Terrorismo yihadista

El Estado Islámico coloca bases operativas en Ceuta y Melilla

Su proximidad con Marruecos y su población las hacen idóneas para los planes yihadistas

Una de las últimas yihadistas detenidas en España
Una de las últimas yihadistas detenidas en Españalarazon

El Estado Islámico, el DAESH, está ya entre nosotros. La reciente operación hispano marroquí, en la que ha sido desarticulada una red para captar mujeres y enviarlas al frente sirio-iraquí, así lo ha puesto de manifiesto. Las bases operativas elegidas eran Ceuta y Melilla, y no es casualidad, sino que responde a razones muy concretas, que deben aumentar, más si cabe, el nivel de alerta contra los yihadistas. El objetivo ahora era el de buscar mujeres para «aparearlas» con los moujaidines y someterlas a una auténtica esclavitud, pero mañana los planes pueden ser más agresivos y directos contra nuestro país. Faltaba un mes para que ISIS proclamara, en julio de 2013, su califato y se convirtiera en Estado Islámico (DAESH), cuando LA RAZÓN publicó un reportaje sobre el peligro que la creciente radicalización del yihadismo suponía para Ceuta y Melilla. El reportaje, alarmista para algunos entonces, se ha confirmado en todos sus puntos pasados los meses y el islamismo radical tiene en ambas ciudades una cierta infraestructura, en estrecha conexión con localidades marroquíes de Nador y Castillejos.

La elección de Ceuta y Melilla no la han hecho los yihadistas al azar: creciente radicalización de los islamistas, sobre todo a través de las mezquitas y en casas particulares de las barriadas del Príncipe y de La Cañada, respectivamente; documentación española de posibles islamistas y, por lo tanto, utilizable sin problemas en la UE; conocimiento de las costumbres occidentales y del idioma español; acceso fácil a las redes de gran capacidad de internet; etc. Hay otro dato a tener en cuenta y es el de los varones de origen africano, en especial de Marruecos, que sirven o han servido en las unidades militares acantonadas en Ceuta y Melilla, donde aprenden modernas técnicas de combate y uso de armamento.

Demasiados factores, y no son todos, como para que, tal y como anunció este periódico, ambas ciudades autónomas no estuvieran en el punto de mira del DAESH y de las bandas yihadistas que combaten en el Sahel, como Al Qaeda para el Magreb Islámico (AQMI).

Llama la atención las críticas que, elementos que se auto proclaman progresistas, se realiza en Ceuta y Melilla por medio de los vallados contra la política de contención de la migración ilegal que llega de la zona subsahariana ¿Cuántos yihadistas habrían entrado en Europa, además de los que seguro que se han logrado colar, si no se mantuviera esa firmeza?.

No es lo mismo salir hacia Siria o Iraq desde Marruecos que desde las ciudades autónomas, conectadas con Europa por mar y aire; y que, si no se tienen antecedentes, sus fronteras pueden ser atravesadas sin problemas. Pero no sólo como lugar de tránsito, sino como bases operativas de reclutamiento.

EL DAESH, con sus brutales métodos de asesinatos masivos, grabados en vídeo y difundidos a todo el mundo, es digno sucesor del que fundara en 2002 el jordano Abu Musab al Zarqawi, bajo el nombre de Tawhid wa al-Jihad, quien era leal a la Al Qaeda de Osama Ben Laden. El hecho de que su actual cabecilla, Ibrahim Awwad Ibrahim Ali al-Badri al-Samarrai, el Bagdadi, que se hace llamar califa Ibrahim, lo haya convertido en el Estado Islámico (DAESH) y que lo quiera desarrollar en todos sus aspectos, no sólo en el militar, precisa que numerosas mujeres de «casen», por las buenas o por las malas, con moujaidines (soldados) y que tengan cuántos más hijos mejor, que serán formados desde el primer día en el Islam más radical, recogido en la Sharia, y, por supuesto, en el odio cerval a los infieles. No ha sido infrecuente ver a niños sosteniendo la cabeza cortada de un «infiel». Hacen falta por lo tanto mujeres, previamente fanatizadas, que se sumen al nuevo «Estado» y Ceuta y Melilla eran, una vez más, los mejores centros de operaciones por las razones antes citadas.

La operación que días pasados realizaron la Comisaría General de Información de la Policía Nacional española y la Dirección General de la Vigilancia del Territorio del Reino de Marruecos (DGST), permitió desmantelar, en ambas ciudades y la marroquí de Castillejos, una red para enviar mujeres al frente sirio-iraquí es, por lo tanto, una acción realmente importante.

