Elecciones generales
Debates electorales: "En la izquierda también hay mucho machismo"
2019 ha sido un año en el que las movilizaciones de las mujeres han sido protagonistas. Ahora, cuatro millones de indecisas tienen en su mano diseñar el mapa político tras la cita con las urnas.
2019 ha sido un año en el que las movilizaciones de las mujeres han sido protagonistas. Ahora, cuatro millones de indecisas tienen en su mano diseñar el mapa político tras la cita con las urnas.
LA RAZÓN ha querido comenzar su serie de debates preelectorales dando voz a cuatro mujeres españolas de diferentes edades y situaciones profesionales para hablar de igualdad, conciliación familiar, brecha salarial, violencia doméstica, maternidad... una serie de temas que a buen seguro pesarán en la mente de a los aproximadamente 4 millones de mujeres que, según la macroencuesta electoral publicada por el CIS esta misma semana, aún no han decidido el sentido de su voto para el 28-A.
«Se habla mucho de la mujer, todos los políticos nos ponen en su boca pero cuando hay que concretar sobre temas específicos como la conciliación, nunca hay medidas concretas. Se habla mucho, pero se implementan pocas políticas concretas para apoyar a la mujer en su singularidad, y una de ellas es ser madre». Son palabras de Amaya Azcona, directora de la ONG Red Madre especializada en ayuda a la mujer embarazada y ella misma madre de 7 hijos (tres de ellos trillizos). Amaya cree que los políticos no se diferencian mucho entre ellos a pesar de su signo distinto: todos hacen poco para ayudar a la maternidad en situación de vulnerabilidad. «Mientras somos jóvenes tenemos las mismas oportunidades pero el momento en el que la mujer queda embarazada, ese es el momento en el que empieza la desigualdad y por eso son tan necesarias las políticas activas. Tiene que haber un cambio cultural importante para que los padres se incorporen a la corresponsabilidad», explica.
Para ella no hay duda de que se puede hablar un «mobing maternal» cuando se produce la vuelta de tener un hijo aunque ella pudo sortearlo: «He tenido 7 hijos. Cuando vinieron trillizos era el segundo embarazo y en ese momento salí del mercado laboral pero luego he podido volver a entrar», reconoce. Sin embargo, aunque todos los políticos, en su opinión, reconocen de una manera o de otra que «la maternidad está penalizada», lo cierto es que «pese a decirlo no hacen lo suficiente».
Sin embargo la realidad de la maternidad, y una maternidad numerosa como la suya además, no significa que se pierda eficacia desde el punto de vista laboral sino todo lo contrario. «Somos muy responsables. Más que muchos hombres. La maternidad te hace muy responsable. Una madre de muchos hijos se organiza mucho. No pierde el tiempo porque sencillamente no lo tiene. Tiene que tomar decisiones rápidas. Yo he tenido un aprendizaje muy especial que me habilita más aún para mi trabajo», explica. Pese a ello «las mujeres en España no tienen los hijos que quieren tener, se tienen 1,3 de promedio pero se tendrían dos si no fuera por las condiciones de precariedad laboral y también por la inestabilidad de las parejas».
Curiosamente esa penalización contra la maternidad no solo es de índole política y laboral sino también cultural. Amaya reconoce que «he ido a cenas acompañada por mi marido y me decían “trabajas o no trabajas” y en el momento en que decía “no, estoy en casa” ya no había más que dialogar. He percibido cierta discriminación intelectual pero creo que realmente deberíamos todos preguntarnos: ¿valemos por lo que ganamos y producimos o por lo que somos?».
Preguntada al respecto, Amaya reconoce que no le sorprende que no haya ningún mujer entre las los candidatos a la presidencia del Gobierno: «La estructura de poder es mayormente masculina así que no es sorprendente». De Rivera destaca que «tiene un perfil liberal que reconoce la igualdad entre el hombre y la mujer. Lo cierto es que la mayoría de los candidatos apoyan a la mujer al menos programáticamente, la conciliación, las guarderias gratuitas, etc... pero es porque el feminismo vende, es políticamente correcto. Lo que realmente haría falta es un pacto de Estado por la maternidad», concluye.
