PSOE
La «resurrección» de Díaz: de su gran derrota al cálculo electoral
«Pedro tendrá el poder interno, pero Susana tiene el liderazgo», reivindican los afines a la presidenta
«Pedro tendrá el poder interno, pero Susana tiene el liderazgo», reivindican los afines a la presidenta.
El Paleolítico. Con este periodo prehistórico asimila Susana Díaz las primarias del PSOE que certificaron su derrota interna y cegaron su salto a la arena nacional. Del Paleolítico hace solo un año, 12 meses que Pedro Sánchez y la presidenta andaluza han transitado por caminos separados y de escasa confluencia, bajo la premisa del pacto de no agresión. Tras el fracaso, la presidenta se recluyó en su cuartel general, evitó emitir mensajes en frecuencia nacional y dedicó «toda su energía y toda su fuerza en cuerpo y alma a Andalucía». Una suerte de bálsamo o un salvavidas al que agarrarse. Quienes la conocen confiesan que las primarias supusieron un punto de inflexión: «Fue un palo muy duro y, aunque salió tocada, ahora es más humilde, mas receptiva». De hecho, reconocen, los hay que sintieron «alivio» cuando perdió, porque eso significaba que se quedaba en Andalucía. Aunque desde el PSOE andaluz oficialmente se predica el «respeto absoluto» a la labor de la actual dirección, «que es quien tiene que dirigir el ámbito interno», y se muestra la disposición a «arrimar el hombro para lo que haga falta», lo cierto es que en privado varios cargos reconocen que «de Despeñaperros para arriba la responsabilidad es de Pedro y a ellos que no les rindan cuentas». «Pedro tendrá el poder interno, pero Susana tiene el liderazgo», aseguran. Un poder que todavía no ha testado en la calle.
Las distancias existen y se marcan. «No me negarás que el PSOE andaluz es un partido fuerte y ganador de elecciones», comentaba un dirigente a este diario tras la publicación del CIS que certificaba el «sorpasso» de Ciudadanos a los socialistas y, lo que es peor, la desconfianza del 59,9% de los votantes del PSOE hacia Sánchez. En contraposición, la presidenta maneja encuestas que le otorgan buenos resultados en unas eventuales elecciones. Los socialistas andaluces mantendrían con solvencia la primera plaza y sus rivales directos a izquierda y derecha, Unidos Podemos y PP, respectivamente, se desplomarían. Ciudadanos sostiene el impulso catalán y crecería, pero no suma con los populares, por lo que su aliado natural seguiría siendo el PSOE. Estos buenos datos, así como el revulsivo que supondría una victoria en las urnas para la marca y su liderazgo personal, han dejado volar la ficción de un posible adelanto electoral en Andalucía. Esta corriente de opinión, impulsada por la oposición, ha sido desmentida por la propia Díaz y su entorno, que señalan que necesitaría un «argumento contundente» para romper con Ciudadanos y convocar elecciones, después del precedente de Izquierda Unida en 2015.
No obstante, la presidenta sigue deshojando la margarita ante la conveniencia o no de adelantar los comicios. Todo pende del hilo del acuerdo presupuestario: si se aprueban las cuentas las elecciones serán en marzo; si Ciudadanos no transige y rompe la baraja, el PSOE tendrá la coartada perfecta para promover un adelanto técnico en otoño –octubre o noviembre–. Aunque Díaz orientó su intervención en el debate general sobre Andalucía de hace diez días en deslegitimar el «rumor sin fundamento» de unos comicios anticipados, lo cierto es que en su discurso hubo cierto regusto a campaña. La presidenta no ahorró en guiños a la izquierda e incluso soltó lastre con Ciudadanos, señalando que ella «no tiene socios preferentes». La ristra de medidas que anunció, y para las que prácticamente no hay margen de maniobra de ejecución, se antojaron más bien una suerte de programa electoral que una declaración de intenciones. Los socialistas andaluces ya dan por sentado que la formación de Albert Rivera ni siquiera se sentará a negociar las próximas cuentas y dinamitará cualquier opción de acuerdo.
No obstante, en la vida interna del PSOE todavía colean los frentes de las primarias –con la falta de integración de los otrora susanistas– y una advertencia: «A Andalucía que no la toquen mucho que es quien sustenta electoralmente al partido».
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