El desafío independentista
Iván: 25 años, diez elecciones
Debutó en las urnas en las europeas de 2009 y, desde entonces, ha ido cada año al colegio electoral salvo en 2013. Se plantea qué es en realidad el derecho a decidir
Debutó en las urnas en las europeas de 2009 y, desde entonces, ha ido cada año al colegio electoral salvo en 2013. Se plantea qué es en realidad el derecho a decidir.
Tanto derecho a decidir tiene el joven Iván Castelló (Barcelona, 1991) que a sus 25 años ya ha votado diez veces. El próximo 21 de diciembre votará por undécima vez (será la cuarta en unas elecciones al Parlament de Cataluña después de las citas de 2010, 2012 y 2015). «De vez en cuando digo, oye, estamos votando mucho y está sirviendo de poco porque al cabo de dos años volvemos otra vez a elecciones. A menudo pienso que es un cachondeo, pero también me digo que hay que participar, que hay que votar porque tengo la sensación de que quien no vota pierde algo de legitimidad para quejarse», argumenta este vecino del barrio de Barcelona de Les Corts.
Iván admite que se enganchó más a la política a partir de 2012, cuando Artur Mas, mesiánico, pidió un voto masivo para canalizar «La voluntad del pueblo». «La situación empezó a tensarse y comenzó a ser difícil escapar del debate con los amigos, con los compañeros y con la familia», recuerda. Desde entonces han pasado cinco años en los que los catalanes han ido encadenando apelaciones «al voto de tu vida», advenimientos de cambio de régimen y emplazamientos en nombre de la Historia.
Todo ello para sorpresa de este joven licenciado en Administración y Dirección de Empresas con un máster. «En unas elecciones autonómicas no se elige a un gobierno para que haga lo que quiera, sino para que gobierne en el marco de unas competencias. Si quieres cambiar España pues te presentas a las elecciones generales y las intentas ganar», concluye, realista.
Sentado en la terraza del centro cívico Can Deu, en su barrio, Iván comenta el llamado «derecho a decidir», el principio al que se ha sometido a la política catalana desde 2012 sin descanso. «Todo esto del derecho a decidir se basa en decir sí o no a la independencia de Cataluña y no lo comparto. Los soberanistas se jactan de hablar de democracia, pero no propusieron ni una sola consulta cuando se recortaron más de 2.000 millones en políticas sociales, ni cuando se subieron las tasas universitarias. Ahí no hablaban tanto de democracia», dispara.
¿Se han pervertido las elecciones calificándolas de «plebiscitarias», «refrendarias», «constituyentes»? «Creo que sí, que se han pervertido muchos conceptos de la democracia y también creo se ha menospreciado el concepto de participar. En Les Corts hay consejos de barrio. Yo alguna vez he ido y los vecinos protestan, por ejemplo, porque las calles no están bien iluminadas, pero los políticos no hablan de ello», dice. En este punto, Iván menciona los problemas de su familia para sobrellevar el alza del alquiler, el coste de la matrícula universitaria de su hermana y tantos otros gastos. «¿Se habla de esos temas?», se pregunta retóricamente.
Hay cierto hastío en las palabras de este joven que, por el momento, no se ha saltado ni una sola cita electoral. Pero también hay una esperanza porque Iván vislumbra «la luz al final del túnel», el fin de una época. «Llevamos seis o siete años de “procés» y qué ha cambiado... Me parece que cada vez hay más gente que está harta y creo que hay ganas de cambiar un poco», intuye.
Iván confía en no equivocarse. Confía en que los problemas del día a día vuelvan a situarse en primer plano y dejen de sobredimensionarse los temas «nacionales y territoriales». Confía en que, esta vez sí, ir a las urnas proporcione un giro en la política catalana. Y confía también en los socialistas.
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