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Felipe VI: «Debemos cortar la corrupción sin contemplaciones»
En el primer discurso de Navidad, el Rey no esquivó ninguno de los problemas que preocupan a los españoles y lo hizo de una manera directa, sin ambigüedades. El discurso transmitió optimismo e ilusión incluso cuando se refirió a la situación económica.
El mensaje de Navidad del Rey es crucial para la Corona porque es el único de todos los que pronuncia, salvo el de los premios Princesa de Asturias, en el que no interviene el Gobierno. En él el Jefe de Estado se define. Lo que para Felipe VI ayer fue determinante, ya que es el primero que dirige como Rey a los españoles.
Las «ideas fuerza»: esperanza, optimismo y futuro. Los temas protagonista: corrupción, crisis y Cataluña. En un gesto inédito, Don Felipe especificó el destinatario en la llamada a la unidad que Don Juan Carlos siempre hacía de forma implícita en sus frases.
El discurso de Don Felipe no fue rompedor, sino continuista, con la esencia de reinado de su padre. De hecho, la puesta en escena fue similar a la que escogía Don Juan Carlos, aunque el Jefe de Estado sí tomó la iniciativa de elegir una sala distinta, no el despacho o el salón de audiencias, como escenario familiar para hablar a los españoles con más cercanía –pilar de su reinado– y no en un ambiente oficial. Esta cercanía también pudo percibirse en un detalle: el Rey no habló con una mesa delante.
«Debemos atajar de raíz y sin contemplaciones la corrupción». Llamada rotunda no sólo a la clase política, sino que también fue instrospectiva, lo que evidencia el que nada más ser proclamado Rey Don Felipe haya puesto en funcionamiento la maquinaria para que la Institución sea reflejo de ejemplaridad, con iniciativas como que ningún miembro de la Familia pueda desempeñar una actividad profesional paralela a la institucional, medida claramente tomada para evitar un nuevo «Caso Nóos». Como ya adelantó este periódico, la decisión del juez Castro de sentar en el banquillo de los acusados a la Infanta Cristina, anunciada a dos días vista del discurso, no ha variado el contenido. Tampoco habría tenido sentido que lo hiciera, ya que rompería con la política de la Corona de tomar distancia respecto al proceso judicial. Pero sí se refirió a su pasado discurso de Asturias, en el que también fue «cosecha propia» resaltar la necesidad de «referencias morales a las que admirar, principios éticos que reconocer, valores cívicos que preservar». Ayer, Don Felipe añadió una «profunda regeneración de nuestra vida colectiva». Que no debe estar dirigida por el pesimismo, a pesar de que entiende que las «conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público» causen «indignación y desencanto», sino que se debe hacer frente a ellas con la «firmeza» que pide una sociedad democrática. En esa línea, Felipe VI afirmó que los «responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas», lo que a su juicio es «una prueba del funcionamiento de nuestro Estado de Derecho».
El desapego generalizado hacia las instituciones es uno de los lastres que arrastra el país para su progreso, y el paso principal que propone el Monarca para combatirlo es confiar en que «la gran mayoría de servidores públicos desempeñan sus tareas con honradez y voluntad de servir a los intereses generales».
En clave económica lanzó un claro mensaje realista respecto a la coyuntura que todavía arrastra el país, ya que criticó que todavía «no ha sido capaz de resolver de manera definitiva este desequilibrio fundamental». Situando el paro como la gran prioridad del país, el Rey sí reconoció la mejora de las «principales magnitudes macroeconómicas» y el crecimiento económico, avances que deben enfocarse a las personas «más desfavorecidas y vulnerables». Es de destacar que su primer acto tras su proclamación en junio se lo dedicó a las víctimas, y después mantuvo una audiencia con las principales ONG´S y asociaciones solidarias.
Según el Monarca, sólo con «responsabilidad, ilusión y espíritu renovador» España –palabra más repetida en el discurso– podrá progresar y salir de la crisis, no sólo económica, sino también insititucional, de la que nuestro país intenta verse libre. «No partimos de cero», aseguró el Rey, «aunque tengamos la responsabilidad de corregir los fallos y mejorar los activos de la España de hoy», de la que Don Felipe alabó su gran proyección internacional y reconocimiento: «Hoy, más que nunca, somos parte fundamental de un proyecto europeo que nos hace más fuertes».
Para terminar, Felipe VI definió los grandes retos del país: «regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del Bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad». Unos retos para los que el Rey aseguró que «tenemos capacidad y coraje de sobra».
En nombre de la Reina, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía el Monarca felicitó las Navidades y, por su parte, quiso arropar a los ciudadanos en una comprometida declaración de intenciones: «Ahí estaré siempre a vuestro lado como el primer servidor de los españoles».
Principios éticos, el eje del discurso
«Necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva. Y en esa tarea, la lucha contra la corrupción es irrenunciable»
«Los responsables de las conductas irregulares están respondiendo de ellas; esos significa que nuestro Estado de Derecho funciona»
Sobre la crisis
«La lucha contra el paro debe continuar siendo nuestra principal prioridad y debemos proteger a los desfavorecidos»
Ante los populismos inciertos
«Afortunadamente no partimos de cero, ni mucho menos, aunque también tengamos la responsabilidad de mejorar los fallos»
El detalle
El ejemplo de Don Juan Carlos
- Un emotivo momento del discurso fue cuando el Rey hizo mención al «ejemplo de seriedad y dignidad» dado al mundo durante el proceso de abdicación de Don Juan Carlos. Junto al Monarca pudo observarse una fotografía en la que Doña Sofía y Don Juan Carlos abraza a su hijo poco despues de la proclamación.
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