Elecciones generales
Casi 900.000 votantes de PP y PSOE dudan si votar a Ciudadanos
Casi 900.000 votantes indecisos de PP y PSOE dudan, a quince días del 20-D, si apoyar finalmente a Ciudadanos, que tiene a 661.596 previsibles votantes sopesando aún si respaldar a Rajoy, según un estudio de NC Report para LA RAZÓN basado en el sondeo del CIS
►Entre los 686.344 indecisos del PSOE hay más que se inclinan por votar a Ciudadanos que a Podemos. ►De los votantes que se plantean apoyar a Rivera pero aún no lo han decidido, más del 58% podría votar a Rajoy
La incertidumbre de estas elecciones da más relevancia que en otras ocasiones al voto indeciso. Un estudio de NC Report, tomando como base la letra pequeña del último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado esta semana, establece que la disección de las preguntas sobre intención de voto lleva a que el porcentaje de indecisos, descontando a los que no van a votar, está realmente en torno al 20,2 por ciento. Sobre el total del censo español, que es de 36.510.962 votantes, el 20,2 por ciento de indecisos representa la cantidad de 7.391.588 electores dubitativos, que no manifiestan todavía su intención de voto o simpatía hacia ningún partido cuando quedan ya solo 15 días para la votación. Por colectivos electorales, el PP arranca la campaña con un 11,9 por ciento de sus votantes de 2011 que siguen sin tener definido su voto, es decir, 1.293.121. El porcentaje de indecisos entre los votantes del PSOE de hace cuatro años es del 9,8 por ciento (686.344); y el de IU, el 8,8 por ciento (148.372).
De este colectivo, los votantes del PP que dudan sobre si dar su voto a C’s asciende a 661.596. Y a la inversa, resulta más significativo que el 58,9% de los 1,1 millones de votantes indecisos del partido de Rivera se plantee votar a Rajoy.
De aquella mayoría absoluta histórica que consiguió el PP hace cuatro años, más de medio millón de votos, 541.307, todavía no tienen claro si volver a apoyar al PP o inclinarse por el PSOE. Los populares consiguieron una victoria sin precedente en 2011 gracias a la movilización masiva de sus votantes tradicionales, pero también por ganarse voto del centro y de anteriores votantes socialistas desencantados con la gestión económica de José Luis Rodríguez Zapatero. En el caso de los votantes socialistas de 2011, los que se están pensando la fuga al partido de Albert Rivera llegan a 195.179, un 28,4% del total de sus indecisos, por encima del 24,1% que duda si dar su voto a Podemos (165.152). El PSOE está perdiendo apoyos por los dos flancos, derecha e izquierda.
Los indecisos con Rivera superan el millón, y se debaten entre PP, PSOE y UPyD. Mientras que la bolsa de indecisos que afecta a Podemos no llega al medio millón. Y los porcentajes más altos en este caso son los que miran también al PSOE y a IU.
Esta radiografía del voto indeciso la tienen muy presente en los cuarteles generales de los cuatro partidos entre los que se juega la batalla electoral del 20-D. Y hace que todos miren con más intensidad si cabe al teórico centro político. La teoría electoral sostiene que los indecisos son en parte abstencionistas potenciales. Que han podido aumentar en estos comicios por la aparición de nuevas opciones y la menor información que se tiene sobre ellas. Lo normal es que los que finalmente voten, lo hagan como los que ya lo tienen decidido: no tienen un comportamiento electoral propio, eligen tarde, pero eligen lo mismo que los que se han decidido antes. Por eso, hasta ahora, no han alterado sustancialmente los pronósticos.
Pero éstas son unas elecciones excepcionales. Todos los sondeos las dejan marcadas con la incertidumbre sobre lo que pueda ocurrir el día después de la votación. Hay una nueva realidad política y, sin duda, habrá un escenario político radicalmente distinto al actual en la próxima Legislatura. Esta situación excepcional hace que los expertos de los partidos concedan más importancia de la habitual a los debates televisivos. Todavía siguen sin considerarlos decisivos, pero creen que pueden influir en esa bolsa de votantes que dudan. De hecho, los cuatros principales actores los han hecho y los preparan pensando en ellos.
Esto explica, por ejemplo, la diferente estrategia de los dos partidos tradicionales. Rajoy no tiene nada que ganar en el debate a cuatro ni creen en su partido que su candidato puedan arañar votos del cambio. Por eso Rajoy ha optado por una campaña a su medida, sin someterse a riesgos innecesarios, y dirigida al votante más tradicional del PP, donde también hay una bolsa importante de abstención según se ha comprobado en las elecciones celebradas en esta Legislatura. Pero en el comité de campaña de los populares sí han considerado que la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, tiene un perfil para entrar en esa lucha en la que compiten PSOE, Ciudadanos y Podemos por el voto de centro, que quiere renovación y que está desencantado.
Todos creen que están ante la campaña más abierta de la democracia. El PP da por hecho que será el ganador y Rajoy cree que para conservar ese liderazgo lo más importante es no cometer errores en el objetivo de agrandar la distancia con sus rivales. Al PP le preocupa la caída del PSOE. El discurso oficial es el contrario, el de seguir sosteniendo la tradición de que los socialistas son su principal rival. Pero sus análisis advierten de que una caída en picado del partido de Pedro Sánchez confirmaría a Ciudadanos como la alternancia, y con Rivera en la segunda plaza, la investidura de Rajoy sería mucho más difícil. Con Rivera en la segunda plaza, en Génova dicen que dan por descontado que intentará ser el futuro presidente del Gobierno. Mientras, los socialistas no han sido capaces de encontrar su sitio bajo la presión de C’s y Podemos, y cruzan encuestas para ver si de una manera o de otra serán capaces de tocar poder. De cumplirse los pronósticos de los sondeos, la salvación de Pedro Sánchez está en la misma jugada que en las autonómicas y municipales, en conseguir que el PP no gobierne. Pactando con Podemos o con Ciudadanos, o con todos. Este lunes se librará una de las principales batallas electorales de esta campaña por el voto de los indecisos en el debate a cuatro que emitirán Antena 3 y La Sexta, organizado por Atresmedia.
El presidente de C’s defendió en Mallorca, su primer acto de campaña, su proyecto de unidad e ilusión para España, marcando distancias con un PP «que se agota» y con un líder del PSOE que, dijo, quiere «derogar absolutamente todo». Rivera, que llenó el Teatro Trui, aseguró que los españoles «están hartos de bandos, de rencores y de juego socio» y reivindicó que C’s es capaz de «gobernar la empresa más importante de España, que es España».
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