El valor de las fórmulas de consenso

La Constitución de 1978 cumple sus primeros 35 años. No son muchos en una nación como la nuestra pero otras veces habíamos tenido menos paciencia. El deseo de libertad y reconciliación de la mayoría de los españoles y la generosidad y altura de miras de muchos de los políticos que les representaban obraron el milagro. Y también la profesionalidad de los ponentes de la Constitución, buenos juristas que con frecuencia renunciaron a los párrafos brillantes que cada uno de ellos habría sabido escribir a cambio de fórmulas de consenso que todos pudieran firmar. A veces, el resultado final fue técnicamente ambiguo, transitorio o incluso contradictorio, pero era un precio que valía la pena pagar. Con los años, esas contradicciones y los naturales efectos del paso del tiempo han dejado algunos preceptos de la Carta Magna excesivamente al descubierto. El abierto e indefinido reparto de competencias territoriales –y sus límites–, el papel del Senado así como algunos aspectos de la regulación de la Corona –como la preferencia del varón en la sucesión– pueden servir como ejemplo.