El PSOE acata la ruta Rubalcaba

Siempre pasa: cuanto más bulle el socialismo, menos hierve. Diez horas de debate, 47 intervenciones y, pese a los amagos y las previas, nada más lejos de la convulsión que lo que pasó en el Comité Federal del PSOE. Rodríguez Ibarra no estuvo; Tomás Gómez ya dijo lo que tenía que decir en diciembre –y esta vez felicitó a la Ejecutiva por su defensa de la Sanidad pública madrileña–; a los andaluces no les conviene la inestabilidad; Carme Chacón no habló –salvo en Twitter para apelar al consenso sobre el modelo federal– y sólo Barrio de Penagos, de la corriente Izquierda Socialista, se rebeló ante un calendario que no incluye fecha para las primarias, aunque apunta que no antes de las europeas de 2014. Conclusión: el PSOE se resigna y acata la hoja de ruta de un Rubalcaba que consigue así el aval del partido para aparcar las diferencias con el PSC sobre el derecho a decidir y adentrarse en una reforma constitucional de corte federal e incierto resultado. Es lo que unos llaman un «placebo» y otros, una tercera vía para buscar un encaje de Cataluña dentro de España.

El caso es que la plana mayor del PSOE, reunida en el máximo órgano entre congresos, otorgó a la dirección un apoyo –sin apenas reservas– para una reforma constitucional «limitada y medida» que corrija las diferencias del estado autonómico e incorpore también algunos derechos conquistados en los últimos 30 años. Y aunque el primer secretario del PSC, Pere Navarro, fue claro en su defensa del «derecho a decidir», Rubalcaba lo fue más en el «no» del PSOE: «No vamos a encontrar una solución. Eso es un sí o un no. El resto de España nunca aceptará que una parte decida sobre el todo. Y el PSOE, tampoco. El camino: la reforma federal de la Constitución».

Salvado el debate catalán, el secretario general defendió por primera vez ante los suyos que el PSOE está «mejor que hace un año», a pesar de las dificultades. Y sustentó la afirmación sobre la base de que el partido ha recuperado el diálogo con la sociedad, que no la confianza, porque hasta el momento no se ha conseguido un trasvase mecánico de apoyos electorales. En todo caso, se mostró optimista ante el futuro siempre que 2013 se aproveche para construir un proyecto «radicalmente reformista». El que acaba de empezar es un año «clave», dijo, previo a las elecciones europeas que, a su vez, abrirán paso a los procesos de selección de candidatos para municipales, autonómicas y generales del 2015. Fue todo lo que dijo, sobre unas primarias que nadie demandó y de las que Rubalcaba afirmó que son «una decisión estratégica» que comparó con la potestad de un presidente de disolver las Cámaras y de las que «no debemos debatir en público porque damos pistas al adversario». Hubo quienes, como el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, salieron convencidos de que cuando pase la Conferencia Política de octubre, se convocarán las primarias. «porque «las ideas y personas son caras de una misma moneda». Rubalcaba en todo caso gana tiempo al tiempo. Eso fue todo.

Ni más apoyo en política europea ni pacto local

Si hubo intervención valorada de las 47 que se escucharon en el cónclave ésa fue la de Ramón Jáuregui, que animó al PSOE a hacer una oposición más propositiva «para ser parte de la solución a la salida de la crisis y no sólo los protagonistas de la entrada». El que fuera ministro de la Presidencia con Zapatero puso en cuestión a quienes demandan una oposición más dura y reclaman decir a todo «no» porque esa estrategia «no nos lleva a ninguna parte». Sus palabras se escucharon después de que Rubalcaba hablara también de la línea de oposición que, a su juicio, empieza a ser reconocida por sectores sociales que hace un año dieron la espalda al partido.

Y en este mismo contexto, el secretario general anunció que, en adelante y como consecuencia del fracaso de las políticas conservadoras de la UE y la cercanía de las elecciones de 2014, el PSOE se distanciará del Gobierno en política europea.

También dio practicamente por rota la negociación con el PP para la reforma de la Administración local que, a su juicio, persigue la privatización de algunos servicios.