Elecciones generales
ERC y DyL podían tener grupo en el Senado sin el «regalo» socialista
Hubiera bastado con la reedición de la coalición JxSí del 27-S
La cesión de votos y de cuatro senadores socialistas para que las dos fuerzas independentistas de ERC y de Democracia y Libertad, el partido de Artur Mas, tuvieran grupo propio en el Senado es aún más llamativa si se tiene en cuenta que no era necesario este gesto para que los defensores de la secesión tuvieran voz en la Cámara territorial. Hubiera bastado con que reeditaran la coalición de Juntos por el Sí, con la que se presentaron a las últimas elecciones autonómicas de septiembre, ya que entre las dos fuerzas rupturistas suman 16 miembros, y basta con diez para tener grupo.
El cambalache socialista, que llevó a cederles dos de sus escaños a cada uno de estos partidos, no puede justificarse, por tanto, en el objetivo de facilitarles una representación en el Senado, porque la tenían sólo con que hubieran mantenido su alianza electoral. Ahora bien, en su nueva estrategia de llevar caminos separados, marcada sobre todo por decisión de ERC, las dos partes necesitaban de esos dos escaños no conseguidos en las urnas, y que les facilitan recibir más subvenciones y más protagonismo para dar resonancia a su mensaje de ruptura y de desacato de todas las decisiones de las instituciones del Estado.
Aquí, por tanto, entran en juego dos claves. El cambio en la estrategia de los de Oriol Junqueras, en su apuesta por marcar distancias con Mas, y que, de hecho, llevó a que forzaran «in extremis» su paso atrás para evitar nuevas elecciones autonómicas bajo la amenaza de los republicanos de no repetir alianza en las urnas, lo que llevaba a Convergència al precipicio electoral. Y, por otro, las contrapartidas en el Congreso que Ferraz espera cobrarse de su cesión en el Senado, en favor de Pedro Sánchez, aunque niegue la negociación y enmarque su decisión en un estricto gesto de cortesía.
En el caso del Congreso, el reglamento exige un mínimo de 15 diputados para formar grupo, límite que no alcanzaron ni Esquerra ni la nueva marca de Mas el 20-D, cuando se quedaron en nueve y ocho escaños, respectivamente. El reglamento del Congreso también permite formar grupo si se logran más de cinco escaños y al menos el 15 por ciento de los votos en cada una de las circunscripciones catalanas en las que concurrieron a las elecciones. Esquerra y Democracia y Libertad superaron esta condición en el conjunto de Cataluña, en Gerona, Lérida y Tarragona, pero no en la provincia de Barcelona por décimas. Las normas de la Cámara Baja también permiten formar grupo si se alcanza el 5 por ciento de los votos emitidos en el conjunto de España, algo que tampoco sucedió. Esquerra alcanzó el 2,39 por ciento y los de Mas, el 2,15 por ciento. Pero siguiendo el criterio de otras legislaturas, se ha hecho una aplicación flexible del reglamento y se ha optado por entender que ha de tomarse como referencia el 15 por ciento de votos en el conjunto de la comunidad y no en cada una de las provincias.
La postura de los socialistas con ERC y Convergència es contradictoria con la línea roja que supuestamente han marcado en la negociación con Podemos, la de que renuncie a su apuesta por el referéndum sobre la independencia. ERC y CDC han superado de largo esa línea roja y están en la estrategia de crear en Cataluña una legalidad paralela a la que rige en el conjunto del Estado. Sin embargo, no parece que los socialistas vayan a cambiar de postura para promover «la flexibilidad» con la pretensión de Podemos de tener cuatro grupos parlamentarios en la Cámara Baja. PP, PSOE y Ciudadanos sí se han unido contra esa posibilidad. El reglamento del Congreso también establece que no pueden tener grupos diferente aquellos partidos que no han competido entre sí en las elecciones. Éste es uno de los argumentos a los que se aferra el PSOE para justificar su negativa a que las tres candidaturas de confluencia con las que Podemos concurrió en Galicia, Cataluña y Comunidad Valenciana puedan tener cada una su grupo parlamentario.
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