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La política se mira en Zarzuela: «Han sido un ejemplo»

En el funeral de Adolfo Suárez, donde coincidieron los ex presidentes, ya todos sabían que Don uan Carlos abdicaría
En el funeral de Adolfo Suárez, donde coincidieron los ex presidentes, ya todos sabían que Don uan Carlos abdicaríalarazon

Parece que no ha pasado un año desde aquella gran sorpresa. Así lo piensan muchos políticos que vivieron de cerca la noticia inesperada de la abdicación del Rey Don Juan Carlos, quienes ya estaban al tanto, como Mariano Rajoy, Alfredo Pérez Rubalcaba y Felipe González, y los que no lo sabían, como Josep Antoni Durán Lleida o Íñigo Urkullu. Al margen de fervores monárquicos, todos coinciden en que el proceso se desarrolló de una manera ejemplar, a pesar de algunas lagunas legales que fueron pronto subsanadas. Y que la decisión de don Juan Carlos fue un hecho trascendente en un momento de baja imagen de la Monarquía, que ha contribuido a una regeneración y aumento de la popularidad de la Corona. La conmoción que supuso aquel secreto celosamente guardado, en un país de filtradores, rumores y cotillas, ha sido asimilada por completo y bien superada por su hijo, el actual Rey Felipe VI.

Es la opinión unánime de los dirigentes políticos de aquellos días que tuvieron, cada uno en su puesto, un papel diferente. A Mariano Rajoy le tocó el solemne anuncio de la noticia. A las 9:30 horas del 2 de junio los periodistas que habitualmente cubren la información de Moncloa fueron urgentemente convocados. Todas las cábalas iban por algún anuncio electoral y nadie sospechaba ni por asomo el bombazo de la noticia. El presidente del Gobierno leyó una breve declaración y puso en marcha los mecanismos constitucionales que cristalizaron en la ley orgánica votada en el Congreso el once de junio.

Rajoy, que conocía los planes del Monarca, no tiene dudas: Don Juan Carlos ha sido un Rey excepcional, motor del cambio, símbolo de la unidad de España y su mejor embajador en el mundo. De la misma opinión es Alfredo Pérez Rubalcaba, entonces secretario general del PSOE. Ambos habían pasado por La Zarzuela y estaban al tanto de la decisión.

Rafael Spottorno, en ese momento jefe de la Casa del Rey, había coordinado los detalles con el presidente del Gobierno y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. A ella la informó el propio Mariano Rajoy y fue la encargada de poner en marcha todo el mecanismo legislativos que hizo con extraordinaria agilidad. Aquel 2 de junio Rajoy estaba en su despacho de Moncloa, acordó con Spottorno su declaración institucional, previa a la del propio Don Juan Carlos, que se produjo tres horas después. El presidente llamó por teléfono a Rubalcaba, que se encontraba en su despacho de la calle Ferraz, y la vicepresidenta comunicó la noticia a los presidentes autonómicos y a Durán Lleida, de viaje en Roma. A excepción de Rubalcaba, que conocía la abdicación, todos se quedaron de una pieza y dieron instrucciones a sus portavoces parlamentarios para colaborar en el proceso. El respeto fue la tónica dominante, a excepción de los diputados de Izquierda Plural, ERC y Amaiur, que montaron sus soflamas republicanas.

El ex presidente Felipe González también estaba al tanto y tuvo varias conversaciones con Don Juan Carlos. Reconoce que siempre mantuvo una relación magnífica y personal con el Rey. Ambos son de la misma generación, con un carácter similar y para nadie es un secreto que ha sido el Jefe del Gobierno más cercano al Monarca. «El Rey no tiene amigos, pero Felipe casi lo era», dice uno de los colaboradores regios de aquella época. Con José María Aznar la empatía no era tanta, pero la colaboración institucional fue impecable. Lo mismo sucedió con Rajoy, y en el equipo de Zarzuela que trabajó con Don Juan Carlos aseguran que la colaboración con ambos fue «muy profesional». Transcurrido un año, todos ellos lo tienen claro: La abdicación fue un acierto que fortaleció y regeneró la Monarquía.

Para la inmensa mayoría de los políticos, los treinta y nueve años de reinado de Don Juan Carlos arrojan un balance «enormemente positivo». Su talante democrático, el olfato para lidiar con la clase política, su defensa de la unidad de España y su pluralidad, el respeto a las instituciones y su enorme prestigio en el extranjero son incuestionables. «Ha reinado con sensatez, cordura y cercanía», opinan. Y tuvo claro que, tras los últimos acontecimientos a raíz de su accidente en Botswana, la Monarquía necesitaba un cambio. Acometió el proceso histórico de la sucesión «con sentido de Estado y gran generosidad», afirman. Así opinan también la mayoría de los presidentes autonómicos, aunque con matices en el ámbito nacionalista.

Así, mientras Artur Mas siempre piensa que el cambio de rey «no impedirá el proceso catalán», el lendakari, Íñigo Urkullu, lo deslinda y destaca «la sensibilidad de Don Juan Carlos» con el País Vasco. La andaluza Susana Díaz elogia sin fisuras la figura de Don Juan Carlos y recuerda cómo el PSOE, a pesar de su tradición republicana, respeta profundamente la Corona. En cuanto al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, cree que la abdicación «abrió una nueva etapa política y democrática en España». Todos opinan que en la regeneración de las instituciones «la Zarzuela ha dado todo un ejemplo». Nadie discute la figura de Don Juan Carlos, a excepción de partidos radicales como ERC y Compromís que insisten en un referéndum sobre la Monarquía.

«Quién diría que ha pasado un año», dicen en el PP y el PSOE, para señalar la normalidad y transparencia en la sucesión y actuación de Felipe VI. El anterior Rey no tuvo un final feliz y sufrió sucesivos problemas de salud. «El único que tenía el puesto asegurado de por vida fue el primero en dar ejemplo, quitarse de en medio voluntariamente y dar paso a la nueva generación», apuntan dirigentes populares y socialistas. Todos destacan el comportamiento de Don Juan Carlos, al no eclipsar para nada a su hijo y restarle protagonismo. Aquel 2 de junio, el entonces Príncipe Felipe estaba en El Salvador en la toma de posesión del nuevo presidente del país, Sánchez Cerén. Don Felipe conocía la noticia desde hace tiempo y regresó ese mismo día a Madrid. Curiosamente, la Reina Letizia, que también lo sabía, acaba de realizar su primer viaje de cooperación en solitario a El Salvador.

Los doce meses transcurridos arrojan una excelente valoración de la Corona y una recuperación de la imagen de Don Juan Carlos, además de su excelente forma física. Para Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, «ha demostrado un compromiso inquebrantable con la democracia y mucha generosidad». De la misma opinión es Durán Lleida, que siempre mantuvo muy buena relación personal con el anterior Rey y destaca los numerosos viajes del nuevo Monarca a Cataluña. Todos opinan que la Monarquía ha recuperado «prestigio y modernidad». Ha pasado un año y todos coinciden en que Don Juan Carlos «ha sido un gran Rey y un ejemplo para su sucesión». En palabras de su hijo Felipe VI, a la Corona, los nuevos tiempos, le pillan con la renovación y los deberes bien hechos.