Crisis del PSOE

El PSOE se hace «susanista»

Patxi López busca a la desesperada la complicidad de la presidenta de Andalucía. Rubalcaba recela, pero sabe que de ella depende el calendario y la estabilidad

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díazlarazon

Hace tan sólo un año que los ojos de todo el PSOE miraban hacia José Antonio Griñán. Y no era para menos, porque sólo él y la fuerza orgánica de su federación podían hacer temblar los cimientos de la calle Ferraz y con ellos, la estabilidad orgánica de la dirección federal. Tanto era el poder que se le atribuía que Alfredo Pérez Rubalcaba, diezmado política y mediáticamente desde que tomó las riendas del PSOE, selló un pacto de no agresión con el barón más influyente del PSOE. Una entente cordial que empezaba realmente a funcionar y a proporcionar al secretario general la tranquilidad orgánica deseada cuando Griñán, sin previo aviso, anunció su retirada primero de la Junta de Andalucía y más tarde de la Secretaría General del PSOE-A. El que fuera sucesor de Manuel Chaves cedía todo el poder institucional y orgánico del mayor granero de votos socialistas en manos de Susana Díaz, una joven sevillana curtida en mil batallas partidistas pero con escasa experiencia institucional. Y aunque los recelos de propios y ajenos fueron muchos, hoy la presidenta de Andalucía, a punto de hacerse también con el control del PSOE andaluz, se ha convertido en objeto de deseo de todo socialista que aspira a un futuro no muy lejano en el socialismo. Sobre todo después de que la sucesora de Griñán haya dado muestras sobradas de tener un perfil propio tanto en lo orgánico como en lo institucional en el mes escaso que lleva al frente de la Junta de Andalucía. Si hace una semana habló de los errores del pasado, de la «trampa» del derecho a decidir y del mal camino por el que transita el PSC, hace unos días se plantó en Ferraz y ante el mismísimo Rubalcaba se mostró partidaria de reconstruir todos lo puentes rotos con el PP de Rajoy para sacar de la lucha partidista el debate de la corrupción. El mensaje no gustó en absoluto al secretario general del PSOE, que vio como en su «propia casa» se le afeaba implícitamente la decisión de romper relaciones con el Gobierno por el «caso Bárcenas». La andaluza tiene una estrategia proactiva en transparencia y los de Rubalcaba entienden que puede comprometer la estrategia del partido, pero en Andalucía sostienen que la agenda institucional «no se someterá nunca a los visados del PSOE».

La irrupción, pues, en la arena nacional de la presidenta de Andalucía, y muy pronto única «baronesa» del PSOE, ha puesto nerviosos a los inquilinos de Ferraz en pleno debate sobre las primarias y lo que debe o no decir de ellas la Conferencia Política del próximo noviembre. No en vano, unos días antes de la visita de Díaz a Ferraz, el ex presidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra había vuelto a convulsionar el partido con su propuesta de celebrar un congreso extraordinario y, aunque Rubalcaba volvió a decir que no era ese el camino, la presidenta andaluza no movió ficha.

Susana Díaz está ahora centrada en el congreso de Andalucía, pero cuando éste pase, nadie sabe cuál será su estrategia ni su calendario. Lo cierto es que toda ofensiva de los secretarios generales del PSOE por adelantar la fecha de las primarias ha sido hasta ahora baldía. Y lo ha sido, sobre todo, porque el saliente Griñan ha hecho hasta ahora de muro de contención de Rubalcaba. Con Griñán ya fuera de Andalucía, la llave queda en manos de Díaz, que una vez que haya concluido su calendario orgánico regional, tendrá, y mucho, que decir de los plazos federales. Desde la federación andaluza creen que lo mejor que debe hacer Rubalcaba es hacer una propuesta de calendario a la dirección del partido y someterla al Comité Federal. «Si tiene lógica, será refrendada por los órganos de dirección», defiende un alto cargo del PSOE andaluz, para quien la próxima cita del máximo órgano del partido entre congresos ha de dar continuidad al cónclave de Sevilla. Más claro: la fecha de la consulta para elegir candidato a la presidencia del Gobierno debe salir del Comité Federal de enero.

Y aquí es donde de nuevo el PSOE mira a Andalucía y a Susana Díaz. Conscientes de su fuerza orgánica, antes o después la dirección federal tratará de pactar con ella la fecha que más le convenga a un Rubalcaba que siempre fue partidario de convocar las primarias tan sólo unos meses antes de las elecciones para aprovechar el efecto movilizador de la consulta. Claro que también Patxi López, según ha podido saber LA RAZÓN, intenta desde hace semanas un acercamiento a la desesperada con Díaz. Entre ellos jamás hubo «feeling», menos tras el congreso de Sevilla, en el que una echó el resto en favor de Carme Chacón y el otro, de Rubalcaba. Aquellas heridas no están cerradas. Pero es Manuel Chaves, el principal valedor del Viejo Testamento del vasco, quien está haciendo de «mediador» con la federación andaluza. «Andalucía quiere una agenda de estabilidad y Patxi tiene demasiada prisa», lamenta una de las voces más influyentes de la federación.

En efecto, el que fuera leendakari, que hace tiempo que marcó distancias con Rubalcaba precisamente a cuenta de las deseadas primarias, se ha mostrado partidario de adelantar la consulta después de entender que Rubalcaba había incumplido un supuesto pacto con él para situarle en primera línea de salida en la carrera de la sucesión. El acto que ambos celebraron ayer en Bilbao no fue más que un intento de acallar lo que es un secreto a voces: la distancia que hace meses separa al secretario general del PSOE con el líder de los socialistas vascos a cuenta del que ha de ser el nuevo liderazgo. Uno y otro compiten ahora por ganarse los favores de Díaz, que es de quien dependerán los tiempos. Ella se deja querer, pero avisa de que en la Conferencia Política su federación participará con propuestas que refresquen. Y no parece que el aire renovado, ni para Andalucía ni para otras federaciones, pase ni por Rubalcaba ni por López. El PSOE se ha hecho «susanista».