Galicia

Alberto Núñez Feijóo: El delfín que da suerte al presidente

El perfil de... Alberto Núñez Feijóo. Dicen que fue clave para que Rajoy rectificase con Soria. Su «amigo» siempre le escucha y ahora confía en que un buen resultado en Galicia le dé la llave de la investidura. Si no lo logra, el gallego volverá a sonar en las quinielas del PP

La Razón
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Dicen que fue clave para que Rajoy rectificase con Soria. Su «amigo» siempre le escucha y ahora confía en que un buen resultado en Galicia le dé la llave de la investidura. Si no lo logra, el gallego volverá a sonar en las quinielas del PP

Es de los pocos que afronta un reto electoral por tercera vez. Tras dos mayorías absolutas, Alberto Núñez Feijóo podía haber recalado en la empresa privada, donde tenía jugosas ofertas. Entre ellas la de su amigo Amancio Ortega, que le ofreció dirigir la Fundación de su imperio Inditex. Pero este orensano de profundas raíces con su tierra decidió apostar de nuevo. «Mi compromiso es total con Galicia», asegura el aspirante a revalidar la presidencia de la Xunta. Ha logrado una brillante gestión sin precedentes, sin alharacas, sin rodearse de un gran séquito y sin perder el contacto con la gente. Llevó al Gobierno gallego un aire de modernidad, un sentido práctico de la política para solucionar los problemas de la gente alejado de pompas y desorden. Su objetivo es mantener la estabilidad que han hecho de Galicia una de las Comunidades más solventes de España. Hoy por hoy, es el único candidato que la garantiza frente al caos de unas mareas populistas envueltas en una sopa de siglas.

Heredero de Fraga, aliento de Rajoy, eterna esperanza blanca en pista para otros puestos. Estas situaciones definen la vida política de Alberto Núñez Feijóo, el líder gallego siempre a caballo entre su tierra y Madrid. Su carrera ha estado marcada por tres paisanos claves: Manuel Fraga, José Manuel Romay Becaría y Mariano Rajoy. Los dos primeros le llevaron a la Xunta de Galicia y, tras la victoria de José María Aznar, el entonces ministro de Sanidad, Becaría, le trajo a Madrid para presidir el Insalud y la entidad pública Correos y Telégrafos. Aquí forjó su fama de excelente gestor hasta las elecciones de 2009 en que logró la presidencia de la Xunta y puso fin al bipartito entre los socialistas y el BNG. Ello supuso también un triunfo para Rajoy, que vivía horas bajas tras haber perdido las generales. La victoria de Feijóo fue una dosis de alivio para Mariano y el punto de inflexión de un PP que, a partir de ese momento, no dejó de crecer hasta la mayoría absoluta de 2011. «Alberto nos dio suerte» comenta el actual presidente del gobierno en funciones.

El mismo sentimiento albergan ahora Rajoy los dirigentes del PP una vez despejada la incógnita: el gallego que ha gobernado con éxito Galicia, una de las pocas Comunidades en cuadrar las cuentas y respetar el déficit público, acude a un nuevo examen. Y otra vez Mariano mira a Galicia y a su paisano Alberto para desatascar el bloqueo político y su investidura, ante unas elecciones decisivas para el futuro. Pese a quienes vieron en sus relaciones alguna distancia e intrigas sucesorias, lo cierto es que ambos siempre han mantenido una estrecha amistad y fue Mariano determinante para su decisión. Durante algún tiempo Feijóo no ocultaba sus dudas: «La política está sucia», confesaba en privado a sus íntimos, ante la cascada de casos de corrupción. Él mismo había sufrido una injusta campaña de desprestigio por unas antiguas fotos con un empresario relacionado con el contrabando de tabaco y estaba asqueado. Además, las ofertas en la esfera privada le llovían como el «sirimiri» gallego. Tras muchos rumores y una discreta ambigüedad, tuvo una conversación definitiva con Rajoy y se lo dijo: «Esto me sigue mereciendo la pena, sólo me importa Galicia». En Moncloa y Génova respiraron aliviados. El gallego es una pieza clave y por eso sus duras críticas al nombramiento de Soria para el Banco Mundial resonaron en la conciencia del presidente.

Su lugar de nacimiento, la pequeña aldea orensana de Os Peares, le imprime carácter. Alberto es un hombre muy pegado al «terruño», pero también con una dilatada experiencia de gestión pública. Conoce como nadie las administraciones estatal y autonómica y pacificó el legado de Fraga. En la eterna pugna por el liderazgo regional, entre los de la «boina» (nunca con carrera fuera de Galicia), y los del «birrete», (más ilustrados y con puestos en Madrid), Feijóo se alzó con la presidencia y controló el partido. Era un hombre intermedio, muy cercano a Rajoy, a quien había apoyado sin fisuras, pero sin despreciar al «fraguismo». Su habilidad para con los dirigentes regionales de entonces fue enorme, en una formación bajo la sombra del patrón fundador. Se convirtió en el líder indiscutible y volvió a ganar por segunda vez. Su perfil urbano y refinado conjuga a la perfección con la esencia rural gallega.

Muy unido a sus ancianos padres, a quien siempre dedica sus éxitos, es el soltero de oro del PP. «El matrimonio no es para mí, lo veo poco democrático», dice con sorna galaica. Sin embargo, despierta gran atractivo entre las mujeres. Durante diez años mantuvo una relación con la periodista Carmen Gámir, «Chinny». Después, la cosa se enfrió y ella vino a Madrid como jefa de prensa de la secretaria de Estado de Presupuestos, la también gallega Marta Fernández Currás. Ahora, lleva con escrupulosa discreción su pareja con Eva María Cárdenas, alta ejecutiva del imperio Zara y mano derecha de Amancio Ortega. Divorciada y madre de una hija, Eva María es una mujer inteligente e independiente, algo que Alberto valora mucho. «Los dos tienen su espacio», comentan amigos cercanos como prueba de que a ninguno les gustan las ataduras. Se dejan ver muy poco en público, la última vez fue hace ya meses en el Pazo coruñés de Anceis para la fiesta de cumpleaños de Marta Ortega, la hija del dueño de Zara, con quien Feijóo mantiene buena amistad y quien le ofreció trabajo.

Apasionado del mar, navegante por la Ría de Vigo, andarín en la playa de Samil y «gourmet» de un buen pulpo en Oms, durante la renovación generacional algunos le tildaron de «pijo». Ni se inmutó: «He nacido en un pueblo pequeñito, nada propicio para ser estirado». Ahora, afronta su tercera prueba y ha vuelto a hacerle un favor a Rajoy. Nadie duda en el PP que si gana será el mejor «barón» colocado para el liderazgo nacional.