Política

PP

Cospedal, la «perfecta coronela», deja la política

La exsecretaria general del Partido Popular fue decisiva volcando los apoyos de sus afines a favor de Pablo Casado para que fuera éste y no Soraya Sáenz de Santamaría quien liderara el partido.

Pablo Casado conversa con María Dolores de Cospedal, en una imagen de archivo / Efe
Pablo Casado conversa con María Dolores de Cospedal, en una imagen de archivo / Efelarazon

La exsecretaria general del Partido Popular fue decisiva volcando los apoyos de sus afines a favor de Pablo Casado para que fuera éste y no Soraya Sáenz de Santamaría quien liderara el partido.

“Me iré con la cabeza bien alta”. Esas fueron las palabras de María Dolores de Cospedal días antes de que hoy anunciara que deja la política después de que saltara la serie de grabaciones de sus conversaciones con el ex comisario Villarejo.

Como política lo fue casi todo en el PP. Después de conseguir la confianza de 15.090 votos de los afiliados, no pudo pasar a la segunda vuelta de las primarias del PP y se convirtió en decisiva volcando los apoyos de sus afines a favor de Pablo Casado para que fuera éste y no Soraya Sáenz de Santamaría quien liderara el partido.

Abogada del estado, se consagró en aquel congreso de Valencia en la que Mariano Rajoy le entregó el poder de Génova bajo la secretaría general. Le tocó dar la cara por las siglas del partido en momentos en el que comenzaba a dinamitarse por el escándalo del “caso Gürtel” y eso la quemó públicamente. De carácter curtido en mil batallas y un coraje ineludible. Aguerrida en la lucha partidaria, se enfrentó al ex tesorero Luis Bárcenas que la tuvo en el ojo del huracán. “Que cada palo aguante su vela”, fue la frase, perfectamente calculada, que empleó entonces.

Nacida en Madrid, pero criada en Albacete, fue la primera mujer en ganar en el bastión de José Bono, Castilla La Mancha, la presidencia de la comunidad. Trabajadora incansable, ganaba más en las distancias cortas. Como presidenta de Castilla La Mancha recorrió pueblo a pueblo donde mostró siempre especial interés por las personas mayores con quien se paraba a conversar, se hacía fotografías o repartía besos.

Como ministra de Defensa consiguió resolver el malestar de las familias de las víctimas del Yak-42, y pidió perdón en nombre del Estado. Entre sus objetivos se marcó la tan ansiada estabilidad presupuestaria para las Fuerzas Armadas y estaba siempre muy concienciada en la importancia de tener una seguridad exterior fuerte. Algunos la llamaban la “perfecta coronela”.

En la masacre del 11-M ocupaba la subsecretaría del Ministerio del Interior, bajo la dirección de Ángel Acebes. Siempre mostró una sensibilidad especial con las víctimas del terrorismo de hecho, siempre acudió a la llamada de las víctimas y parcipó en todos los homenajes.

Le gusta leer, la música y siente predilección por los cuadros del pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau. Su hijo, Ricardo, en alguna ocasión le hizo repensarse lo de la política después de que le preguntara en un cumpleaños si podría celebrarlo con él porque nunca estaba.

La decisión de irse ya la estaba meditando desde el verano, pero, finalmente, y a pesar de que sonara hasta en las quinielas para las europeas se va, para no perjudicar al partido.