Política

Dos años de la victoria del PP

«Dimos» la vuelta a la situación

La reforma laboral emprendida por el Gobierno de Rajoy ha permitido que España sea el país de la eurozona donde más crecen las exportaciones
La reforma laboral emprendida por el Gobierno de Rajoy ha permitido que España sea el país de la eurozona donde más crecen las exportacioneslarazon

Primero, hay que explicar el «dimos». Creo que lo que se ha hecho en España es mérito de todos los que se empeñaron en cambiar la situación recibida en 2011. Por supuesto, el Gobierno, pero también empresarios, autónomos, trabajadores, muchos comités de empresa, como los del sector automovilístico, familias y personas que no se han dejado rendir por la crisis, aunque lo hayan pasado o lo estén pasando mal. Sin embargo, he de quitarles el mérito a quienes desde el análisis, la política o los sindicatos se empeñaron y se empeñan en ser agoreros y anuncian que derogarán lo que ha costado tanto sacrificio construir. Ellos no forman parte del «dimos» del título de este artículo. Se ha cambiado la situación a pesar de su rémora.

El cambio ha consistido en rebajar la prima de riesgo y alejar el fantasmón del rescate. Rescate que muchos veían como ineludible y que ahora es impensable. Es verdad que hubo que soportar primas de riesgo de 650 puntos en verano de 2012, ahora camino de los 200; era la desconfianza en nuestro esfuerzo. Año y medio después, todo apunta a que era una desconfianza sin fundamento.

El cambio ha consistido en aprobar y, luego, aplicar una reforma laboral que hace, entre otras cosas, que seamos el país de la zona euro donde más crecen las exportaciones. La balanza comercial se equilibra. Una reforma laboral que se espera que permita que se creen puestos de trabajo con crecimientos del 1% del PIB, cuando antes se necesitaba el 2,5% por lo menos.

El cambio ha consistido en agilizar las estructuras de producción de tal forma que las empresas son más competitivas. El sector del automóvil es paradigmático. Sus multinacionales relocalizan nuevos modelos en nuestras factorías. Es cierto que ahora no hay inversión fuerte en infraestructuras públicas en España. Pero nuestras constructoras arrasan en los concursos internacionales. Somos una potencia en ingeniería civil. El túnel bajo el Bósforo es sólo una demostración más.

El cambio ha consistido en estabilizar un sector financiero en bancarrota: las cajas de ahorros. Convertir Bankia en una institución que ha recobrado la confianza de clientes e inversores es otra muestra de lo que se ha hecho desde el Gobierno, con la ayuda europea, la profesionalización del Banco de España y el alejamiento de los políticos de sus consejos de administración.

El cambio ha consistido en cumplir con los compromisos de déficit con la UE. Es verdad que ha habido que renegociarlos. Pero también es verdad que fue necesario renegociarlos porque los números heredados del anterior Gobierno eran falsos: había déficit oculto. Como es verdad que el Gobierno ha tenido que establecer el FLA para pagar las facturas reconocidas, y las ocultas, de muchos proveedores de administraciones públicas. Con ello ha salvado de la bancarrota a pymes y autónomos abocados al desastre en la trampa creada por el incumplimiento de compromisos de pago de esas administraciones.

Dar la vuelta a la situación ha consistido en que el Índice de Confianza del Consumidor haya crecido durante 2013. Aunque haya caído en octubre, como ocurre con muchos indicadores sujetos al factor estacional de la economía española. Lo mismo ha pasado con el IPI (Índice de Producción Industrial), que ha vuelto a crecer en septiembre sobre agosto, más de lo que lo hizo el 2012. El IBEX va, según todos los expertos, camino de los 11.500 puntos con los vaivenes propios de un mercado inmobiliario. El dinero fluye desde fuera. Los fondos invierten en nuestros activos, mobiliarios e inmobiliarios. Activos que en España están baratos, sus precios son inferiores a su valor, pero se están recuperando.

Dar la vuelta a la situación ha consistido en que las previsiones de crecimiento para 2014 vayan aumentando con el tiempo. El propio Gobierno ha tenido que corregir su primer cuadro macroeconómico aumentando a un 0,7% el crecimiento del PIB para el próximo año. El consenso del mercado ya da más del 1%. Y si bien es cierto que la UE sigue preconizando un 0,5%, es seguro que modificará sus predicciones en poco tiempo.

No todo es bueno. Es verdad que durante estos dos años el desempleo ha alcanzado el 26% y el paro juvenil el 56%. Pero en el año presente, la tasa interanual de crecimiento del paro será negativa, algo que no había ocurrido en los años de la crisis. También es verdad que el déficit de las administraciones públicas sigue siendo excesivo, pero este año y, sobre todo el que viene, se cumplirán, más o menos, los compromisos con la UE. Estamos en el camino de recomponer las finanzas públicas. Las consecuencias de las reformas estructurales, encuadradas en el CORA aún no se notan, habrá que esperar a conocer sus resultados. Como habrá que esperar para que se cumpla la promesa electoral de reducir los impuestos o, por lo menos, devolver el IRPF a los niveles de 2011. La deuda pública llegará al 100% del PIB. Eso creará una carga de intereses de más de 30.000 millones, algo que impedirá invertir y obligará a reducir gastos en las administraciones, medida imprescindible dada esa carga. Afortunadamente, empresas, familias y particulares están reduciendo su endeudamiento con lo que España recupera solvencia. Ésta es una más de las razones por las que, junto al Gobierno, se debe reconocer a una gran parte de la ciudadanía que el esfuerzo es de muchos.

Si se compara lo que se ha hecho, con lo que falta por hacer, el balance es positivo. Aunque tanto organismos internacionales, como expertos nacionales insistan en que es necesario profundizar las reformas. Reformas que hubieran sido más eficaces y, sobre todo, más duraderas, si la oposición (causante de buena parte de los problemas) hubiera reconocido sus errores, abrazado el pragmatismo frente a la ideología radical y apoyado medidas que eran necesarias.

La economía es prioritaria para el Gobierno de Mariano Rajoy; su preocupación, el foco de sus esfuerzos. A una situación inicial catastrófica le «hemos» dado la vuelta.