Asamblea de Madrid
Cifuentes: gobernar bajo una tormenta de corrupción
Con la «regeneración» como mantra y bajo el paraguas de Génova, la líder del PP madrileño afronta ahora la «limpieza» de la cara más negra del «aguirrismo».
Con la «regeneración» como mantra y bajo el paraguas de Génova, la líder del PP madrileño afronta ahora la «limpieza» de la cara más negra del «aguirrismo».
«Todo mi respeto y cariño para @EsperanzAguirre, en este difícil momento. Su renuncia es un gesto de responsabilidad que le honra», escribía la tarde del lunes 24 de abril la presidenta de la Comunidad de Madrid en su perfil personal de la red social Twitter. Cristina Cifuentes acababa de conocer la dimisión de Esperanza Aguirre, la mujer que hasta ese momento continuaba dirigiendo los designios del Partido Popular de la capital. Ella, presidenta regional y también del PP de Madrid desde el pasado febrero, la misma que días antes no veía «razones objetivas para pedir la dimisión» de Aguirre, contemplaba cómo por fin la cruzada judicial que emprendió para limpiar de corrupción el Canal de Isabel II también se había acabado convirtiendo en el mejor de los cimientos para volar de un plumazo a la que se había convertido en el principal de los obstáculos para dirigir el partido a placer, como le fue encargado en el último congreso regional.
Las relaciones entre Cristina y Esperanza nunca fueron las mejores: la primera logró arrebatar al «número dos» de Aguirre todas sus aspiraciones para convertirse en candidato (ahora, tras saltar la operación Lezo, sabemos que la decisión de Rajoy de fulminar a Ignacio González fue la correcta); la segunda, por su parte, minó de afines la lista a la Asamblea de la candidata regional. Perder la alcaldía de Madrid frente a Manuela Carmena, primero, y después la explosión de los casos de corrupción de sus principales colaboradores, truncaron los planes de Aguirre, que ha dimitido en dos ocasiones en poco más de un año. Cifuentes, sin embargo, no ha hecho más que ascender en este tiempo bajo la tutela de Génova y con la regeneración como mantra de cabecera. Ha logrado, incluso, que el concejal más afín a ella de cuantos hay en el PP del Ayuntamiento de Madrid se imponga como relevo de Aguirre y portavoz haciendo saltar las alarmas en los sectores más conservadores de la formación: «una de las cosas que hacía Aguirre era cubrir el centro derecha porque ella se está dejando demasiado espacio a la derecha», recordaba ayer un diputado madrileño.
Fuentes de su equipo reconocen que ahora, más allá de crear el «cifuentismo», la líder madrileña tendrá que volcarse en alejar toda sombra de corrupción de su gestión. «Es complicado, somos los que somos, los garbanzos negros no hacen un cocido, pero nos han hecho mucho daño», reconocía ayer uno de los más estrechos colaboradores de Cifuentes.
De momento la estrategia del «nuevo» PP de Madrid está en desmarcarse todo lo posible de la anterior Ejecutiva. Todo lo que huela a Ignacio González, Francisco Granados, Gürtel, Púnica, Lezo... en definitiva a Esperanza Aguirre, debe desaparecer –dicen– si quieren mantener el Gobierno regional que se sustenta gracias a un pacto con Ciudadanos. Sólo así se entiende que, a pesar del tuit con «respeto» y «cariño» de la presidenta madrileña y del manifiesto de agradecimiento de la dirección nacional del PP dirigió a Aguirre, el comunicado que emitió la dirección regional sobre la dimisión fuera duro y volviera a levantar ampollas en las filas madrileñas. «Nuestra organización comparte las razones expuestas por Aguirre para dejar el cargo, especialmente la que se refiere a que debía haber vigilado con mayor eficacia los posibles casos de corrupción», recogía el escrito. Una losa que, según opinan algunos diputados populares de la Asamblea de Madrid, podría también acabar cayendo sobre Cifuentes si no pone tierra de por medio con, por ejemplo, Isabel González, la hermana del ex presidente que ya duerme en Soto del Real y a la que mantiene como portavoz adjunta de su grupo parlamentario. «Isabel es una compañera muy querida, pero es verdad que debemos ser tajantes, y no sólo porque el pacto con Ciudadanos está en juego, sino porque para el partido una limpieza de imagen es urgente ahora mismo. Está visto que el argumento de la vigilancia puede darse la vuelta cuando menos lo esperas», aseguran fuentes del PP de Madrid que piden a su presidenta que sea «aún más rigurosa a la hora de denunciar lo que encuentre» a pesar de que, por lo que vamos viendo, le va a tocar gobernar bajo una lluvia de corrupción.
Todos los focos
También existen los que, en el seno de la formación, consideran que la desaparición de Esperanza Aguirre perjudica más que beneficia a la actual líder regional. Con Esperanza y su equipo fuera de juego, ahora «Cifuentes tendrá todos los focos, toda la atención, se convierte en objetivo número uno y único rival a batir para todos los grupos de la oposición», reflexionaba ayer un diputado autonómico. Una situación que obligará la presidenta autonómica madrileña a ser más escrupulosa, si cabe, con cualquier atisbo de irregularidad no sólo en el Ejecutivo regional, sino especialmente en el partido.
Dos años después de tomar posesión como presidenta de la Comunidad de Madrid, a Cifuentes se le abre ahora un escenario libre de obstáculos para preparar de cara a las elecciones de 2019 «un proyecto político atractivo, transparente y moderno», como aseguró el partido en su último comunicado. El proceso, eso sí, se llevará a cabo con calma, asegura uno de los consejeros de la Comunidad de Madrid. «Ahora debemos esperar un poco más, continuar al servicio de la Justicia, habrá tiempo para todo y aún es muy pronto para pensar en las elecciones, queda aún mucha legislatura», concluyó. El PP de Madrid ha hecho suya la estrategia de Rajoy y mantendrán la tranquilidad hasta que pase la tormenta, unos nubarrones que continuarán aún unos meses haciendo sombra a la gestión de Cifuentes, pero que fuentes del partido aseguran que al final le servirán para «limpiar» el «aguirrismo» y poner punto y final a una etapa negra para la facción madrileña de la formación.
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