ETA
La izquierda «radical» apoya a etarras que asesinaron a 22 niños
Pilar Bardem y Willy Toledo secundan la marcha en favor de los presos
Sin memoria y sin pudor alguno, personajes como Pilar Bardem, Willy Toledo, Oriol Junqueras, Juan Manuel Sánchez-Gordillo o Lluis Llach, entre otros, apoyan la marcha que tendrá lugar mañana en Bilbao en favor de los presos vascos, los de ETA, los mismos sobre los que pesan cientos de asesinatos (300 de ellos sin esclarecer y que probablemente quedarán así ante la nula voluntad de la banda de aportar los datos necesarios). De ellos, 22 eran niños. La mayoría murió por el simple hecho de ser hijo de un guardia civil o un policía. Al menos diez de sus asesinos están todavía en prisión.
El asunto de los presos, que el Gobierno, con buen criterio, se niega a negociar con la banda a cambio de un «desarme» –si nos remitimos a casos parecidos no dejará de ser una pantomima–, se ha convertido en un auténtico problema para Batasuna, hoy representada por Bildu, Amaiur y Sortu. Lejos de asumir que los que negociaron el «proceso» en la anterior legislatura (nacionalistas, socialistas y proetarras) se equivocaron en sus estimaciones, pretenden ahora que el Gobierno pase por el aro, por lo que ejercerán todo tipo de presiones.
Sin arrepentimiento
Lo que no deberían ignorar los que apoyan la convocatoria es que, al prestar su firma para la campaña de los proetarras, están apoyando a peligrosos asesinos, que no se han arrepentido de ninguno de sus crímenes, ni siquiera de aquellos en los que las víctimas eran niños.
De los 22 menores asesinados por ETA, aún se desconoce la autoría de varios de ellos, como es el caso de la primera, María Begoña Urroz Ibarrola, de año y medio de edad, asesinada en San Sebastián, en junio de 1960; o María del Coro Villamudria Sánchez, de 17, asesinada también en la capital donostiarra el 15 de abril de 1991. Iba en el coche, que conducía su padre, policía nacional, junto a sus tres hermanos. Antes de que el agente pudiera mirar si había una bomba, el artefacto hizo explosión.
El 23 de marzo de 1980, murió en Azcoitia (Guipúzcoa) el niño José María Piris, de 13 años. Golpeó con la pierna un paquete que había en la calle (se había desprendido de los bajos del coche de un guardia civil). Contenía una bomba y se produjo la explosión. Entre los condenados por este crimen figura uno de los pistoleros más sanguinarios de la banda, Jesús María Zabarte, alias «Garratz», del «comando Donosti».
Alfredo Aguirre Belascoin, de 13 años, murió en Pamplona el 30 de mayo de 1985, en el mismo atentado en el que fue asesinado un policía. Los terroristas, que ya se encuentran en libertad, accionaron la bomba pese a que vieron perfectamente que el niño podía ser alcanzado por la explosión.
Daniel Garrido Velasco, de 14 años, era hijo del gobernador militar de Guipúzcoa, el general Garrido. Los etarras José Antonio López Ruiz, «Kubati», y José Miguel Latasa, «Fermín», que viajaban a bordo de una moto, colocaron una potente bomba en el techo del coche, lo que causó la muerte del militar, su esposa, su hijo y una transeúnte.
Hipercor y Zaragoza
El atentado de Hipercor, el 19 de junio de 1987, se llevó por delante la vida de cuatro niños, que se encontraban en ese momento en los grandes almacenes con sus padres para hacer las compras de cara a la época estival. Sonia Cabrerizo Mármol, de 15 años; su hermana Susana, de 13; Silvia Vicente Manzanares, también de 13 años; y su hermano Jorge, de 9, fueron las víctimas infantiles de las 21 causadas por ETA ese día. Los autores fueron Domingo Troitiño, Josefa Ernaga y Rafael Caride. Este último va ahora de arrepentido, pero el día del múltiple asesinato no tuvo ningún reparo en cometer la masacre.
Unos meses después y con el fin de acreditar que estaban dispuestos a cometer las mayores atrocidades, el «comando Argala», que dirigía Henri Parot y que estaba integrado por etarras franceses, hizo estallar un coche bomba contra el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. De las 11 víctimas mortales, varias eran menores: Silvia Pino Fernández, de siete años; Silvia Ballarín Gay, de seis; Rocío Capilla Franco, de 12 años; Pedro Alcaraz Martos, de 16; y las gemelas Esther y Miriam Barrera Alcaraz, de tres.
Este mismo «comando» perpetró, el 23 de noviembre de 1988, un atentado contra la Dirección General de la Guardia Civil, en Madrid, en el que murió el niño Luis Delgado Villalonga, de tres años.
El «comando Barcelona», con una nueva formación, fue el autor del atentado contra la casa cuartel de la Benemérita en Vic (Barcelona). Los terroristas Monteagudo, Erezuma (ambos muertos en un enfrentamiento posterior con la Guardia Civil) y Zubieta lanzaron el coche bomba al interior del cuartel a sabiendas de que en el interior jugaban decenas de niños. Fallecieron María Cristina Rosa Muñoz, de 14 años; María Dolores Quesada Araque, de 8; Ana Cristina Porras López, de 10; Vanesa Ruiz Lara, de 11; y Francisco Díaz Sánchez, de 17. Fabio Moreno, de dos años, murió en Erandio (Vizcaya) el 7 de noviembre de 1991 al hacer explosión una bomba que los terroristas, al frente de los que se encontraba Juan Carlos Iglesias Chouzas, «Gadafi», introdujeron en el interior del coche de su padre, un policía nacional. Un nuevo atentado contra una casa cuartel de la Guardia Civil, en este caso el de Santa Pola, el 4 de agosto de 2002, costó la vida a Silvia Martínez, de seis años. El «comando» estaba integrado por Andoni Otegui y Oscar Celarain.
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