El desafío independentista

7-Junio: Puigdemont pondrá fecha y pregunta al referéndum

Un día antes convocará el Pacto Nacional por el Referéndum para recuperar la unidad.

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, ayer, durante la reunión semanal del Gobierno catalán
Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, ayer, durante la reunión semanal del Gobierno catalánlarazon

Un día antes convocará el Pacto Nacional por el Referéndum para recuperar la unidad.

El nacionalismo se jacta de ir pasando pantallas desde que inició el proceso soberanista hace más de cinco años. Sin embargo, al contrario de cualquier juego de ordenador en el que las pantallas significan un avance, en el «procés» las pantallas se asemejan más a la canción de Ricky Martin, «un pasito pa lante, un pasito pa tras». Este «remake» del «Día de la Marmota» permanente se volvió a reproducir el lunes cuando el president Puigdemont convocó de urgencia, tras la presión de las entidades soberanistas, la constatación de la negativa a negociar del Gobierno de Mariano Rajoy, del fracaso de su prédica en Madrid y de la unidad de los partidos constitucionalistas, a los partidos partidarios del referéndum unilateral.

Todo el mundo esperaba que se concretara la pregunta y la fecha de la consulta en el cónclave soberanista de los «hooligans». Sin embargo, ni hubo debate sobre la pregunta ni sobre la fecha. En el encuentro, se constató que no estaban todos los que pretendían ser. Los Comunes de Ada Colau se habían descolgado. Y también lo hizo el colectivo socialista Avancem, del que forma parte el presidente del Pacto Nacional por el Referéndum, Joan Ignasi Elena, que no escondía su enfado por no ser convocado. De hecho, en la reunión sólo se llegó a una conclusión: el Govern debería anunciar la pregunta y la fecha de un referéndum unilateral, subyaciendo en el fondo las divergencias en el bloque soberanista que saben del fracaso de la iniciativa y especulan sobre una nueva convocatoria electoral.

Dicen fuentes presentes en la reunión que ERC planteó la necesidad de convocar el Pacto Nacional para volver a atraer a los Comunes a la reunión. O sea, se volvió a constatar el paso atrás. Los republicanos acudieron a la cita pero mantuvieron un perfil bajo. No hubo tuits de Junqueras ni muestras de entusiasmo. «No hemos de tener miedo en convocar el Pacto Nacional», dijeron en el cónclave en el que se constató que se necesita la presencia del partido de Colau para evitar que la convocatoria del referéndum se parezca lo menos posible al 9-N. Una posibilidad a la que Junqueras no está dispuesto a jugar. «Si se convoca un referéndum, debe ser en serio», apuntan fuentes republicanas. Puigdemont aceptó la propuesta y ya se ha puesto manos a la obra para convencer a un reticente Xavier Doménech, que ha hecho patente su enfado por las críticas que ha recibido por parte de la vicepresidenta del ejecutivo, Neus Munté. De hecho, un enfado compartido desde ERC, porque «el Govern ha puesto en evidencia su debilidad. En lugar de enfatizar quiénes estaban en la reunión, ha criticado a los que no estaban. Vamos, que ha mostrado su debilidad». Los Comunes, por su parte, irán a una reunión del Pacto Nacional, pero mantienen su posición: no serán la muleta de nadie en un referéndum ilegal.

Tras el fiasco de la reunión del lunes, «totalmente prescindible» para algunos de los asistentes, Puigdemont centrará sus esfuerzos en tres líneas: convocar el Pacto Nacional (fijado a última hora de ayer para el 6 de junio), hablar con todos los actores para cerrar la pregunta y la fecha, y convocar un Consell de Govern extraordinario. La fecha barajada de esta reunión que haría pública la fecha y la pregunta sería el próximo miércoles día 7 de junio, el mismo día que se inició la Guerra dels Segadors en 1640. Un año después del inicio de la guerra, Cataluña se declaró independiente bajo la protección de Francia. Una situación que se prolongó hasta el 7 de noviembre de 1659 con la firma del Tratado de los Pirineos, por el que la Cataluña Norte –Lenguadoc-Rosellón– pasó a dominio francés.

Se aventura una actividad frenética en estos días por parte de Puigdemont y los suyos. Su principal objetivo es atraerse de nuevo a los Comunes de Domènech y Colau. Para eso convocará el Pacto Nacional por el Referéndum para tratar de volver a reunir sus fuerzas, mermadas tras el fiasco del lunes. En paralelo, Puigdemont tratará de pactar la pregunta dónde la incógnita es la palabra república. Tanto ERC como la CUP quieren incluirla, pero no harán «causus belli» sobre la misma, al menos los republicanos de Junqueras. El PDeCAT prefiere una pregunta más aséptica del tipo: «¿Quiere usted que Cataluña sea un estado independiente?», dejando de lado a la «¿Quiere usted que la República Catalana sea un estado independiente?» Sobre la fecha de la consulta hay menos incógnitas, aunque se debe elegir entre el 1 y el 8 de octubre, una vez descartado el día 24 de septiembre, fiesta local de Barcelona. Sin embargo, en estas dos cuestiones, los independentistas chocarán con los Comunes. Doménech es partidario del referéndum, pero no quiere prisas en su convocatoria y plantea una pregunta que no se limite a la dicotomía independencia sí o no. Por tanto, la posibilidad de atraerse a la formación morada, se antoja, hoy por hoy, casi un oxímoron.

Con pregunta y fecha, los independentistas pondrán en marcha sus campañas, aún sin contar con el apoyo de los Comunes, pero no se convocará la consulta para evitar actuaciones del Ejecutivo de Rajoy. «Si no está convocada no se incurre en ninguna ilegalidad», apuntan fuentes de la Generalitat. A pesar de este argumento, el movimiento secesionista es consciente que el Gobierno actuará para evitar la consulta. Existe el convencimiento que no se podrá realizar y aquí se abre un nuevo escenario: ¿quién será el culpable del fracaso?

Nadie se baja del barco para no ser culpabilizado. Sin embargo, nadie duda que ERC y la CUP señalarán a Puigdemont y tratarán de forzar elecciones, los republicanos, y de aumentar la tensión social en la calle, los antisistema. Los próximos días serán claves porque «al reloj se le acaba el tiempo. Llevamos cinco años y no se puede dilatar más», apuntan fuentes secesionistas. «Tenemos un fuerte desgaste y hemos de buscar una salida, aunque sea la del fracaso».