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Alfonso Alonso: un «sorayo» sensato y saludable
De total confianza de Soraya, pero también de Rajoy, su nombre estaba cantado como aspirante a lendakari.
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Nunca tuvo reparos en admitirlo: soy un «Sorayo» puro. Desde que una tarde del año 2007 ella le llamó a Vitoria para ofrecerle trabajar a su vera en el Grupo Popular del Congreso, Alfonso Alonso Aranegui se convirtió en mano derecha de la hoy vicepresidenta del Gobierno. Había sido un magnífico alcalde de la ciudad alavesa, pero un pacto de los socialistas y el PNV se la arrebató. Fue entonces cuando Soraya Sáenz de Santamaría pensó en este político vasco de pedigrí para traerle a Madrid. Trabajaron mano a mano en la oposición, la sustituyó como portavoz parlamentaria del PP en la Cámara Baja y se ganó la confianza de Mariano Rajoy para ser ministro de Sanidad. Hoy vuelve a Euskadi con aire fresco frente a tanto líder de vetusto nacionalismo y un Partido Socialista prácticamente inexistente. El linaje vasco corre por sus venas. Nacido en una influyente familia de Vitoria, su abuelo materno fue presidente de la Diputación de Álava y su familia materna procede de San Sebastián. Sobrino-nieto de tenistas emblemáticos como José María y Manuel Alonso Areyzaga, su padre, Ramón Alonso Verástegui, fue un pintor reconocido. Culto e ilustrado, se licenció en Filología Románica y Derecho, ejerciendo como abogado hasta que José Ángel Cuerda le tentó para la política. Entró en el PP y fue el alcalde más votado en Vitoria. Los cambios en el partido y la dimisión de Arantxa Quiroga le auparon a la presidencia del PP en el País Vasco y la entrada en el Gobierno tras la salida de Ana Mato como ministra de Sanidad. Allí logró pacificar un sector complicado con una labor abierta y dialogante.
De total confianza de Soraya, pero también de Rajoy, su nombre estaba cantado como aspirante a lendakari. Logró cerrar profundas heridas en el PP vasco tras la marcha de Jaime Mayor Oreja, María San Gil, Antonio Basagoiti o Arantxa Quiroga. Con su delgada silueta, aguileña nariz y afilada voz, este filólogo cuida las palabras y practica el diálogo. Como portavoz en el Congreso, se ganó el respeto de otros grupos parlamentarios y se convirtió en un perfecto enlace entre el Gobierno y el Congreso. Alonso aterrizó en Sanidad tras una controvertida gestión de Mato y calmó los ánimos con las autonomías, en un ministerio con casi todas las competencias transferidas pero polémico frente a los servicios sanitarios y farmacéuticos.
Casado y padre de cuatro hijos, es un hombre tímido y apasionado de la lectura. Su formación profesional le lleva a leer todas las noches a los clásicos en latín o griego, lenguas que domina, para disfrutar con Homero, Virgilio, Platón y tantos otros. Cuando puede, les gusta escaparse a las playas donostiarras y montar en bicicleta con sus hijos por los parajes vascos. Nadie puede negarle su profundo vasquismo de generaciones antiguas y su política a pie de calle, vecino a vecino, cuando fue alcalde de Vitoria. Como aspirante a lendakari, aportará un viento renovado muy necesario, tras dejar un buen recuerdo en Sanidad. Alfonso Alonso es un candidato sensato y saludable. Nunca mejor dicho.
Pilar Ferrer
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