Algeciras

El año perdido de Zoido

Tras la marcha de Griñán, Susana Díaz llegará la semana que viene cómodamente a la presidencia de la Junta

El último año de Zoido al frente de la presidencia de los populares andaluces ha sembrado el desánimo
El último año de Zoido al frente de la presidencia de los populares andaluces ha sembrado el desánimolarazon

A la espera de que el PP se decida a nombrar al candidato que habrá de enfrentarse a la renovación socialista de Susana Díaz, el último año de Juan Ignacio Zoido al frente de la presidencia de los populares andaluces ha sembrado el desánimo en las filas del partido. «Con Arenas, el grupo parlamentario "mordía", preparábamos los temas y marcábamos la agenda. En tan sólo un año hemos perdido toda la forma. Zoido, habitualmente, ha llegado a la Cámara sin prepararse los asuntos, incluso los relativos a los ERE. Así, ni Griñán ha tenido que tomárselo en serio», comentan entre dientes algunos dirigentes. Entre los leales miembros del PP andaluz más que la crítica destructiva se acentúa el lamento. Y la queja, cada vez más pública, para que acabe con una insostenible situación de provisionalidad que concede todo el campo de acción política al PSOE.

En marzo de 2012 el PP no pudo alcanzar la mayoría absoluta que le posibilitaba llegar a San Telmo.Esto precipitó la decisión de Arenas de abandonar su destino andaluz. Empezó la interinidad. Zoido fue elegido en un congreso regional en julio del año pasado. Desde entonces. y pese a la disciplina de las distintas agrupaciones provinciales, el desasosiego ha ido en aumento. El presidente del PP, que tampoco ha entregado buenos resultados tras más de dos años como alcalde de la capital andaluza, atiende con dificultad y retraso las peticiones de los distintos líderes locales, que se encuentran desorientados. «Apenas un viaje por semana a algún punto de la geografía andaluza y obligado», comentan voces de más de una de las agrupaciones provinciales.

La estrategia de comunicación, pese a los esfuerzos del secretario del PP regional, José Luis Sanz, se ha ido diseñando a trompicones, con la ausencia reiterada de Zoido. «A muchas ruedas de prensa llega tarde, acelerado y sin conocer bien los asuntos. No es puntual», comentan los periodistas que atienden las comparecencias de la calle San Fernando de Sevilla.

Este verano, mientras el alcalde sevillano disfrutaba de sus vacaciones en la Costa del Sol (hay que retrotraerse al 24 de julio para encontrar una comparecencia de Zoido en calidad de presidente del PP-A, amén del acto de ayer puntual en Málaga) se ha sucedido un plantel de portavoces en la sede regional del PP. Voluntariosos, pero incapaces de capitalizar la labor de oposición. «No puede ser que cada día venga uno. El esfuerzo no se rentabiliza ni electoral ni socialmente», comentaba alguno de los comparecientes.

Pese a no alcanzar la Junta en marzo de 2012, el PP regional conquistó en las municipales de mayo de 2011 la mayor cota de poder en toda sus historia. Gobierna, conjuntando destacados personalismos y sentido de partido, las ocho capitales de provincia; ciudades como Marbella, Jerez de la Frontera o Algeciras y cinco diputaciones (Málaga, Granada, Almería, Cádiz y Córdoba). Poder concentrado en la región más poblada de España. Un poder, local y provincial, que está obligado a mejorar su tarea de coordinación y políticas en común, con el sello de eficacia y productividad del PP. A tal fin, la tarea de Zoido, ausente, resulta imprescindible. Y no sólo para el PP-A, sino también para el partido a nivel nacional que no puede consentir que Andalucía vuelva a ser un feudo socialista impenetrable, lo que pondría en riesgo el liderazgo nacional del PP.Los resultados y la cohesión del partido en la región están «en riesgo», alertan algunas voces.

Ante el relevo de Griñán, quien abandona oficialmente la presidencia andaluza el próximo martes 27 de agosto, el PSOE se muestra relajado y cómodo. «Zoido nos facilita mucho las cosas», comentan divertidos algunos veteranos socialistas. La inminente llegada de Susana Díaz no puede tener la callada popular por respuesta.