El desafío independentista

Análisis: Las cifras que desmontan el falso «éxito»

El presidente de Convergència, Artur Mas, durante la reunión de la comisión de la ejecutiva nacional de CiU celebrada ayer tarde en Barcelona
El presidente de Convergència, Artur Mas, durante la reunión de la comisión de la ejecutiva nacional de CiU celebrada ayer tarde en Barcelonalarazon

Los datos de participación facilitados por los organizadores de este referéndum encubierto de jornada festivo-participativa hablan de una asistencia a las urnas del 37% del cuerpo electoral llamado que es de 6.228.511 electores potenciales, y entre los que se incluyen a jóvenes mayores de 16 años y también a inmigrantes. Si hacemos caso a esta fuente, 1.861.753 votantes habrían optado por la respuesta afirmativa, tanto para que la región derive en un estado, como para que éste además sea independiente.

Este número de votantes del SÍ-SÍ representan el 29.9% de «censo» ad-hoc de la jornada del 9-N. Esto significa que el otro 70.1% de «censados» no se ha pronunciado a favor de la pretendida e inalcanzable independencia. Por lo tanto, el número de papeletas con la doble respuesta afirmativa, según los responsables de la jornada, ha sido inferior a 1,9 millones, y eso que podía repetirse el voto dada la falta de un censo oficial. El dato importante es que el independentismo es secundado por sólo un tercio de los catalanes y que existe una mayoría silenciosa, una mayoría sensata del 70.1%, que no se presta a respaldar la sedición.

Una importante constatación de la jornada del 9-N es que fija el techo de los independentistas en 1,9 millones. En la encuesta autonómica realizada por NC Report para LA RAZÓN el pasado mes de octubre, la suma de votos que se atribuía a los cuatro partidos soberanistas (CIU, ERC, IC-V y CUP) era de 1,8 millones de votos, excluyendo obviamente a menores de 18 años y a inmigrantes.

La suma de papeletas independentistas también es semejante a la suma de votos que obtuvieron estos mismos partidos implicados en la secesión en las últimas elecciones autonómicas, que fue de 2.1 millones de votos. Este nuevo «cuatripartito», o candidatura unitaria en unas pretendidas elecciones plebiscitarias ha perdido 0.3 millones de votantes desde las elecciones autonómicas de 2012. En la actualidad son 135 los diputados de hasta siete partidos políticos diferentes los representados en el parlamento de Cataluña. La mayoría cualificada de dos tercios, imprescindible para llevar a cabo reformas del actual Estatuto de Autonomía, es de 90 escaños. Los cuatro grupos políticos compañeros de aventura (CIU, ERC, ICV y CUP) suman 87, por lo que no pueden reescribir el actual Estatuto a su antojo, y el sondeo electoral de octubre les asignaría ahora un máximo de 74 escaños, 13 menos que en 2012, por lo que el órdago de un anticipo electoral sólo serviría para constatar un retroceso del nacionalismo decimonónico en pleno siglo XXI, como no podría ser de otra manera. Tanto la encuesta de octubre de LA RAZÓN como los resultados del 9-N ponen límite al independentismo en Cataluña, que lejos de ser una opción mayoritaria de la población, se limita a un 30%. Éstos son los poderes de Mas y sus compañeros de viaje. Pero en cualquier momento los 1,8 millones de votantes de los cuatro partidos implicados en el pulso a la legalidad podrían rebajarse a 1,5. En los dos últimos años ERC ha atraído el voto de 300.000 electores independentistas que no votaban en las elecciones autonómicas, pues no se sentían identificados ni con décadas de «Pujolismo» de CIU ni con el independentismo light de Àngel Colom o Carod-Rovira. Pero se trata de una masa de votantes que no puede crecer más, de ahí que en el último año ERC sólo ha subido 0.5 puntos, al incorporar el grueso del voto independentista radical entre noviembre de 2012 y diciembre de 2013.