Cataluña
El PP exige cambios para limitar el «efecto Arrimadas» a nivel nacional
El análisis interno asume que la derrota ha sido «humillante» y obliga a tomar decisiones.
El análisis interno asume que la derrota ha sido «humillante» y obliga a tomar decisiones.
El Comité Ejecutivo del Partido Popular, que ayer presidió Mariano Rajoy, transcurrió con absoluta normalidad, pese a que la «plana mayor» de esta formación se reunió con el peso sobre sus hombros de la derrota histórica del PP en las elecciones catalanas. En asamblea no hubo críticas, aunque sí demanda de reflexión, y Rajoy concentró su discurso en trasladar una imagen de normalidad, e incluso de estabilidad. Pero las alarmas habían estallado en la noche del jueves, cuando el candidato catalán, Xavier García Albiol, ya llegó a plantear a Rajoy su dimisión. Que no fue aceptada, porque a Rajoy no le gusta administrar las crisis en caliente. A puerta cerrada, el líder catalán insistió en que es necesario hacer una «reflexión profunda» tras la dura derrota, y el presidente del Gobierno le aconsejó no precipitarse porque «hay que pensar las cosas y tomar las decisiones con tiempo».
El jefe del Ejecutivo no ocultó que el PP ha obtenido malos resultados, pero prefirió centrar sus mensajes en contener el alcance de la profunda crisis que se ha abierto en su partido en Cataluña y que está por ver qué consecuencias puede tener a nivel nacional. Aunque en el Comité Ejecutivo primó la contención, dentro de las filas populares hay absoluta coincidencia en el análisis. «Es un resultado humillante. Si no nos movemos, nos mueven», sostenía ayer un alto cargo del PP. En Génova y en las direcciones regionales son conscientes de que se enfrentan al riesgo de que Ciudadanos (Cs) siga avanzando posiciones y mordiéndoles votantes con el impulso añadido de la plataforma que supone su victoria histórica en Cataluña. El problema catalán va a seguir centrando la agenda, y que el PP haya dejado de tener presencia en el Parlament dificulta además la gestión del Gobierno y su capacidad para tomar decisiones. Está por ver qué ocurre en la Generalitat, pero en las filas populares asumen que el triunfo de Arrimadas es un «espejismo» que no puede ocultar que el Estado y el Gobierno salen más debilitados del 21-D. Y en esta situación se vuelve a la casilla de partida, a que Rajoy tenga que colocarse a la defensiva y a la espera de ver si hay Gobierno independentista y si éste asume la legalidad o le obliga a continuar con el artículo 155.
En clave estricta de partido, en Génova admiten que el resultado catalán provoca que tanto el PP como el PSOE, que tampoco ha cumplido sus expectativas, asuman que están obligados a centrar más sus estrategias en el resto de España para recuperarse de los daños del desafío secesionista. «No desentenderse de Cataluña, pero ahora toca mirar bien fuera». Y en lo que concierne al PP, tiene que lidiar con el problema añadido de la competencia a cara de perro con Cs. «El contexto ha sido muy malo en estas elecciones. No es extrapolable a otras comunidades autónomas. Pero hay que empezar a buscar una línea de seducción hacia los votantes de Ciudadanos, que nos ven muy gubernamentales, sin pasión, sin ilusión ni frescura, y bajo la carga todavía de la corrupción», advertía en su valoración un dirigente regional del partido.
Sobre esta base, la pregunta que se hacen es: ¿cómo se puede conseguir eso? ¿Y si esos cambios deben afectar al proyecto o no pueden ser eficaces si no afectan a los equipos? La crisis no alcanza a poner en cuestión el liderazgo de Rajoy. Ni implica que vayan a producirse movimientos en su contra que lleguen a visualizarse. Pero Cataluña sí que ha reabierto con fuerza el debate sobre la estrategia política con la que están plantando cara a la presión del partido de Rivera. Y esto llega en un contexto en el que hasta ahora nadie había cuestionado la posibilidad de que Rajoy, si quiere, vuelva a ser el candidato en las próximas elecciones generales.
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