Yemen

El príncipe de Arabia Saudí, el heredero de las mil y una tazas

El heredero al trono saudí durmió en El Pardo, lo invadió de portatrajes, se trajo su propia vajilla, desplegó a 700 personas por los mejores hoteles de la capital y se fue «encantado por el trato».

La delegación saudí, a su llegada a La Moncloa con motivo del encuentro entre el presidente del Gobierno y el príncipe Salman, tras firmar con Navantia
La delegación saudí, a su llegada a La Moncloa con motivo del encuentro entre el presidente del Gobierno y el príncipe Salman, tras firmar con Navantialarazon

El heredero al trono saudí durmió en El Pardo, lo invadió de portatrajes, se trajo su propia vajilla, desplegó a 700 personas por los mejores hoteles de la capital y se fue «encantado por el trato».

El protocolo de Arabia Saudí está programado para demostrar poder. Desde las escaleras de oro del avión privado de su rey, hasta la residencia más cara del mundo, en Versalles, valorada en 300 millones de dólares y adquirida por el príncipe heredero, Mohammed Bil Salman Abdulaziz Al Saud. Hasta los nombres de la familia saudí parecen diseñados para imponer.

Pero algo ha cambiado en el país del Golfo desde que este heredero tiene 32 años, se deja llamar amistosamente MBS y hace giras para abrise al mundo repartiendo su blanca y tratada sonrisa por EE UU y países europeos, entre ellos el nuestro, en una visita relámpago de miércoles a jueves y que ha supuesto, entre cinco acuerdos, la anhelada rúbrica para que la compañía estatal Navantia venda cinco corbetas a Arabia Saudí. Las reservas de los pozos de petróleo tienen fecha de caducidad, el país quiere internacionalizar su economía y crear el fondo soberano más grande del planeta de aquí a 2030, pero en ese plan liderado por el hijo predilecto del rey Salman bin Abdulaziz, la política represiva contra las mujeres o la guerra en Yemen no da buena publicidad. Así, el heredero, actual ministro de Defensa y presidente del Consejo de Asuntos Económicos y Desarrollo, se afana en mostrar su cara más amable y abierta, que está consiguiendo que el 70 por ciento de la población más joven de su país lo vea como el líder reformista. Y España ha querido sumarse a su plan, como ha quedado plasmado en esta visita con un tratamiento del que, según informan fuentes empresariales que lo han rodeado en este viaje, «está encantado».

A pesar de que aterrizase en la base aérea de Torrejón de Ardoz el miércoles, fuentes empresariales aseguran que parte de la delegación formada por alrededor de 700 personas empezó a desplegarse por la capital el mismo martes. Tres han sido los hoteles elegidos: Eurostars, Villamagna y Palace, a su pesar, ya que su hotel predilecto es el Ritz, que no han podido «ocupar» ya que está en obras. El príncipe Salman no se instaló en ningún hotel, si no que se ha tenido la deferencia de alojarlo en El Pardo, como es tradición con los Jefes de Estado.

El aterrizaje no fue placentero, ya que nada más aterrizar tuvo que convocar un gabinete de crisis por unos misiles interceptados en Yemen que se dirigían directamente al ministerio de Defensa que él dirige. Una vez instalado en la zona este del edificio, remodelada como residencia privada de los Jefes de Estado en visita oficial, y acompañado por varios ministros, estudió el programa del viaje, mientras parte de su séquito transportaba portatrajes y banderas saudíes enrolladas. Si para los actos públicos acostumbra a lucir su «bisht», en actividades más relajadas no duda en vestir trajes de chaqueta, incluso vaqueros, dentro de su plan estratégico de modernización y de ganarse a los medios de comunicación. Como la Reina de Inglaterra se lleva la vajilla en sus traslados, el príncipe Salman también se ha traído de su palacio los útiles rutinarios, como las tazas y tradicionales cafeteras dallah para tomar el café árabe. Locos por el fútbol, algunos miembros de su delegación acudieron al estadio del Bernabéu para disfrutar del partido Real Madrid-Juventus.

El Estado designa una parte de su presupuesto a las visitas de Estado, que, si se sobrepasa, debe ser abonado por el país visitante. Fuentes empresariales afirman que algunas compañías ofrecieron sufragar las noches en los hoteles de la capital, pero que ellos no accedieron. «Los saudíes suelen preferir pagar sus propias cosas para no tener que compensar», aseguran.

La llamada «diplomacia del desierto» se mueve más por motivos de confianza que por números estratosféricos. Cuenta quien conoce bien ese mundo, ya que lleva cinco años detrás de la firma de este contrato entre Navantia y la compañía saudí SAMI, que esta visita comenzó a fraguarse a principios de año y que se planeó fijarla en marzo, pero que por motivos de agenda no fue posible. Finalmente, se decidió que tuviera lugar al término de la gira occidental del saudí, y no duda de que el viaje de Don Juan Carlos a Riad en Semana Santa haya influido en el empuje final de la firma de las corbetas. Es conocida la estrecha relación entre la familia saudí y el ex jefe del Estado le da tratamiento de «hermano». Fuentes de la diplomacia cercana a MBS asegura que lleva a España «en el corazón» –la familia saudí solía pasar sus veranos en la costa de Marbella–. A Don Felipe lo conoce desde que era pequeño, pero aún no se ha entablado la estrecha relación de confianza que mantiene el rey saudí con el padre de Felipe VI.