El desafío independentista

La misma lista negra

La Razón
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Dice Bergson que el tiempo o es invención o no es nada en absoluto. No es mala reflexión para eliminar, al comienzo del año, las ridículas ensoñaciones de cambios bruscos que conducen a la frustración. Los grandes cambios son siempre silenciosos, lentos, casi imperceptibles. Este año es la continuación del anterior. Nos trae las mismas facturas, parecidas ilusiones y los mismos quebraderos de cabeza. Los españoles, consecuentemente, tienen hoy las mismas preocupaciones que el año pasado. Les irrita, sobre manera, lo que pasa en Cataluña. No aguantan la matraca catalana. Y uno se acuerda de Flaubert: «El futuro nos tortura, y el pasado nos encadena. He aquí por qué se nos escapa el presente». Lo de Cataluña sólo se arreglará por cansancio, con el paso del tiempo y la eliminación política de los principales implicados. Hay que esperar a que pasen dos o tres generaciones. En eso de esperar Rajoy juega con ventaja sobre Arrimadas o Puigdemont. Por lo demás, el paro, la precariedad en el empleo, la corrupción –algo más amortiguada últimamente–, los efectos perniciosos de la crisis sobre las clases medias, el oscuro futuro de los jóvenes y el descrédito de la clase política, que sigue sin levantar cabeza, completan la lista negra de las preocupaciones de la gente. Lo de siempre.