Para el DAESH, si se quiere consolidar, tan importante es contar con armamento y combatientes, como lograr estructurar una sociedad que sirva de base para el nuevo Estado. Se reclutan soldados, pero, con la misma intensidad, ciudadanos. Un ejemplo parecido lo tenemos en Nigeria y las actuaciones delictivas de Boko Haram, algunas de ellas muy recientes, para secuestrar mujeres, la mayoría menores de edad. Su cabecilla, Abubakar Sehaku, dice que las vende, o se las queda, pero lo que está claro es que primero las “convierte” al islam y después las dedica a tener hijos, hacer la comida y labores de hogar y, sobre todo, ser el «descanso del guerrero». No es casualidad que, a tantos kilómetros, los promotores yihadistas de nuevos «estados» sigan la misma estrategia. Algo que debe tener en cuenta Occidente.

Por todo ello, no sorprende la estructura que la red desmantelada por España y Marruecos había establecido. La organización, que tenía pretensiones de continuidad, se dividía en tres estratos: directores, máximos responsables de la red; facilitadores y colaboradoras (mujeres jóvenes), que eran las que se ocupaban del reclutamiento directo, en una primera fase a través de las redes sociales.

Las que «picaban» entraban en una fase de radicalización y, una vez «maduras», se establecía el contacto directo y se preparaba el viaje a las tierras del DAESH, donde no les esperaba un mundo idílico sino la esclavitud sexual, malos tratos y, ante todo, la falta de libertad.

A los terroristas del DAESH no les ha pasado por alto que en las ciudades autónomas, el avance de la población musulmana es imparable, por el mayor índice de natalidad (Melilla es la única zona de España en la que han aumentado los nacimientos: el 4 por ciento, según las últimas estadísticas); y porque responde a un plan preestablecido. El proceso de control de las dos ciudades lleva hasta el punto, como denunció LA RAZÓN en el reportaje de junio del año pasado, de que las mezquitas más radicales están siempre vigiladas por elementos islamistas.

Dicen que muchas veces vale más una imagen que mil palabras. Cinco de la tarde, en el barrio de La Cañada de Melilla («no se te ocurra ir por allí y menos con una cámara», me habían aconsejado. Las mezquitas están rodeadas de auténticos dispositivos de contravigilancia). ¿Qué es lo que no quieren que se sepa o se fotografíe? Las operaciones policiales realizadas desde entonces han dado la respuesta, en especial la desarticulación de la red de captación de mujeres. El enviado especial de LA RAZÓN escapó de los pelos de tener un serio incidente porque un musulmán radicalizado se empeñó en que no estaba fotografiando la fachada de una de esas mezquitas (Omar Bin Al Jattabi), sino a su mujer, imposible de fotografiar porque iba vestida con un niqab, y sólo se le veían los ojos. La broma era fácil y tenía todo el derecho a hacerla: «¿Pero es tu mujer o alguien vestido de Batman?», pero la prudencia aconsejó el silencio.

Está claro que el incidente formaba parte de la estrategia para echar a los occidentales del barrio y, en concreto, de la Cañada Hidum, donde se encuentran las mezquitas más radicalizadas.

Las Fuerzas de Seguridad lo están haciendo bien, pero el problema sigue ahí. El DAESH considera Ceuta y Melilla como bases operativas y estos fanáticos no son de los que se paran ante el primer revés.

La estabilidad en África, clave para España

Desde que se hizo cargo del Ministerio de Defensa, Pedro Morenés ha afirmado que la seguridad de África es la seguridad de España. Por ello, en los últimos años ha aumentado la presencia de militares españoles. No todas las misiones tienen como fin frenar el avance yihadista, pero sí ayudar a estabilizar ciertas regiones y formar Fuerzas de Seguridad capaces de hacerle frente. En la actualidad, hay desplegados unos 600 efectivos en siete misiones: (Atalanta, en la costa de Somalia; EUFOR-RCA, en República Centroafricana; Destacamento Mamba, en Gabón; EUTM-MALI; Destacamento Marfil, en Senegal; Eucap Nestor, en Yibuti, y EUTM-Somalia). De todas, destaca la misión de entrenamiento en Mali, con 123 efectivos, para adiestrar al Ejército del país para luchar contra el yihadismo. Además, España pertenece a la «Iniciativa 5+5», formada por 10 países de la ribera Mediterránea. Hace unos días, acordaron un frente común contra esta amenaza.