Comparecencia de Rajoy
Bárcenas, el espectador de oro
El ex tesorero siguió la primera parte de la comparecencia de Rajoy con otros presos
La comparecencia de Mariano Rajoy de ayer en el Senado tampoco pasó desapercibida en la madrileña cárcel de Soto del Real. Y eso que no suele ser algo muy habitual que se siga desde una prisión lo que ocurre en el Parlamento.
F. C.
La comparecencia de Mariano Rajoy de ayer en el Senado tampoco pasó desapercibida en la madrileña cárcel de Soto del Real. Y eso que no suele ser algo muy habitual que se siga desde una prisión lo que ocurre en el Parlamento. Allí se encuentra recluido desde hace más de un mes el principal protagonista de toda esta historia, el ex tesorero del PP Luis Bárcenas, quien no quiso perderse el discurso del presidente del Gobierno. Eso sí, sólo atendió a la primera parte de la intervención del jefe del Ejecutivo y líder de los populares, pues tenía visita familiar.
Como el resto de los días, Luis Bárcenas se levantó pasadas las 8 de la mañana, se preparó para el recuento y acudió a desayunar. Su jornada iba a sufrir variaciones respecto a cualquier día normal y a las 9:00 horas ya estaba sentado frente al televisor junto con un reducido grupo de presos que tampoco quería perderse nada. Lo hizo en una sala común, en un módulo que se suele utilizar como comedor y que cuenta con una televisión. Allí estuvo durante una hora atento a las palabras de Rajoy. Los demás reclusos estaban en dicho salón más bien para observar las reacciones del ex tesorero popular.
Bárcenas pudo ver prácticamente completa la primera parte de su intervención, pues a las 10:00 horas fueron a visitarle al centro penitenciario su mujer y su hijo. Y durante esos 60 minutos en los que no se movió, escuchó su nombre en boca del presidente hasta en 16 ocasiones, además de frases como «me equivoqué al mantener la confianza en alguien que no la merecía» o «cometí el error de creer a un falso inocente, pero no el delito de encubrir a un falso culpable». Y, sobre todo, cómo le acusaba de «deslealtad» y de haberle engañado durante mucho tiempo. La que no llegó a oír fue una de las últimas afirmaciones del presidente del Gobierno, cuando aseguró que «he reconocido un error, mi error. Y he respondido con el rechazo a todas las acusaciones vertidas por el señor Bárcenas».
No la escuchó porque tenía que ir a reunirse con su familia, como suele hacer una vez por semana desde el pasado 27 de junio. Se trata de un derecho que tienen tanto él como el resto de reclusos que se encuentran en el centro penitenciario y que se realiza en una sala en la que únicamente hay una mesa en el medio y un cristal de separación. El encuentro familiar se prolongó durante algo menos de cuatro horas.
Una vez se despidió de su familia, Bárcenas acudió directamente al comedor de la cárcel y, tras ello, ya con las intervenciones, réplicas y dúplicas finalizadas en el Senado, se marchó a su celda. Allí estuvo viendo los informativos en la televisión de su compañero de habitación, comprada en el economato de la prisión, y pudo hacerse una idea de cómo había transcurrido el resto de la comparecencia.
El resto del tiempo lo pasó como cualquier otro día. Todo parece indicar que una vez se informó de lo ocurrido, habría mantenido una conversación telefónica con su abogado, Javier Gómez de Liaño, para comentar las acusaciones y desmentidos del presidente del Gobierno.
La prensa internacional aprueba a Rajoy
«El presidente de España pasa a la ofensiva». Así describió el incisivo «Der Spiegel» la intervención de Mariano Rajoy en el Senado, señalando además esta comparecencia como su recuperación política. Fue un discurso «combativo que provocó reacciones acaloradas entre la oposición con el que intentó aclarar varios puntos», según el rotativo alemán. «Ha ofrecido la mayor defensa hasta el momento», matizaba el «Financial Times». La mayoría de los diarios on-line de todo el mundo se hicieron eco de las palabras del presidente del Ejecutivo y la práctica totalidad coincidió en llevar a sus titulares la negativa de Rajoy a renunciar a su cargo y a convocar elecciones adelantadas, como fue el caso de «Le Monde». «El presidente del Gobierno de España niega la existencia de financiación ilegal, pero admite no haber gestionado bien el escándalo», subrayó «The Guardian», una opinión que compartió la BBC. El «New York Times» hizo hincapié en que el «líder español rechaza dimitir» y reprodujo las palabras de Rajoy al indicar que se «equivocó al confiar en una persona que no lo merecía», una de las explicaciones que más se repitió entre los medios internacionales, que por lo general dieron un aprobado a la esperada intervención del presidente.
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