Detroit
En busca del músico perdido
«Searching for Sugar Man», candidato al Oscar, cuenta cómo Sixto Rodríguez descubrió que era una estrella del rock veinte años después de lanzar su primer disco
La primera labor de un buen documentalista es encontrar una buena historia. La que se encontró Malik Bendjelloul no sólo era buena: tenía el misterio de la leyenda, el atractivo de la música de los setenta y un protagonista más singular si cabe que su vida misma. Sixto Rodríguez, como muchos en los años del hippismo, de Vietnam y de Woodstock, cogieron una guitarra para hacer poesía de las injusticias sociales, para exorcizar las penas de sus corazones maltratados. Apenas cinco años antes de que Rodríguez deslumbrara con sus letras y melodías en los bares de Detroit, los nuevos vientos de la música popular estadounidense comenzaban a soplar gracias a los «cantos rodados» de otro músico veinteañero, Bob Dylan.
El álbum que cruzó el océano
Sus carreras, sin embargo, no pudieron discurrir por derroteros más alejados. Mientras Mr. Zimmerman se convertía en el nuevo ídolo antibelicista, Rodríguez, producido no obstante por los mejores, pasaba completamente desapercibido en un país en plena eclosión de la reinvención musical. Seguramente no vendió más que un puñado de discos en Estados Unidos, pero uno de ellos cayó en las manos adecuadas. Se cree que una joven llevó su primer álbum, «Cold Fact» (1970), a Suráfrica, donde vivía su novio. «Searching For Sugar Man» cuenta lo que pasó después de que este vinilo cruzara el océano: Rodríguez se convirtió en una estrella en Suráfrica, donde vendió miles de discos, y se forjó una leyenda. Sus admiradores le creían muerto, mientras el músico se rompía la espalda trabajando de albañil en Detroit. Un buen día de los noventa, un periodista comenzó a hacerse preguntas sobre él y, ahora, más de cuatro décadas después de que publicara su primer álbum, Rodríguez da conciertos ante decenas de miles de personas en todo el mundo. «Fue difícil encontrar el tono sin que resultara cursi. Es como el cuento de la Cenicienta, y no quería caer en los clichés. La historia en sí misma es suficientemente poderosa», explica Malik Bendjelloul, director del documental. «Nos hicimos bastante amigos en poco tiempo. Le gusta hablar con la gente, pero no las cámaras ni de sí mismo porque no tiene nada de ego. La primera vez que lo vi no filmé nada. Volvía a Detroit cuatro veces durante cuatro años en los que sólo conseguía una entrevista de diez minutos cada vez», añade el realizador, que tras llevarse el Bafta al mejor documental, compite por el Oscar este domingo.
Sería fácil asegurar que Suráfrica cambió su vida, que este documental lo ha convertido en una celebridad. Lo cierto es que va de gira por todo el mundo y acompaña a Bendjelloul en los grandes acontecimientos que rodean el filme (todavía no sabe si acudirá a los Oscar porque actúa en Suráfrica dos noches antes). Pero no menos cierto es también que sigue viviendo en la misma casa alquilada por 50 dólares al mes y que nunca se compró un coche. «Creo que será recordado como un hombre independiente. Le preocupa la gente, no el dinero. Cobra por tocar, pero lo que gana se lo da a sus hijas porque él no lo va a gastar. Disfruta ayudando a la gente. Es un hombre libre. Resulta verdaderamente inspirador». Mr. Zimmerman, tome ejemplo.
EL DESCUBRIMIENTO
¿Cómo apareció?
En diciembre de 1994, cuando su primer álbum ya tenía 28 años, un admirador suyo, Stephen «Sugar» Segerman, y su amigo periodista Craig Bartholomew iniciaron una investigación sin siquiera sospechar que el músico que tanto admiraban estaba vivo. Sus pesquisas tuvieron como resultado no sólo su descubrimiento en Detroit, sino también su resurgir como músico. De hecho, en mayo, lo podremos ver en el Primavera Sound.
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