Terrorismo
La Fiscalía pide 762 años para dos etarras por intentar matar a una edil socialista
Hicieron estallar un carrito-bomba, pero Cabezudo se salvó
Intentaron asesinar a la ex teniente de alcalde de Portugalete (Vizcaya), la socialista Esther Cabezudo, con un carrito-bomba de la compra, pero no consiguieron su objetivo porque ese día, el 28 de febrero de 2002, la vicealcaldesa y su escolta, casualmente, caminaban en dirección al trabajo por la acera contraria a la que solían. La Fiscalía pide para los etarras Jon Kepa Preciado y Jon González por este atentado frustrado una condena de 377 y 385 años de prisión, en el juicio que se celebrará el jueves en la Audiencia Nacional. Por estos hechos ya fueron condenados en 2011 el ex jefe «militar» de ETA Garikoitz Aspiazu, «Txeroki», y los también miembros de la banda Idoia Mendizábal y Asier Arzalluz.
La Fiscalía imputa a los dos procesados veinte tentativas de asesinato terrorista (una por cada uno de los heridos en el atentado) y un delito de estragos, a los que, en el caso de González, añade otro de integración en banda terrorista.
En su escrito de acusación, el fiscal Pedro Martínez Torrijos asegura que los dos procesados constituyeron en 2001 el «comando Jata» para «prestar apoyo» al «comando Olaia», del que en esas fechas formaban parte «Txeroki», Arzalluz y Mendizábal, quienes en diciembre de ese año alquilaron un piso en el municipio vizcaíno de Amorebieta «para preparar sus acciones y mantenerse en la clandestinidad» y, posteriormente, un garaje en Galdácano con el fin de «almacenar armas y explosivos».
Siguiendo órdenes de ETA, el 28 de febrero de 2002 decidieron, según la Fiscalía, asesinar a Cabezudo tras cerciorarse de sus costumbres cotidianas y de la ruta que solía realizar para ir al trabajo. Para llevar a cabo el atentado, idearon un carrito de compra repleto de 20 kilos de explosivos que pensaban activar con un radio-mando y que finalmente situaron a unos metros del domicilio de la concejal, en su itinerario habitual camino del Ayuntamiento. EL 28 de febrero de 2002, «sin realizar un aviso previo y conscientes de la potencia destructiva del explosivo, susceptible de causar la muerte a cuantas personas transitasen por el lugar», los dos procesados accionaron supuestamente el radio-mando haciendo estallar el explosivo. Sin embargo, no lograron su objetivo porque Cabezudo y su escolta «casualmente caminaban por la acera contraria».
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