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El Rey pide a los políticos que pacten
Advierte a la clase política de que el actual pluralismo requiere «generosidad» y un «diálogo permanente»
Advierte a la clase política de que el actual pluralismo requiere «generosidad» y un «diálogo permanente».
La actitud circunspecta tanto por parte del Rey como de la Reina en el Congreso de los Diputados ayer era el reflejo del estado de España: como aseguró el Monarca en su discurso de la apertura de la XII Legislatura, «la crisis de gobernabilidad se ha resuelto», pero las dificultades son «serias y graves».
Tras el previo desfile en el que recibió honores militares y pasó revista al Batallón de Honores, entró, acompañado por Doña Letizia y sus dos hijas, la Princesa de Asturias y heredera al Trono, y la Infanta Sofía, por la Puerta de los Leones por segunda vez desde su proclamación, ya que ésta sólo se utiliza en los actos presididos por él o en Jornadas Abiertas. A través del Salón de Pasos Perdidos accedieron al Hemiciclo, donde fueron recibidos por un sonoro aplauso. Ante los 350 diputados y 266 senadores, el arranque de su discurso sonó como un recordatorio indirecto a Unidos Podemos, empeñado en hacer gestos para llamar la atención como no participar en el saludo al Rey. «En una Monarquía parlamentaria, la presencia del Rey en el Parlamento es la expresión constitucional del vínculo entre los depositarios de la soberanía nacional y el Jefe del Estado», recordó.
Después de casi un año sin poder pronunciar la frase «declaro abierta la legislatura» –en este caso la duodécima– por la incapacidad de los partidos para pactar la formación de un Gobierno, dos investiduras fallidas, dos convocatorias de elecciones y cinco rondas de consultas, el discurso de Don Felipe –que cuenta con el refrendo del Gobierno– tuvo su parte de «reprimenda» a la clase política, en cuanto a cuál debe ser su papel ante esta legislatura y ante la corrupción. Habló del «distanciamiento» y «desencanto» que han expermientado los ciudadanos respecto a la clase política por haberse tenido que repetir las elecciones generales, y la «preocupación» suscitada entre los países aliados. Por eso reclamó «generosidad, responsabilidad, respeto y entendimiento» como «valores permanentes de la vida pública», útil recordatorio en el escenario actual, en que el Gobierno y el PSOE sólo se han dado la mano para intentar pactar el techo de gasto, sin que suponga dar luz verde a los presupuestos planteados por el Ejecutivo.
«La regeneración moral de la vida pública es una cuestión de principios, de voluntad y decisión», considera Don Felipe, que apuntó directamente al germen del veneno. «La corrupción tiene que llegar a ser un triste recuerdo de una lacra que hemos de vencer y superar», solicitó ante las Señorías presentes en la Cámara Baja de un país que es uno de los tres en Europa en el que la lucha contra la corrupción es una prioridad.
Como era de esperar, Cataluña y su ofensiva independentista estuvo en las «oraciones» de Don Felipe. Sin mencionar a la comunidad autónoma –como sí hiciera en su primer discurso de Navidad– advirtió de que en un Estado de Derecho «la primacía de la Ley elimina la arbitrariedad de los poderes públicos y asegura el ejercicio de los derechos y libertades de los ciudadanos». En este sentido, Cataluña no puede ser una excepción con una declaración unilateral de independencia sin respeto a la Ley. «El autogobierno de nuestras comunidades autónomas debe preservar las exigencias de igualdad entre los ciudadanos y la solidaridad entre los pueblos de España». Y cerró el asunto con la afirmación de que «España no puede negarse a sí misma como es; no puede renunciar a su propio ser».
Con la amenaza para la Unión Europea de que el «brexit» en el Reino Unido sea el desencadenante de una falta de confianza en el «establishment» que orquesta a los países integrantes, el Monarca abogó por «fortalecer el compromiso con la Unión y con los valores que la inspiran». Y pidió una adecuada «visión estratégica» para abordar conflictos internacionales como la lucha contra el terrorismo o el fenómeno migratorio.
En clave económica, reconoció los pasos dados para lograr un crecimiento satisfactorio «que nos permite albergar fundados motivos en la superación de los desequilibrios generados por la crisis».
Don Felipe, que reservó unas emotivas palabras para las víctimas y las fuerzas de seguridad, terminó ante la atenta mirada de Doña Letizia y sus hijas con un mensaje alentador: «Estoy convencido de que en el pueblo español late un profundo deseo de abrir una nueva etapa de prosperidad en nuestra historia».
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