Estados Unidos
El «golpe» de las fotocopias
L a izquierda siempre ha llegado al poder en España si previamente se producía algún suceso excepcional y grave. En 1931 lo consiguió tras unas elecciones municipales que provocaron que Alfonso XIII se tuviera que exiliar y con la izquierda ocupando las calles. La cuestionable victoria del Frente Popular en el 36 tuvo como antesala su fracaso en la Revolución de Octubre del 34 y el famoso escándalo del estraperlo. El golpe de Estado del 23-F y la descomposición de UCD condujeron a la histórica victoria socialista del 82. Finalmente, la masacre del 11-M, en la última semana de unas elecciones, hizo que el PSOE ganará el 14 de marzo de 2004. La izquierda agitó las calles, montó manifestaciones e incluso cercó las sedes del PP el día antes de la consulta. Hay quien pensaba que se podía montar ahora una «Causa General» contra Rajoy, el Gobierno y el PP. Han sido semanas muy difíciles, porque el presidente del Gobierno y sus colaboradores han sufrido, incluso, los ataques de algún medio que consideraban próximo y que llegó a titular que Cospedal desmentía las acusaciones y anunciaba querellas, pero dejaba dudas. No hay nada peor que el fuego amigo. LA RAZÓN mantuvo desde el primer momento la honradez de Rajoy, el PP y sus dirigentes. Hay que ser siempre cautos, porque todos podemos ser objeto de una manipulación interesada que esté mejor o peor elaborada. Hay quien quería destrozar a Rajoy por el expeditivo método de adjudicarle un comportamiento poco ético. No se puede dudar de la honorabilidad de una persona, como si los periodistas tuviéramos un pase de libre circulación por el Código Penal o Civil. Es evidente que había un intento de organizar una «Causa General», tal como titulamos en nuestra portada, y se hacía sin pruebas y con insidias. Los expertos calígrafos nos pusieron tras la pista de que las famosas fotocopias, que fueron denominadas como «los papeles de Bárcenas», podían ser una burda falsificación. Cada día que pasa se comprueba la inconsistencia de esa «Causa General». No hay ni una sola prueba que demuestre pagos ilegales y todo indica que jamás existieron. Hasta el momento sólo hay la inconsistente declaración de Jorge Trías Sagnier, un diputado tan breve como irrelevante, que habla de oídas y que asegura que las fotocopias se corresponden con unos papeles que asegura que le enseñó Bárcenas, que ha negado su autoría, hace años. Una afirmación sorprendente en un abogado, que es amigo personal de Garzón y está resentido con el PP. No le hicieron ministro o secretario de Estado, pero además no le pagaron una desorbitada factura que presentó por defender a Bárcenas. Es poco serio y muestra una impericia inquietante. El comportamiento de Trías y sus relaciones con magistrados hubieran sido un gran escándalo en Estados Unidos, aunque en España todo vale con tal de vulnerar el derecho al honor.
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