Sortu

Batasuna-ETA muta en Sortu

El nuevo partido acusa al Estado de actuar «con la violencia por bandera». Otegi será secretario general

Batasuna-ETA muta en Sortu
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El congreso de Sortu que se celebró ayer en Pamplona –con las elecciones de unos cargos dirigentes que suponen, de hecho, la vuelta a la legalidad de Batasuna, condenada por ser ETA (su brazo político)– supone un triunfo para la banda.

El congreso de Sortu que se celebró ayer en Pamplona –con las elecciones de unos cargos dirigentes que suponen, de hecho, la vuelta a la legalidad de Batasuna, condenada por ser ETA (su brazo político)– supone un triunfo para la banda y su entramado y la demostración de que, en contra de lo que repiten día tras día, el Estado (cuando gobernaban los socialistas) creó las condiciones para que se les diera mucho a cambio del supuesto «cese definitivo armado». Se quejan, según fuentes antiterroristas consultadas por LA RAZÓN, porque se les prometieron otras cosas que el Gobierno del Partido Popular, con gran acierto, no les ha concedido.

Arnaldo Otegi, el secretario general de Sortu que ocupará su puesto cuando salga de la cárcel, lo dejó meridianamente claro en el mensaje que mandó al congreso: «La izquierda (...) surgió sobre todo para crear las condiciones para vencer (...). Hoy Sortu es legal porque hemos generado las condiciones suficientes como para que el Estado considere que su posición ilegalizadora le generaría aquí y ahora más costes que beneficios».

La Guardia Civil, en el informe que elaboró antes de que el Tribunal Constitucional legalizara Sortu, advirtió que era una continuación de Batasuna y, por lo tanto, de ETA. Lo ocurrido ayer en Pamplona y la elección de los dirigentes de la nueva formación confirman la advertencia que se realizó en su momento y a la que los magistrados que votaron a favor no prestaron ninguna atención.

Vamos «a hacer la revolución (...), es necesaria la movilización popular, la confrontación democrática, la desobediencia civil y la lucha ideológica en todos los ámbitos (...). Sortu es un instrumento para avanzar de forma decidida en el proceso de liberación». Si se compara este texto con otros que a lo largo de los años han elaborado las formaciones del entramado de ETA se observan muy pocas diferencias en cuanto a los fines que se persiguen.

En lo que tampoco ha cambiado Sortu es en las unanimidades que se daban en Batasuna, como partido en el que se ejerce el centralismo democrático. Tan sólo cuatro abstenciones (probablemente para no ser acusados de votación a la soviética) no apoyaron (lo que no quiere decir que no estuvieran parcialmente de acuerdo) a los miembros del Consejo Nacional, que parecía la Mesa Nacional de Batasuna, y que va a presidir otro conocido de la afición, Hasier Arraiz.

Junto a él figuran, en diversos cargos de responsabilidad, otros destacados miembros del entorno abertzale como el terrorista Rafi Etxeberría, alias el «Holandés», Juan José Petrikorena, Pernando Barrena o Joseba Permach.

El nuevo partido, en la línea de lo que han hecho en los últimos meses los también legalizados Bildu y Amaiur, no ha pedido la disolución de ETA ni la entrega de las armas. Tampoco ha tenido un minuto para las víctimas causadas por la banda criminal, quizás porque el que fuera jefe «militar» de la banda, Garikoitz Azpiazu, «Txeroki», marcó hace días en París la línea roja que no se debe sobrepasar en este asunto. Sólo se puede emitir una disculpa para los que, sin ser parte del «conflicto», hayan podido sufrir daños colaterales, como el robo de un automóvil para cometer un atentado.

Sortu sí tuvo tiempo para los presos de la organización criminal. Cándido Zubicarai, que habló en su nombre, fue acogido con grandes muestras de apoyo, sobre todo cuando arremetió contra el Estado por no ceder a las pretensiones de la banda de negociar la libertad de los reclusos a cambio de un posible desarme, siempre que las Fuerzas de Seguridad y los ejércitos abandonen el País Vasco y Navarra.