Antonio Martín Beaumont

Los que embarran al Rey

Podemos dijo la víspera del discurso, por boca de una secretaria de Estado, que el Rey «no tiene legitimidad para hablar de la crisis institucional»

El diputado de Unidas Podemos Rafa Mayoral ofrece su valoración del discurso navideño del rey Felipe VI
El diputado de Unidas Podemos Rafa Mayoral ofrece su valoración del discurso navideño del rey Felipe VIChema MoyaAgencia EFE

La Monarquía es una pieza a batir. Y, como cada año, el tradicional discurso de Nochebuena de Felipe VI se convierte en objeto de crispados ataques por quienes viven permanentemente enfangando la política. Ya de antemano, da igual el contenido de sus palabras, siempre medidas y respetuosas con su papel arbitral y moderador, en las que dice más que opina. Pero ponerse estupendos arremetiendo contra el monarca es la especialidad de las fuerzas populistas y radicales que rodean a Pedro Sánchez.

Este año, incluso, en un salto de originalidad, Podemos dijo la víspera del discurso, por boca de una secretaria de Estado, que el Rey «no tiene legitimidad para hablar de la crisis institucional». En fin... Los dirigentes morados deberían al menos entender que la legitimidad de las instituciones españolas, incluidos los partidos, emana de la Constitución ratificada por los españoles. Así que, mientras esté vigente, resulta muy extravagante negársela nada menos que al Jefe del Estado.

Aunque algo sí ha cambiado en los últimos años: el chillido vacilante del PSOE. La tónica del presidente del Gobierno de mirar hacia otro lado ante las descalificaciones, incluso groseras, al Jefe del Estado de los que siempre trabajan por dividir y excluir. Es lo que tiene abrirle al zorro la puerta del gallinero. Y Sánchez la ha abierto de par en par. Así que aquellos cuya obsesión es liquidar la Constitución andan soltando espumarajos por la boca. Es el quehacer diario de grupos como Unidas Podemos, ERC y Bildu, socios de un PSOE irreconocible que, con su discurso laxo, otorga. Tanto, que ya es difícil seguir estirando el relato de que el líder socialista necesita correr delante de Frankenstein.

No. Sánchez no está metido en urgencias parlamentarias para alargar la legislatura hasta finales de 2023. El día a día político muestra que él es el muñidor de la erosión de las instituciones. Considera llegado el momento de colocar a España en el proceso de sortear la Carta Magna, arramblar con sus símbolos –especialmente la unidad de España y su monarquía parlamentaria– y poner punto final a la Transición democrática, que consagró al Rey como Jefe de Estado, para reconectar directamente con la fracasada Republica de hace casi noventa años. La fotografía publicada en redes por Gabriel Rufián, tras el mensaje del titular de la Corona, del entonces niño Felipe saludando a Franco evidencia el plan. «La Constitución fue la prolongación del franquismo y, por ello, tenemos una democracia defectuosa», es la frase favorita de los que abominan del «régimen del 78».

«Tenemos un embolado con los podemitas, los ‘indepes’ y los de Otegi, pero, en realidad, el problema se llama Pedro Sánchez», admiten en el socialismo clásico. Se comenta que el secretario general socialista («el hombre de hielo» le llaman viejos colaboradores suyos que bien le conocen) ha sentenciado en distintas ocasiones, en alusión a quienes claman contra él por reducir a cenizas las esencias del partido: «No soy del PSOE de siempre, pero siempre soy del PSOE». O sea, él va a continuar dando pasos para salirse del sistema.

Acertó plenamente Alberto Núñez Feijóo en su último cara a cara del año en el Senado al denunciar que el mandamás del socialismo «pisa el acelerador de la degradación institucional». Y, claro, sus socios ven en el ataque a la Corona un utensilio esencial para contribuir al desmontaje. Hay diputados socialistas sentados en la actual bancada que admiten que su jefe de filas «se ha pasado de frenada» tanto en sus tratos con ERC como en el blanqueamiento de Batasuna. Sin embargo, ese «ruido», según justifica el equipo presidencial, «apenas se percibe fuera de la M-30».

Bajo esas coordenadas, de ninguna manera Sánchez se sentirá interpelado para dar la cara, aun sea por mero ejercicio de servicio al conjunto de los españoles, frente a quienes usan un mensaje anual como excusa para insultar a Don Felipe y con él todo el sistema de derechos, libertades y unidad emanados de la ley de las leyes. Estamos en manos de un presidente que se jacta de que él, a diferencia de Feijóo, tiene una visión amplia de la Carta Magna. Tan amplia como para reinterpretarla a su gusto.