Elecciones catalanas
Gemma Ubasart: Ex de Podemos, contraria a la DUI y anti 155
Cree que la crisis de la formación morada es por inexperiencia. Apuesta a que Fachin e Iglesias no han discutido por la cuestión nacional sino por temas internos.
Cree que la crisis de la formación morada es por inexperiencia. Apuesta a que Fachin e Iglesias no han discutido por la cuestión nacional sino por temas internos.
«Nunca quise hacer carrera política. Hice lo que hice por voluntad militante para ayudar a crear un nuevo espacio político», afirma con verbo entusiasta. Le gusta la política y con su actitud no lo puede negar. «Nunca dejé mi trabajo, me dejé la piel y lo hice utilizando mi tiempo libre y familiar. Tenía muy claro que nunca estaría en una lista ni para el Congreso ni para el Parlament». Ciertamente su paso por la política fue fugaz y lo fue por estas razones. Esta doctora en Ciencias Políticas –Castellar del Vallès, Barcelona, 1978– por la Autónoma de Barcelona se bautizó en estas lides en su pueblo siendo elegida concejal en 2007.
Su candidatura lo decía todo en el nombre, «L’Altreveu per Castellar», un juego de palabras con altavoz y la otra voz, preludio de su irrupción en Podemos como miembro del Consejo Ciudadano en 2014, y responsable de Plurinacionalidad y Políticas Públicas por el Cambio. Es profesora en la Universidad de Gerona y lo fue en la Autónoma de Madrid, donde contactó con el embrión del proyecto de Pablo Iglesias. En febrero de 2015 es elegida Secretaria General de Podemos en Cataluña. Ocho meses después, dimitió. Es una voz autorizada de la izquierda alternativa, pero no habla mal de los políticos. «Siempre tiene que haber políticos. Es importante que haya políticos profesionales que se dediquen a la política. No burócratas. Es un privilegio ser un servidor público, pero sobre todo es un sacrificio. Tiene más costes que beneficios».
Tiene su propia interpretación de la crisis de Podemos en Cataluña. Lo ha visto desde la barrera y está convencida que los problemas de la formación morada son consecuencia de su juventud, porque «no tienen ni la experiencia ni los mecanismos para solucionar las disensiones. No creo que Pablo –Iglesias– y Albano –Dante Fachin– hayan discutido por la cuestión nacional. La crisis tiene más que ver con cuestiones internas» .
Analiza la situación catalana y de la nueva izquierda como si estuviera dando una clase en la universidad, afrontando la conversación con un detallado análisis. Fue, y sigue siendo, una gran defensora de la «nueva política» que representa Podemos, aunque reconoce que «la izquierda en su conjunto, PSC o Comunes, tiene un reto para afrontar su diversidad, porque lo que les une no tiene que ver con el tema nacional, porque no es lo más importante. Representan la Cataluña plural y, por tanto, la real».
Cuando baja a la arena del «procés» no se anda con chiquitas. Repudia con vehemencia el 155, pero no deja títere con cabeza en el independentismo porque «no se debería haber llegado nunca a una DUI». Reivindica el diálogo y otorga un papel de árbitro a los comunes y a los socialistas, para forzar al PP a mover pieza. Aboga por la distensión, por rebajar el conflicto y augura un «cambio de escenarios políticos tras el 21-D», abriendo la Caja de Pandora: «Por la complejidad, no descarto que no se forme gobierno y que haya nuevas elecciones». Con esta contundencia, entra en detalles: «El escenario ya no es plebiscitario como en 2015», porque «los independentistas están haciendo ya su catarsis porque compiten entre ellos». «Aunque obtengan el 50% de los votos, tendrán que hacer sus relatos, sus tres relatos, y no encajarán como el relato unilateral del 27-S, porque están compitiendo». Y llega a su conclusión: «Tendremos un escenario multipartidista por encima de un escenario de bloques. Por tanto, los problemas de gobernabilidad serán brutales, pero será el momento de catarsis y redefinición de estrategias». ¿Con cambio de personas? Sí, dice contundente, los congresos están para eso.
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