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Carmen Enríquez: «El Rey emérito no se lo puso fácil a Doña Letizia»

Carmen Enríquez: «El Rey emérito no se lo puso fácil a Doña Letizia»
Carmen Enríquez: «El Rey emérito no se lo puso fácil a Doña Letizia»larazon

Mañana se cumple un año de la coronación del Rey, 365 días de vértigo que cuenta en «Felipe VI. La monarquía renovada».

Ha sido una de las imágenes informativas de la Corona desde la televisión pública, donde desde 1990 a 2007, acompañaba a los Reyes y al entonces Príncipe a todos los actos oficiales. Con estos antecedentes, es de las periodistas más acreditadas para hablar de la monarquía española. Ahora, a partir de la reflexión pero, sobre todo, desde el análisis y esas «fuentes» que, como buena profesional de la información, no deja de cultivar, publica «Felipe VI. La monarquía renovada» (Planeta de Libros) justo cuando mañana se cumple el primer año del Rey como Jefe de Estado.

–¿Se puede hacer un balance de este año, que ha pasado tan rápido?

–Es positivo, aunque todavía quedan muchas cosas por hacer. Tenga en cuenta que antes de que pasase un mes del inicio de su reinado la Casa de su Majestad el Rey ya nos estaban anunciando un código de buena conducta, que se iba a realizar una auditoría externa, además de la interna, que se iban a adoptar una serie de normas para aceptar regalos o no... Había que adecuar la institución a estos tiempos y a las demandas de los ciudadanos, aunque también tengo que decir que todavía hay zonas donde entra poco la luz. Felipe VI no puede dormirse en los laureles.

–Sobre todo porque se ha abierto la veda...

–Exacto. Es cierto que el Rey emérito lideró la Transición y había una protección especial sobre su figura, peronos lo achacaban a los periodistas y se equivocaban. Lo primero que nos decían nuestras empresas era que no querían conflictos entre el medio y Casa Real. Ahora Felipe VI también se encuentra con un panorama complicado: existe un cambio de escenario político muy complicado. Primero decíamos: «Con el resultado de las elecciones autonómicas y municipales todo va a quedar más claro». Pues no, ahora habrá que esperar a las generales. Y el Rey, en ese papel tan pequeño que la da Constitución de arbitrar y moderar, se encuentra con que el bipartidismo está en crisis, hay partidos emergentes. La situación macroeconómica está mejorando, pero todavía hay gente que lo está pasando muy mal... No son tiempos fáciles para Felipe VI.

–¿Cómo fue el proceso entre el día que el Gobierno anunció la abdicación del Rey, el dos de junio, y la proclamación de Felipe VI, el 19 del mismo mes?

–Creo que en esos 17 días se salvó a la monarquía. Había un riesgo pero todo estaba planificado al milímetro. Después de varios amagos, meses antes Don Juan Carlos le dice a Rafael Spottorno, su último jefe de la Casa del Rey: «Me voy». Fue una decisión que desconocían un 99,9 por ciento de los españoles. De ahí la sorpresa. Se podía haber montado la mundial porque el PSOE se había pegado recientemente un batacazo electoral y a muchos socialistas le afloraron los sentimientos republicanos, había la tentación de salir a la calle con la bandera tricolor. Ahí jugó un papel muy importante Alfredo Pérez Rubalcaba, que se puso el traje de hombre de Estado. La Casa del Rey se lo agradecerá siempre. Los medios de comunicación también ejercimos un acto de responsabilidad frente al radicalismo de unos cuantos. Abrir el melón entre monarquía y república... sinceramente: los experimentos con gaseosa.

–¿Qué le pareció el encuentro en el Parlamento Europeo entre el Rey y Pablo Iglesias?

–De Iglesias se podía esperar cualquier cosa: que no fuera, que hiciese un desaire al Rey... Pero no ocurrió nada de eso. Se puso en la fila y le regaló la serie «Juego de Tronos», que, evidentemente, era un regalo envenenado. Pero Don Felipe tiene mucha cintura y le contestó: «Muchas gracias, ya lo veré». Fue un poco versallesco.

–Pasado ya un año, ¿el Rey aporta estabilidad?

–Sí, tanto el Rey como la Corona como institución. Ahora algunos politólogos ponen en cuestión su autoridad y su legitimidad, piden un referéndum sobre república o monarquía. En el caso de que hubiera sido pertinente, éste no se hizo cuando a lo mejor se tenía que haber hecho. Posteriormente se vio que Don Juan Carlos junto a Suárez y otras personas lideraron la Transición. Hubo un consenso político en el que incluso estuvo a favor el Partido Comunista y son cosas que ahora se nos olvidan. Además, no quiero dejar de subrayar el papel espléndido que están teniendo los Reyes en el extranjero.

–Cómo fue el reciente viaje de Estado a Francia.

–Ahí encontramos una gran paradoja: en el extranjero nadie pone en duda el papel del Monarca, y aquí estamos todo el día cuestionándonos lo mismo. Cuando quieres oír cosas buenas de España hay que irse fuera porque somos nuestros peores enemigos; nos gusta flagelarnos. Que haya una persona formada y preparada que ejerza ese papel de mediación es necesario.

–No se puede obviar la gran evolución que ha tenido la Reina.

–Se la ve contenta, segura de sí misma. Tiene muy claro qué trabajo quiere hacer y se toma muy en serio su papel.

–Usted subraya que son una «pareja complementaria».

–Sí. Primero, porque son pareja de verdad y además van al mismo ritmo y al unísono. Los Reyes eméritos eran un equipo que se deshizo en los últimos tiempos porque las cuestiones sentimentales rompieron su unión. También Don Felipe y Doña Letizia vivieron una crisis terrible en el verano de 2013. La ahora Reina fue a Palma tres días y a los dos se fue. El ambiente de Mallorca no le gusta; ni el de las regatas, que es muy pijo. Don Juan Carlos tampoco se lo puso fácil porque pensaba que no daba el perfil de Princesa de Asturias. Doña Letizia también le ha dado a conocer barrios como Malasaña, adonde acuden a comer o a cenar. Le ha enseñado a pisar el suelo, a no estar sólo entre moquetas y palacios.

–¿Un pero a su reinado?

–El principal, que no han dado visibilidad a su preocupación por la crisis económica. Deberían haber visitado algún barrio donde está pegando con más dureza la crisis. Tener entrevistas con asociaciones de vecinos y que les digan en primera persona cuáles son sus preocupaciones.