Podemos
La «podemitis» de la izquierda abertzale
Cambia de estrategia y promoverá «mil cafés» ante el avance de la formación de Pablo Iglesias
La izquierda abertzale está con la mosca detrás de la oreja ante el avance de Podemos en el País Vasco y Navarra. Descartados contactos o coaliciones entre ambas formaciones, los de Sortu han optado por imitar a sus competidores y han diseñado una «vía vasca» que consiste, entre otras cosas, en la celebración de círculos de opinión en «mil cafés», como fórmula de acercamiento al electorado.
En las últimas elecciones al Parlamento Europeo, Podemos obtuvo en el País Vasco y Navarra casi 72.500 votos, muchos de ellos «robados» de los feudos de la izquierda abertzale. Sus dirigentes, a la vista de las últimas encuestas, saben que la fuerza de Podemos ha crecido y que puede convertirse en un problema en próximos comicios.
La estrategia de la izquierda abertzale, presentada recientemente en Bilbao por Sortu, el sindicato LAB y las juventudes de Ernai, consiste en una «vía vasca» hacia la soberanía.
Lo importante, por lo que respecta a la imitación de la estrategia de Podemos, es que anunciaron que será presentado a las bases de la izquierda abertzale en barrios y pueblos para su debate. También será remitido con Colectivo de Presos Vascos (EPPK).
Sin hacer referencia a la formación que lidera Pablo Iglesias, los portavoces señalaron que «el reto consiste en ofrecer vías prácticas para desatar los nudos de la unidad territorial. El nuestro tiene que ser un planteamiento flexible y que se pueda ir adecuando, pero carente de toda ambigüedad». En el acto intervinieron Maialen Etxeberria, portavoz de Ernai; Hasier Arraiz, presidente de Sortu; y la secretaria general de LAB, Ainhoa Etxaide.
El primer punto consiste en la «unilateralidad» ante la constatación de que «los estados no quieren solución democrática alguna». Esa unilateralidad chocará «antes o después» en una «confrontación democrática» con «las legislaciones española y francesa».
Conscientes de que no pueden conseguir nada sin la implicación de los militantes de base, algunos de los cuales ya han desertado para apuntarse a formaciones más a la izquierda, los portavoces señalaron que «para obtener éxito en ese reto será necesario conseguir en el terreno de la activación popular sinergias y niveles de adhesión desconocidos hasta ahora». «La activación popular es el garante de la confrontación democrática y la unilateralidad. Sin activación popular no podemos desarrollar como es debido los otros dos pilares», reconocieron ante el avance de Podemos.
Con su habitual lenguaje ampuloso, subrayaron que la izquierda abertzale se reafirma en la necesidad de «una alianza política sólida, así como una alianza sindical y social. Es indispensable impulsar un trabajo compartido de carácter táctico, y en la medida de lo posible estratégico, tanto en las instituciones como en otros terrenos». Entre ellos citaron la defensa de los derechos sociales de la ciudadanía, el idioma y la cultura, el sistema educativo, los símbolos nacionales o la territorialidad. Enfatizaron que «Euskal Herria llegará a ser una entidad política porque la ciudadanía así lo desee y así lo decida. La ciudadanía tiene que decidir y su voluntad tiene que ser respetada».
La izquierda abertzale ya sufrió una sonora escisión cuando surgió Ibil («caminar», en euskera). Acusaban a los de Sortu y Bildu por actuar de manera «dictatorial», por «amarrarse a la poltrona», así como por tratar de «dinamitar» el colectivo de presos y de «aplastar» a las juventudes del MLNV (Movimiento de Liberación Nacional Vasco).
La escisión se produjo antes de las elecciones europeas, en las que Podemos obtuvo los 72.500 votos, y esto ha debido hacer reflexionar a los dirigentes de la izquierda abertzale en el sentido de que lo mejor es empezar a tomar cafés, aunque sean mil, con sus bases, antes de que el desastre sea imparable.
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