Francia
El himno en otros países
Una llamada para el imperio
Rubén G. del Barrio / Berlín
El himno de Alemania o “Das Lied der Deutschen” (La canción de los alemanes) fue escrito por August Heinrich Hoffmann en 1841 y el acompañamiento instrumental corrió a cargo de Joseph Haydn en 1797. Su primera estrofa, “Deutschland, Deutschland über alles"(Alemania, Alemania, sobre todas las cosas) era un llamado a los alemanes para erigir un imperio germano. Sin embargo, y a pesar de que la letra es anterior a la Segunda Guerra Mundial, su uso por los nazis provocó que, tras el conflicto bélico, los aliados prohibieran su uso. De hecho, las líneas escritas por Hoffmann combinan muy bien con los propósitos de los nazis, quienes conservaron la “Canción de los alemanes” como el himno del Tercer Reich, pero cantando solo la primera estrofa. En 1952, el canciller Adenauer convirtió el tema de Hoffmann en el himno de la Alemania Occidental, aunque en eventos estatales sólo debía oírse la tercera estrofa. En 1991, un año después de la reunificación de Alemania, ese segmento del tema de Hoffmann junto a la melodía de Joseph Haydn pasó a ser el himno nacional del pueblo alemán. No hay ley que prohiba cantar las otras estrofas, pero estas no forman parte del himno en cuestión.
Y a la sexta hubo banderas y estrellas
Julio Valdeón / Nueva York
The star-spangled banner (La bandera adornada de estrellas), es con seguridad uno de los himnos nacionales más reconocibles del mundo. La letra fue escrita por Francis Scott Key tras el ataque contra el fuerte McHenry en Baltimore por las tropas británicas en 1812. La música, compuesta por John Stafford Smith en 1777, se había convertido en una tonada popular en Londres. The star-spangled banner no fue adoptado como himno hasta 1931, luego de que el congresista John Charles Linthicum hubiera presentado la idea, sin suerte, en no menos de seis ocasiones. Claro que para entonces era ya el himno oficioso del país, interpretado en las ceremonias militares, durante las celebraciones de 4 de julio, día de la Independencia, y también en algunos eventos deportivos. Respetada incluso por quienes la usaron para protestar, como Jimi Hendrix y su legendarias interpretaciones con su incendiaria Fender Stratocaster durante los convulsos sesenta, The star-spangled banner cuenta con el afecto de una ciudadanía que se reconoce en la defensa de los valores constitucionales. Aunque también es cierto que compite con himnos oficiosos como America de Samuel Francis Smith, America the beautiful de Katherine Lee Bates, God bless America de Irving Berlin y, en otra onda completamente distinta, con la formidable This land is your and de Woody Guthrie.
«La Marsellesa» en la escuela
Asunción Serena / París
La Marsellesa es el himno nacional de Francia, como indica su Constitución. Fue compuesto en 1792 por Rouget de Lisle para enardecer a los soldados que debían defender la Revolución frente a la tiranía de los monarcas europeos. Desde entonces ha sido objeto de numerosas críticas, y se han propuesto otras versiones, pero sin éxito. Ni siquiera Léo Ferré, Georges Brassens, o Serge Gainsbourg con su «Marsellesa reggae », han logrado imprimir su marca. Todas estas versiones han pasado al olvido, mientras que la polémica frase sobre «la sangre impura que riega nuestros surcos », sigue de actualidad.
Los niños deben aprender la Marsellesa en el colegio. Forma parte de los programas de moral y civismo. Y los políticos la han usado con frecuencia, como Nicolas Sarkozy o Manuel Valls, para simbolizar la necesidad de integración de los inmigrantes que llegan a Francia. En los estadios es donde las polémicas han sido más frecuentes y virulentas en los últimos años. En 2002, durante el partido Francia-Argelia, Jacques Chirac que era entonces presidente de la República, abandonó el estadio cuando comenzaron a pitar la Marsellesa. Y no ha sido la única vez. También ha habido fuertes críticas contra jugadores como Anelka y Benzema, cuando se negaban a mover los labios mientras se cantaba el himno nacional. Sin embargo, tras los atentados de enero y noviembre de 2015, los diputados entonaron la Marsellesa en el interior del hemiciclo, algo que no se oía desde el final de la Primera Guerra Mundial. Y muchos franceses redescubrieron entonces su poder de galvanización de una nación.
El extraoficial «Dios salve a la reina»
Celia Maza / Londres
En el Reino Unido, no existe como tal ninguna normativa que regule el himno oficial. A diferencia de Escocia, que cuenta con Flower of Scotland, o Gales, que tiene Land of My Fathers, Inglaterra carece de himno nacional propio. Pero, en cualquier caso, el conocido como God Save the King (Dios salve a la reina o rey), es una canción patriótica del Reino Unido que ha sido tradicionalmente usada como himno nacional de este país, sus colonias y aquellos países de la Comonwealth que reconocen al monarca británico como su jefe de Estado. La letra dice lo siguiente: “Dios salve a nuestra gloriosa Reina, Larga vida a nuestra noble Reina, Dios salve a la Reina; Que la haga victoriosa, Feliz y gloriosa, Que tenga un largo reinado sobre nosotros: Dios salve a la Reina”. Se trata de una canción con origen incierto publicada por primera vez en 745 en The Gentleman's Magazine, aunque versiones similares ya circulaban en el siglo anterior. Hay quien sitúa como antecedente de esta pieza una versión francesa, Grand Dieu sauve le Roi, con letra de la duquesa de Brinon y música de JeanBaptiste Lully, compuesta en 1686 para conmemorar la curación de Luis XIV de unas molestas fístulas anales. En 1792, los franceses tomaron aquella música como himno de la familia real.
Como peculiaridad, cabe destacar que el principado de Liechtenstein tiene en su himno nacional la misma música que la británica, pero diferente letra, con el título “Oben am jüngen Rhein” (“Arriba del joven Rin”). La letra fue escrita en 1850 por Jakob Josef Jauch. Hasta 1963, el primer verso y título era «Oben am deutschen Rhein» («Sobre lo alto del Rin alemán»). La supresión de la mención alemana se remonta a 1963, después de la Segunda Guerra Mundial y el periodo nazi.
El sacrifico por la libertad
Macarena Arcos / Roma
El Himno de Italia debe su nombre por el joven soldado Golffredo Mameli, y se escribió en el último tercio del siglo XIX. A pesar de su juventud ha sido considerado siempre por los italianos como el himno nacional y se consolidado definitivamente después del fascismo y la llegada al país de la república en 1948.
Existen dos versiones, una extensa y una reducida, la oficial, que además, se pone en todos los partidos de la selección italiana y en los juegos olímpicos. Entre los italianos nunca ha existido complejo por no conocer el texto, aunque buena parte de los transalpinos se lo saben. Ha sido considerado siempre como un instrumento de unidad nacional. Y no en pocas ocasiones se ha visto utilizado por los sectores más extremistas de derechas.
Un ejemplo de cómo los sectores más artísticos y liberales dentro del pensamiento intelectual transalpino se enorgullecen es la imagen de Roberto Benigni en 2011, coincidiendo con el siglo y medio de la unidad de Italia, entrando a caballo en el Festival de Sanremo. Una entrada en escena a la que le siguio un monologo de más de una hora explicando el origen y la importancia de un himno que 70 años después del fascismo resume el sacrificio por la libertad del pueblo italiano.
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