Independentismo

Canet de Mar: «Las cruces son para el cementerio, a la playa se va a tomar el sol»

José Casado, portavoz de Els Segadors del Maresme, explica cómo fue el incidente en la playa de Canet.
José Casado, portavoz de Els Segadors del Maresme, explica cómo fue el incidente en la playa de Canet.larazon

Empresarios y vecinos de Canet de Mar reflexionan sobre los efectos negativos que podrían tener sobre el sector turístico conflictos como el del pasado lunes en la localidad con los símbolos independentistas

Al salir de la estación de Canet de Mar, lo primero que se ve es un mapa turístico de la localidad ligeramente tapado por un comunicado del Ayuntamiento, donde la alcaldesa Blanca Arbell (ERC) anuncia la convocatoria de un pleno extraordinario para «condenar los hechos violentos ocurridos en la playa del pueblo el 21 de mayo». Una estampa que resume lo ocurrido estos últimos días en un municipio que esperaba inaugurar la temporada de sol con las primeras sombrillas y que ha acabado en la televisión por unas cruces amarillas.

Como empieza a ser habitual en la costa catalana, la playa de Canet de Mar amaneció el pasado lunes repleta de cruces amarillas. Una acción de los llamados Comités de Defensa de la República –asambleas ciudadanas independentistas a favor de movilizaciones constantes– para simbolizar «la muerte de la democracia y la libertad en el Estado».

A primera hora de la tarde, Els Segadors del Maresme –un grupo organizado de voluntarios cuyo objetivo es «limpiar Cataluña de lazos y símbolos amarillos»– aparecieron en la playa para retirar las cruces, lo que provocó un enfrentamiento que se saldó con tres heridos leves y una treintena de personas identificadas.

«Por la mañana, avisamos a la policía local de que íbamos a quitar las cruces y nos dijeron que ningún problema», explica José Casado, portavoz de Els Segadors del Maresme y uno de los participantes en la acción del lunes. «Empezamos a cogerlas y nos comenzaron a insultar. Buscan la confrontación», denuncia antes de defender que su grupo acudió de forma «pacífica» a la playa. «Nos conjuramos para no buscar problemas, sólo queríamos recogerlas y marcharnos, nosotros no arremetimos contra nadie», prosigue Casado, quien culpa al bando independentista de las agresiones recibidas.

Justo lo contrario opina, Marc Jiménez, regidor de la CUP en Canet y que también estuvo presente. «Intentamos impedir que las cogieran sin ningún tipo de violencia y nos agredieron», aseguró el día después en declaraciones a Catalunya Ràdio. Los independentistas, además, critican que algunos miembros de Els Segadors del Maresme fueran con pañuelos o encapuchados. Un cruce de acusaciones que se ha saldado con varias denuncias interpuestas y una confrontación «perjudicial» para la localidad, según varios de sus vecinos.

«Es un ejemplo más de las diferencias actuales que hay entre los dos bandos», señalan en una agencia de viajes del municipio. «La gente quiere vivir tranquila, pero al final la situación pasa factura y afecta a pueblos como este», confirman un grupo de señores de avanzada edad. «Una cosa son los lazos o las pancartas y otra esto. Las cruces son para el cementerio, a la playa se va a tomar el sol y a bañarse», explican. «Que lo hagan en el local de ERC o en el de Òmnium Cultural, no en un espacio como la playa, donde no todo el mundo piensa igual», opina el camarero de una cafetería.

De hecho, el conflicto de las cruces amarillas ha puesto sobre la mesa la tensión social derivada del conflicto político catalán. «Este es un pueblo muy tranquilo y ahora hay gente que está preocupada», reivindican algunos vecinos, abrumados por la importante presencia de medios y por la «mala imagen» que puede conllevar el incidente.

«Claro que va a afectar al turismo. Cualquier persona o familia que vaya a la playa y se encuentre con este escenario dantesco de cruces, se iría. Yo no volvería», asegura Casado.

Josep Bou, presidente de la entidad Empresaris de Catalunya, explica que los «perjuicios» que van a provocar incidentes como el de Canet «aún están por ver», aunque «pueden ser importantes». «Están convirtiendo las playas en cementerios con cruces amarillas y, además, hacen fotos y las cuelgan en las redes», explica Bou, quien acusa a los CDR de actuar con «planteamientos destructivos» y «perjudiciales para la economía». «Es un desprestigio para Cataluña, están dando una imagen de confrontación», resume. «A ver qué ocurre cuando sea la gente quien quite las cruces para poner las toallas», advierte.

Desde la Agència Catalana de Turisme, por su parte, niegan cualquier tipo de afectación y aseguran que se trata de una «discusión totalmente puntual». «Ningún touroperador nos ha mostrado inquietud, no hemos recibido ningún input negativo», insisten.

En la oficina de Canet de Mar, un municipio que vende turismo familiar de sol y playa, aseguran que «sólo ha habido una llamada de una mujer catalana preocupada por el incidente». En el Hotel Rocatel también confirman que «una persona de Murcia» contactó con el establecimiento esta semana para mostrar su inquietud por el incidente .

«El sector turístico aún no se ha recuperado del otoño pasado», señala Bou, de Empresaris de Catalunya. A las puertas de la temporada de verano, las últimas cifras no son halagüeñas: las pernoctaciones en hoteles catalanes de los viajeros residentes en España en abril han descendido un 19,7% frente a la caída nacional del 13,7%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).