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El PP apelará a otro “milagro económico” frente a Cs y Vox

Casado quiere recuperar la bandera de los gobiernos de Aznar y se apoya en economistas

El líder el PP, Pablo Casado, visitó ayer una explotación ganadera en la localidad abulense de Las Navas del Marqués / PP
El líder el PP, Pablo Casado, visitó ayer una explotación ganadera en la localidad abulense de Las Navas del Marqués / PPlarazon

Casado quiere recuperar la bandera de los gobiernos de Aznar y se apoya en economistas.

El PP se lo va a jugar casi todo en esta campaña a la carta económica. España, sí; pero también el empleo y el crecimiento. La dirección nacional trabaja ya a destajo con un equipo de economistas, algunos de ellos ligados al partido en otros momentos, y otros reclutados como independientes, para dar forma a la promesa de otro gran «milagro económico». Se sostendrá, como principal baza electoral, en el compromiso de una bajada generalizada de todos los impuestos. Una de las «cartas» que se guarda Casado para la campaña es este capítulo fiscal, que enlaza con la política de los gobiernos de Aznar, y que incluso cuantificará en lo que supondría de ahorro medio para cada español un Ejecutivo del PP.

El PP arrastra el desgaste de algunas de las impopulares decisiones que tuvo que adoptar el Gobierno de Rajoy para hacer frente a la crisis económica en su primera Legislatura. La amnistía fiscal, subidas de impuestos. Y que en algunos casos tuvieron su continuidad en el segundo mandato de Rajoy. El ex ministro Cristóbal Montoro no está entre los más populares dentro del electorado conservador, por ejemplo, y ese recuerdo es una carga de la que quieren librarse en el nuevo equipo popular. Pero aun así, en el PP entienden que en líneas generales sus siglas siguen siendo un referente de buena gestión económica y de creación de empleo, y quieren, también, que vuelvan a estar asociadas a la idea de la bajada de impuestos, otra de las banderas con la que ha intentado hacerse Albert Rivera en los últimos años. En buena parte a cuenta, por cierto, del acuerdo de investidura que firmó con Rajoy en 2016, y que le sirvió como plataforma para colgarse como medallas todas las decisiones con tirón entre la opinión pública que se incluyeron en el pacto.

La dirección del PP tiene ya bien medido su margen de maniobra, y Cataluña y la política económica son dos de los espacios donde pueden jugar con más cartas a favor sin generarse líos internos añadidos. Casado se enfrenta a una campaña que no puede disputar con las mismas reglas que Vox, que va a escorarse muy a la derecha en cuestiones que suenan bien a una parte del electorado del PP, pero que ni puede permitirse «un partido de gobierno ni concitan la unidad» dentro de la organización popular. Casado se atará a la economía, y para ello se está mirando en el programa de Aznar que le dio su primera mayoría absoluta en 2000 y se está dejando guiar por algunos de los economistas independientes y liberales que pusieron su cara en el cartel de la Convención del pasado mes de enero. En aquella foto, con la ex ministra Isabel Tejerina, posaron Daniel Lacalle, Lorenzo Bernaldo de Quirós y Carlos Rodríguez Braun.

Génova perfila una campaña en la que quiere vender que representan una nueva etapa, en la que cuentan con lo mejor del pasado, «con personas de experiencia de gobierno y de gestión». Se trata de «sumar experiencia sin tapar la fortaleza que representa pasar página del pasado» en lo que está vinculado a los «casos de corrupción» y a una etapa en la que la gestión de gobierno y la guía espiritual que sostuvo al «marianismo», el sociólogo Pedro Arriola, confundieron el «centro» con abandonar la defensa del ideario con el que siempre se ha identificado al PP, se quejan en el nuevo equipo que rodea a Casado.

En las próximas semanas se sustanciará en anuncios y en fotos esta apuesta por hacerse valer en el plano económico para contraponerlo con la «nada» de Vox y la «copia» de Ciudadanos. El PP estudia cómo no dejar vacío el espacio de la defensa de la familia, que quiere que sea una de sus banderas y así aparezca reconocido en su programa económico, sin caer en las «trampas» de Vox. En estos momentos, ni como partido ni desde el punto de vista electoral el PP puede permitirse circunscribir su apoyo al modelo tradicional de familia, que es en lo que están los de Santiago Abascal.

De la misma manera que tampoco hay consensos internos como para reabrir un debate programático en materia de aborto. Ni hay unidad de criterio ni tampoco es un tema en el que el PP tenga claro que pueda sacar ventaja clara electoral. El PP también se encuentra ante el problema de que sabe que los postulados contra la legislación de género de Vox caen simpáticos en una parte de su electorado más a la derecha, pero ni puede ni debe competir por ahí con esta formación por lo dicho antes, su condición de partido de gobierno, su necesidad de mantener el centro y la falta de consenso.

En esta materia, la línea será la que señalaron en el acuerdo de Andalucía, no moverse de la defensa de la legislación en vigor, con el matiz de que están dispuestos a mejorarla en lo que sea necesario pero sin que esto suponga recortes en la atención a las víctimas de violencia machista.