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Deformar la realidad

La Razón
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Desde hace ya unos años, y coincidiendo con el impulso que el entorno de ETA ha dado a sus planteamientos falsarios en la esfera europea, han ido apareciendo unos supuestos expertos en «conflictos». Mediadores internacionales, les llaman. Sus mayores defensores, qué casualidad, son aquellos que tienen la boca manchada de sangre, aquellos que hace años brindaban cuando ETA disparaba, que hoy se niegan a condenar más de 800 asesinatos y que ahora se presentan en Europa como unos pacifistas incomprendidos que desean pasar página y construir la paz en el País Vasco. ¿A qué precio? La pregunta será respondida hoy por el Foro Social impulsado por Lokarri, cuyas conclusiones han sido construidas con un punto de partida claro: la teoría del conflicto; esa que permite calificar de asesinato «político» el brutal crimen terrorista que acabó con la vida de Buesa. Cualquier foro de debate que conciba décadas de asesinatos selectivos como un periodo en el que dos bandos han roto a matar carece de legitimidad moral. Menos aún si el objetivo es deformar la realidad colocando a los presos de ETA en el centro de un escenario en el que –que no se nos olvide– una banda de criminales sigue sin entregar sus armas. Con todo, lo triste no es que el planteamiento totalitario de la izquierda abertzale esté ganando enteros en el panorama internacional sino que instituciones democráticas, a estas horas, están más atentas a lo que Rufi Etxeberria y compañía han colocado en las conclusiones del Foro que a velar por la consecución de un escenario presidido por la memoria, la dignidad y la justicia.