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El PP arropa a Rajoy frente a la presión de Rivera

La mayoría entiende que aceptar su relevo sería asumir como un fracaso la victoria de las pasadas elecciones generales. Rajoy se sentará a dialogar con PSOE y Ciudadanos sin la condición de que renuncie a presidir el Gobierno.

Rajoy, ayer durante su visita a Salamanca donde celebró un acto con alcaldes y afiliados del PP
Rajoy, ayer durante su visita a Salamanca donde celebró un acto con alcaldes y afiliados del PPlarazon

La mayoría entiende que aceptar su relevo sería asumir como un fracaso la victoria de las pasadas elecciones generales. Rajoy se sentará a dialogar con PSOE y Ciudadanos sin la condición de que renuncie a presidir el Gobierno.

El debate de investidura de Pedro Sánchez ha servido para que la dirección popular asuma que «no tiene nada que hacer» con Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. Eran ya muy escépticos sobre la posibilidad de que «moderase» su posición –dicen–, pero su «dureza y mala educación» en el debate y su exigencia de la cabeza de Mariano Rajoy han hecho que abandonen prácticamente toda esperanza en el acuerdo. El presidente del Gobierno en funciones quiere retomar el diálogo tras el fracaso del líder socialista, y esto forma parte, además, de su estrategia electoral. Él aceptaría sentarse con Sánchez y Rivera a la vez, pero sin que la condición sea que renuncie a la presidencia del Gobierno, ya que es el candidato de la lista más votada. El malestar de Moncloa y de la dirección popular con Rivera salta como un resorte sin necesidad de preguntar específicamente por ello. Si Rajoy se centró más en desgastar la figura y la estrategia de Sánchez durante el debate, de puertas adentro la crítica más furibunda se dirige al líder de Ciudadanos. Le acusan de «haber engañado al electorado» y de «servir a los intereses del PSOE». De «impostor». Y le etiquetan de «muleta» de un Gobierno de izquierdas.

En el PP hubo discusión y disconformidad en algunos sectores con la estrategia de la dirección, que apostó por renunciar a adelantarse al PSOE en buscar complicidades con los de la formación naranja. Y también respecto a la decisión de no asumir la candidatura a la investidura. Pero pese a ese debate, ni entre los más recelosos con la estrategia de la cúpula hay disposición a ceder al órdago planteado por Rivera, echar a Rajoy. En las filas populares, entre los cuadros territoriales hay bastante consenso respecto a que el presidente en funciones debe ser el candidato si vuelven a celebrarse elecciones. Y también rechazan ceder «in extremis» a la exigencia del líder de Ciudadanos. Aunque «sotto voce» también coincidan en que si finalmente el PP pierde el poder, el partido está obligado a afrontar una renovación orgánica. Las bases son las que más presionan por los cambios. Rajoy, en cualquier caso, tendría en su mano el manejo de los tiempos. En su entorno sostienen que está decidido a ser el candidato si se repiten los comicios. Si la salida es un Gobierno de Sánchez, su margen de maniobra variará en función de cómo se constituya. Una coalición del PSOE con Podemos, poco previsible a día de hoy, le facilitaría más su permanencia en la oposición que un Gobierno de Sánchez con Rivera, con la abstención de Podemos, según el análisis que hacen en su propio partido. En los dos casos serían Gobiernos «débiles», pero la coalición del PSOE con Podemos fructificaría en un Gobierno más radical y frente al que tendría más sentido la figura de Rajoy como defensor de la estabilidad y garante de la integridad territorial y de la Constitución.

Quedan dos meses por delante, y aunque en Génova también dan por hecho que la presión electoral puede ser determinante en el desbloqueo de la situación, hoy se inclinan por que ese desbloqueo sólo puede venir dado por el apoyo en pasivo, abstención, o activo de Podemos a un Gobierno socialista. La otra alternativa es la de las elecciones. Rajoy no va a dejar de presionar en favor de su gran coalición, pero en su entorno también reconocen que «el presidente en funciones sabe que a día de hoy no tiene apenas posibilidades de que prospere». Mientras Sánchez y Rivera sigan de la mano, Rajoy no tiene margen para avanzar en su oferta de Gobierno, pero sí le dejan mucho espacio abierto para que abone su precampaña bajo el eslogan de que Rivera y Sánchez son lo mismo, explican en Génova. «O Rivera tiene información de que le van a dejar gobernar con la abstención de Podemos, o entonces está asumiendo un grandísimo riesgo electoral. Ha vivido de comer de nuestros electores, sobre todo, aunque también coja voto socialista, y en estos últimos días se ha quitado la careta y ha dejado claro que en el fondo es un socialista vestido de liberal», se desahogan en la dirección nacional.

Más allá de la estrategia de partido, Moncloa también se prepara para seguir en funciones hasta el verano y para continuar atendiendo las cuestiones más urgentes. En el camino quedan decisiones trascendentes como remitir a Bruselas el programa de estabilidad, el cuadro macroeconómico, y Rajoy ya ha confirmado que cumplirán con sus obligaciones porque la Comisión Europea no entiende de gobiernos en funciones. El calendario rompe todas las previsiones, porque si no hay acuerdo antes, el Gobierno debería seguir en esta situación de interinidad hasta finales de agosto o principios de septiembre, como pronto. Esto puede ser un problema, especialmente si los socialistas ponen palos a gestiones que, según Moncloa, no pueden esperar.