la localidad rusa de Smolensk está contribuyendo a cerrar viejas heridas entre Polonia y Rusia.

Desde que se conoció el trágico suceso, las autoridades rusas se han volcado con Polonia dejando atrás viejas rencillas. El primer ministro, Vladimir Putin, se dirigió inmediatamente al lugar del accidente para dirigir las operaciones y abrir una investigación. Las imágenes de televisión mostraron a un Putin apesadumbrado que se fundía en un abrazo con su homólogo polaco, Donald Tusk. Mientras, el presidente Dimitri Medvedev transmitió por televisión el pésame a los ciudadanos polacos y declaró el lunes día de luto nacional. Algo insólito al tratarse de un dirigente extranjero.

Varsovia ha recibido con enorme gratitud que el Gobierno ruso organizara la llegada de los familiares, alojamientos, atención psicológica y el reconocimiento de los cadáveres. La población también ha mostrado su solidaridad inundando de flores la Embajada polaca en Moscú. Incluso una televisión rusa emitió en horario de máxima audiencia la película "Katyn", en la que el realizador polaco Andrej Wajda recuerda cómo 22.000 oficiales e intelectuales polacos fueron asesinados a sangre fría por la policía secreta de Stalin en la primavera de 1940.

"Si el accidente de Smolensk ha dejado algo positivo es la actitud de Rusia, su cooperación en los momentos difíciles y la solidaridad de Putin", declaró a la agencia Efe Maciej Knapik, analista de la cadena de televisión TVN24. En este sentido, en las páginas del diario "Gazeta Wyborcza"se podía leer que "es una paradoja, pero la tragedia de Smolensk es la oportunidad de unir nuestras naciones como nunca antes".

Para el diario ruso "Nezavissimaïa Gazeta", el presidente polaco "ha muerto yendo a la celebración del 70º aniversario de la matanza de Katyn tras la ceremonia fúnebre oficial que había reunido a Tusk, adversario interior de Kaczynski, y Putin, su adversario en política exterior". "Para superar el espantoso simbolismo del pasado, es preciso tener paciencia y prestarse un máximo de ayuda mutua. Y esta atención debe venir en primer lugar de Rusia", concluye el diario.

Por segunda vez en la historia polaca, Katyn es sinónimo de tragedia. Pero tal vez esta vez la localidad entre Rusia y Bielorrusia pueda representar el primer paso hacia la tan deseada reconciliación ruso-polaca. Ambos países deben sentarse juntos a reflexionar sobre su historia común para evitar que vuelva a repetirse. A la postre, tanto el pueblo ruso como el pueblo polaco fueron víctimas de la represión estalinista.