Mariluz González coincide completamente con Amaya en todo lo relacionado con la penalización que existe hacia la maternidad. Actualmente reside en León, es madre de dos hijas y aunque es docente de profesión trabaja en la Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical. «No se contrata a mujeres jóvenes porque pueden quedarse embarazadas. Cuando eres madre tienes dificultad en acceder al mercado laboral. La gente joven lo último que tiene entre sus prioridades es ser madre, lógicamente», dice para pasar a compartir una reflexión: «Tras la crisis muchos hombres se han tenido que quedar en casa y ahora están valorando el peso que le corresponde a los cuidados que tradicionalmente hacía la mujer».
Mariluz cree que «aunque todos los partidos se dicen feministas» no parecen serlo tanto «si se mira quiénes son sus candidatos. «En la izquierda hay muchos machistas también. Pablo Iglesias, por sus políticas no, pero por sus actitudes lo es». Al otro lado del espectro político, su opinión sobre Abascal tampoco es muy positiva: «De Abascal prefiero no hablar. Creo además que no debería estar ahí. He leído su programa y me parece hasta inconstitucional si me apuras».
Leire Navaridas tiene un hijo, es natural de San Sebastián pero lleva años viviendo en Madrid y trabajando en una agencia de comunicación especializada en dar servicio a empresas internacionales que, aunque tienen sus sedes centrales en otros países, están interesadas en realizar acciones de comunicación en España. «En mi empresa somos todo mujeres y hemos tenido hijos como conejas porque nos sentimos seguras», dice reconociendo lo afortunada que se siente por tener una jefa muy concienciada con la conciliación familiar hasta el punto de que ha recibido varios reconocimientos a su labor empresarial por esto mismo.
Como muchas mujeres de su generación, Leire no tiene problemas con definirse como feminista y, de hecho reconoce que «nuestra cultura va cambiando pero sigue teniendo un componente machista». Sin embargo, su feminismo tiene una característica peculiar: «Hay ideas que defiende el movimiento feminista que yo no comparto, como por ejemplo el aborto», afirma. Leire explica que abortó hace años «creyendo que era un derecho como mujer» y luego ha podido ver «los estragos que esa decisión ha tenido en mi vida», una experiencia que le ha llevado a concluir que «un feminismo sano no defendería nunca el aborto como un derecho». Para esta joven profesional vasca afincada en Madrid el próximo Gobierno debería avanzar por la senda de defender la maternidad y ayudar a la mujer embarazada. Sin embargo un atisbo de escepticismo puede notarse cuando habla de las esperanzas que tiene depositadas en los políticos: «Yo solo he votado entusiasmada una sola vez en mi vida y fue hace años y en unas municipales», confiesa poco antes de afirmar: «Ha pasado mucho tiempo desde que la política dejó de ser algo inspirador para los jóvenes».
Laura Muñoz Rodríguez es la más joven de las mujeres que participa en el encuentro que tuvo lugar en el Café Comercial de Madrid. Tiene 25 años y está estudiando la carrera de Periodismo en la capital pero es natural de Cuenca. Actualmente hace prácticas en una revista sectorial. Significativamente, a pesar de su juventud, el feminismo de Laura es el menos entusiasta de las cuatro. «A veces pienso que se está llegando a un punto de feminismo en el que casi se está convirtiendo a un nuevo machismo. Hay gente a la que incluso le sienta mal ir por la calle y que le digan un piropo. A mí no», confiesa.
Sin embargo coincide con sus compañeras totalmente en su escepticismo hacia la clase política en general. «Ningún partido hace lo que dice. Ninguno va a mirar realmente por la mujer. Ahora nos hablan de exhumar a Franco y con eso, ¿qué es lo que están haciendo? Quitarnos la mirada de lo que realmente es importante». Laura comenta lo dificil que es para la gente de su edad conseguir trabajo: «No hay empleo para mujeres pero tampoco para hombres», y concluye: «A los políticos lo que hay que pedirles es que de una vez digan la verdad».
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