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Díaz suelta lastre y asume la culpa del PSOE en el problema catalán

Susana Díaz, durante el desayuno informativo organizado por el Fórum Europa, donde ha presentado su proyecto político.
Susana Díaz, durante el desayuno informativo organizado por el Fórum Europa, donde ha presentado su proyecto político.larazon

Sin pelos en la lengua, ante una gran expectación y en presencia de la plana mayor del PSOE de ayer y de hoy, se presentó ayer en Madrid la presidenta de Andalucía, Susana Díaz. Y lo hizo para decir en público lo que muchos comparten en privado: que los socialistas tienen responsabilidad, y mucha, en el problema catalán; que hay que desmontar la trampa del derecho a decidir -que defiende el PSC; que Zapatero se equivocó al decir que aceptaría cualquier Estatuto que llegase del Parlament y Elena Salgado no estuvo fina al pronosticar brotes verdes que nunca llegaron. Soltó lastre. ¡Vaya si lo soltó! «Lo que pasó nunca debimos consentirlo», afirmó rotunda ante la mirada fija de Rubalcaba, pero también de Valenciano, de Griñán, de Pere Navarro, de la aludida Elena Salgado, de Carlos Solchaga, de Rosa Conde y de hasta José Barrionuevo.

Díaz está de moda en el PSOE, tanto como para que un entregado Juan Antonio Belloch llegara a decir de ella a la salida del desayuno informativo en el que participó: «Ha nacido una estrella». Estrella o no, el socialismo está rendido a la mujer que controla el poder orgánico de la mayor federación del partido y también el poder institucional de la Comunidad que más votos ha aportado a estas siglas en los últimos 30 años. Y, quizá por eso, pero también porque saben que es verdad, nadie matizó o enmendó sus palabras cuando se refirió al compromiso del anterior jefe del Ejecutivo con Cataluña: «Les voy a ser sincera, creo que no se acertó cuando se proclamó que se aceptaría cualquier Estatuto que viniera de Cataluña». Claro que a esto le siguió una crítica al PP, al añadir que fue un «inmenso error» de este partido «iniciar una ola de anticatalanismo por toda España», con una recogida de firmas contra el Estatuto que iba dirigida exclusivamente a «captar votos a cualquier precio». Tras defender que hay que «aprender de los errores cometidos», habló de la necesidad de «reconducir» la situación y desmontar «la trampa del derecho a decidir», porque hay «muchos catalanes» que se identifican como catalanes y españoles y a los que una mayoría no puede «privar» de su nacionalidad: «Unos no pueden decidir por todos que quieren romper la unidad de este país», remarcó rotunda antes de llamar a Rajoy a que no eluda su responsabilidad de «liderar la salida» de esta situación, que ha llegado «demasiado lejos». Su propuesta: diálogo, democracia y Estado de Derecho. El problema, en su opinión, es que «una parte muy significativa de los catalanes ha dejado de creer en las posibilidades de un proyecto común con el resto de España». Pero también, que el independentismo catalán «le ha venido como anillo al dedo el ''España nos expolia"», para eludir las propias responsabilidades. La respuesta que hay que dar a Cataluña pasa, según sus palabras, por la claridad, que también consiste en dejar patente que el derecho a decidir la independencia «no existe en ninguna constitución del mundo». A partir de aquí, hizo una defensa de la reforma de la Carta Magna, que no es «intocable» y «debe saber recoger las demandas de una sociedad que tanto ha cambiado en las últimas tres décadas». Una reforma que, a su juicio, debe «reconocer la singularidad de comunidades que tienen una identidad bien diferenciada y, al mismo tiempo, garantizar el principio irrenunciable de la igualdad básica de todos los ciudadanos y de todas las ciudadanas de este país, hayan nacido donde hayan nacido y vivan donde vivan». Y Andalucía, concluyó, está «dispuesta a contribuir a esa tarea, a arrimar al hombro». Lo dijo de otro modo: «Sabremos jugar un papel equilibrador, respetuoso con las identidades de cada uno, integrador de todos y de defensa del principio de igualdad».