Convención del PP
Con el esfuerzo de todos
El eje del mensaje político de Rajoy es el trabajo colectivo de los españoles
Para entender correctamente el discurso del presidente del Gobierno en Valladolid, en la convención del Partido Popular celebrada a mitad de legislatura y con dos años de elecciones por delante, conviene volver al discurso que pronunció en la sede del PP la noche del 20 de noviembre de 2011, recién ganadas las elecciones.
Aquél debió de ser un discurso sorprendente para quien no conociera a Mariano Rajoy. Nada menos triunfalista que el tono y las palabras de esa noche, hasta el punto que no parecían las palabras de quien había ganado una mayoría absoluta para su partido, la más cuantiosa que haya tenido hasta ahora. El PSOE no consigue una mayoría absoluta –es decir, una coalición social que apoye una política de izquierdas– desde 1993. Era por tanto un acontecimiento histórico para el centro derecha. Pues bien, Rajoy no habló de eso ni una vez. En lo que insistió, en cambio, fue en la hora decisiva en la que se encontraba España, en la dificultad de la situación –la peor en los últimos treinta años– y en la necesidad del trabajo, del esfuerzo, de la seriedad, de la constancia y de la solidaridad para afrontar la «inmensa tarea» que los españoles teníamos por delante.
Hoy la situación ha cambiado. El trabajo que se inició entonces ha dado sus frutos y la economía española ha dejado atrás la recesión: no hay a la vista riesgo de quiebra ni necesidad de rescate, con el cataclismo económico y político que habría supuesto. Como es lógico, en su discurso en Valladolid Mariano Rajoy se ha referido a estos logros conseguidos por todos. También ha señalado que todo esto se ha hecho sin que se reduzcan las pensiones, ni los subsidios, ni ninguna de las prestaciones del Estado social. Es algo que los socialistas, al parecer, ni siquiera conciben que se pueda intentar. Por eso Rajoy tuvo que recordar su responsabilidad a quien estuvo en el Gobierno que nos llevó al borde de la catástrofe y que hoy pretende gobernarnos otra vez.
Ahora bien, y como era de esperar, Mariano Rajoy ha enumerado los logros de su Gobierno y de la sociedad española, insistiendo no en el camino recorrido, sino en todo lo que queda por recorrer. En el fondo, repite la actitud de 2011 al poner de nuevo el acento en las reformas pendientes, en particular en la fiscalidad, que ha presentado como un cambio duradero y de gran alcance, que profundice en las reformas ya emprendidas: mayor flexibilidad, más estímulo, más solidaridad, por tanto.
En 2011 Rajoy insistió en que iba a gobernar para todos, con todos, sin exclusiones. Esta vez ha insistido en el final del terrorismo, en la necesidad de no olvidar a las víctimas de la barbarie y en la solidaridad de todos los españoles, incluidos los catalanes. De nuevo, el discurso es distinto, pero el fondo, en cambio, permanece idéntico. De la recesión hemos salido todos, y todos saldremos de la crisis. El desafío a la nación, al Estado, a la Constitución y a las instituciones democráticas también requiere el trabajo y el esfuerzo de todos, sin exclusiones. Más aún, o salimos todos y todos somos capaces, cada uno en la medida de su capacidad, de responder al desafío, o nos hundiremos todos. Ésta es la condición previa de la propuesta de Rajoy, la clave de sus dos discursos y de su acción política. Los socialistas, y todos aquellos que hoy, como otras veces en nuestra historia, sienten la tentación de jugar a destruir su país, harían bien en comprender su inmenso significado.
Viri, el fiel apoyo discreto de Rajoy
Elvira Fernández, «Viri», como se conoce a la mujer del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, estuvo en la Convención Nacional del PP. Casi no se dejó notar, como es habitual en ella. Discreta, esquiva con las cámaras y los focos, amante del segundo plano y, a ser posible, de ni aparecer. Un interés por preservar su privacidad, como medida de protección, que extiende siempre que puede a sus dos hijos, a los que intenta ofrecer una vida lo más normal posible dentro de la excepcionalidad que implica que su padre sea el jefe del Ejecutivo, según explican en Moncloa. A este lema se ajustó cuando estaba en la oposición. Con él llegó al Palacio de la Moncloa. Y de él no se ha alejado dos años después. «Viri» ha querido estar también en esta ocasión arropando a su marido, y el sábado a media mañana llegaba al centro cultural Miguel Delibes de Valladolid, en el que se celebró la Convención del PP. Ayer por la mañana estaba sentada en primera fila para escuchar de primera mano el discurso del presidente del Gobierno. Esta norma de discreción la lleva también a su relación con el partido. Tiene su pequeño círculo de confianza, consolidado ahora en Moncloa, y para lo demás deja todo el espacio a Rajoy. Un perfil muy distinto del de las dos «primeras damas» que hicieron antes que ella vida en Palacio.
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