Coronavirus

Un país en movimiento

A pesar del estado de alarma, de millones de trabajadores confinados en sus hogares, los servicios esenciales están garantizados

SITUACIÓN EN SANTANDER
GRAF2214. SANTANDER, 26/03/2020.- Personal sanitario sale al exterior del hospital Marques de Valdecilla para agradecer los aplausos de los servicios de emergencias y la policía y recibir unas flores de la asociación de floristas por su trabajo en la lucha contra el coronavirus, este jueves en la capital cántabra. EFE/Pedro Puente HoyosPedro Puente HoyosAgencia EFE

Seamos sinceros, ningún país del mundo, ni entre los más desarrollados del planeta, tiene un sistema sanitario capaz de aguantar una avalancha de la magnitud provocada por el COVID-19. Vivimos desde hace décadas en la región del mundo más privilegiada y desarrollada. En el conjunto de la Unión Europea disfrutamos de un estado del bienestar que no tiene parangón con el de otros continentes, o con el sistema de bienestar de grupos de países que desde hace años han tenido un desarrollo económico muy superior al nuestro. Los países europeos, también España a pesar de las carencias e imperfecciones que se están poniendo de manifiesto, somos un modelo justicia social, bienestar ciudadano e igualdad de oportunidades. El COVID-19 ha desbordado a todos los sistemas sanitarios, porque no hay ningún sistema que pueda acumular preventivamente medios humanos y materiales suficientes para dar puntual respuesta a una pandemia como la que estamos padeciendo. Escuchamos reproches, denuncias de situaciones que claramente han desbordado hospitales, servicios de urgencia o unidades de cuidados intensivos , pero ni España ni ningún otro país homologable al nuestro podía tener un sistema sanitario preparado para la magnitud de esta crisis.

A pesar del estado de alarma, de millones de trabajadores confinados en sus hogares, de la paralización de decenas de miles de industrias, comercios y actividades de servicios, de la limitación al mínimo de los desplazamientos, España sigue en movimiento. Los servicios esenciales están garantizados. No hemos tenido problemas con los suministros de energía, con la cadena de producción y distribución alimentaria, con el funcionamiento del sistema financiero, con la atención en oficinas de farmacia o con los servicios municipales de agua o recogida de residuos sólidos y limpieza urbana. Las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado están a pleno rendimiento, al igual que lo están decenas de miles de trabajadores de los que depende que sigamos disfrutando en el interior de nuestros hogares de cierto bienestar y tengamos cubiertas las necesidades básicas.

La crisis está suponiendo una auténtica cura de humildad para el conjunto de países desarrollados que formamos la Unión Europea. El tablero ha saltado por lo aires y tendremos que repensar el futuro teniendo en cuenta lo que está pasando. Pero al menos deberíamos reconocer que a pesar de las adversidades, de las insoportables cifras de muertos y contagiados, nuestro país en su conjunto está funcionando y dando una respuesta a la altura de la tragedia que vivimos.