CiU
La sucesión de Mas se complica
Pocos dudan de que Artur Mas afronta su último mandato como presidente de la Generalitat y líder de CiU. El propio Mas lo anunció con cierta ambigüedad antes de liquidar la última legislatura. No volverá a presentarse, dijo, a unas elecciones –ya ha concurrido como cabeza de lista en cuatro ocasiones– si Cataluña logra este mandato sus «objetivos nacionales»(la consulta de autodeterminación). Lo cierto es que su figura quedó muy tocada después del último resultado electoral, ya que retrocedió 12 escaños, situándose muy lejos de la mayoría absoluta que había reclamado. Ante el presumible adiós de Mas, el inevitable debate sobre la sucesión no tardará en abrirse. Llegado este caso, uno de los nombres que siempre han sonado con más fuerza es el de Oriol Pujol, ahora número dos de CDC como secretario general. Pero sus opciones quedarán muy dañadas, sino anuladas, en el caso de que la Justicia decida imputarlo. Ante la hipótesis de que Pujol pueda sentarse en el banquillo, el otro argumento en su contra (que Convergència se asemeje a una dinastía por designar sucesor a un hijo del patriarca) queda reducido a anécdota. Con Mas amortizado y con Oriol Pujol fuera de juego, se abren dos opciones: pensar que se puede exprimir a Mas por quinta ocasión o dejar las riendas de CiU a una tercera persona que nadie acierta a señalar. El peso político de figuras como Francesc Homs –mano derecha de Mas en la Generalitat– y de Josep Antoni Duran Lleida no se puede ignorar, pero ambos tienen dificultades. El primero carga sobre sus espaldas con una última campaña electoral ruinosa y el segundo es el líder del socio minoritario de CiU, un hándicap enorme.
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