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Lección de democracia de Rajoy: «Creo en Cataluña más que ustedes»

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, defendió la permanencia de Cataluña en España y garantizó: "Soy y seré el presidente de todos los españoles", tras lo que ha insistido en que "juntos ganamos todos y separados, todos perdemos".

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante su intervención en el pleno del Congreso
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante su intervención en el pleno del Congresolarazon

El presidente del Gobierno garantiza en el Congreso: "Soy y seré el presidente de todos los españoles".

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, apeló con contundencia a la Ley, pero también hizo política, para responder ayer a los «comisionados» del Parlamento catalán que defendieron en el Congreso la transferencia de la competencia exclusiva del Estado para poder convocar un referéndum de autodeterminación. Un contundente discurso, en el que ignoró la ausencia del presidente de la Generalitat, Artur Mas, y con el que se dirigió al pueblo catalán como «presidente de todos» para defender con ardor las ventajas de la unidad de España y Cataluña y señalar en mayúsculas los riesgos y las consecuencias del proyecto de ruptura que lidera Mas.

En el plano legal, sus argumentos estaban tasados de antemano en la comunicación que el Gobierno había remitido al Congreso. Así, razonó que la Constitución no permite la cesión de lo que solicita el Parlamento de Cataluña porque el Estado debe conservar siempre la titularidad de sus competencias exclusivas para no dejar «a los ciudadanos, a sus derechos y a su igualdad desguarnecidos». «Si este Parlamento tuviera la potestad de transferir la titularidad de todas las competencias exclusivas, estas Cortes tendrían la potestad de liquidar la Constitución y el Estado mismo sin el concurso ni la aprobación del conjunto de los españoles», defendió.

Su segundo argumento legal fue que no es posible autorizar un referéndum cuyo propósito sea radicalmente contrario a la Constitución, desde el recordatorio de que la soberanía nacional corresponde a todos los españoles, y no hay soberanías regionales ni provinciales ni locales. Rajoy enfrentó a Mas con la fuerza de la Ley y se paró a contestar, uno a uno, a los grandes mantras en los que el nacionalismo sostiene ese discurso victimista con el que siguen animando la movilización ciudadana. Por ejemplo, al «votar es democrático» de los «enviados» del presidente de la Generalitat, Rajoy respondió que no bastan las urnas para que un acto sea democrático, porque además hace falta que se respete a la Ley. «La esencia de la democracia es el respeto a la ley. La esencia de la democracia es que todo, incluidas las votaciones, y todos, incluidos los parlamentos y los gobiernos, tienen que atenerse a las normas. Ser demócrata implica aceptar esa obediencia a la Ley», proclamó.

El «no» al referéndum de autodeterminación lo sostuvo en tres ideas centrales: la competencia que demandan no es transferible, el propósito para el que la solicitan no es conforme a la Ley y la autonomía no supone transferencia de la soberanía ni otorga la propiedad del territorio, sino la responsabilidad de gobernarlo de acuerdo con la Ley. «No es algo que podamos resolver el señor Mas y yo con un café. Aunque tomáramos 500, seguiría faltándonos lo que no tenemos: la potestad que la Constitución nos niega», explicó el presidente del Gobierno en un tono que cuidó para que sonase constructivo en todo momento, aunque también rotundo. A partir de ahí, el presidente entró en una labor de desmontaje del argumentario nacionalista que se sostiene en la supuesta «opresión insoportable» que sufre Cataluña. Una a una, negó las razones en las que justifican esa denuncia: no es verdad que se persiga la lengua catalana o que se asfixie su cultura; no es verdad que se pongan trabas al desarrollo económico ni que se torpedee su bienestar; no es verdad que no se les ayude en las dificultades o que se les aplique un trato discriminatorio respecto de otras comunidades; y no es verdad que en los países civilizados, cuando una región quiere apartarse, «le abran la puerta para que salga llevándose una porción del territorio común».

«No puede esgrimirse el derecho a separarse, como ocurre en algunas colonias, porque Cataluña en toda su historia jamás ha sido una colonia de nadie ni se incorporó a la Corona española como resultado de una conquista», añadió.

Frente a este relato en el que Artur Mas y ERC se envuelven, Rajoy defendió los siglos de historia en común de Cataluña y España; el autogobierno, sin precedentes, que Cataluña ha conseguido gracias a la Constitución; y la aportación de Cataluña al proyecto común. «Perdónenme la vanidad, pero tal vez yo creo en Cataluña más que ustedes. Al menos yo no me siento en la necesidad de demostrar a cada paso que Cataluña existe. Me consta que existe, que es uno de los puntales de nuestra patria, que no se entiende España sin ella, del mismo modo que resultaría incomprensible Cataluña sin el resto de España», espetó el presidente del Gobierno a la comitiva nacionalista. La tercera pata de su discurso fue el mensaje que dirigió a los catalanes sobre las consecuencias del proyecto independentista. «Diseñan un futuro idílico en el que todo sale bien y los inconvenientes no aparecen siquiera en la letra pequeña», reprochó a Mas y a sus socios. Rajoy sostuvo que la independencia empobrecería a Cataluña, la sacaría de Europa, del euro, de la ONU y de los tratados internacionales. «¿Han explicado ustedes a los catalanes que perderían todos los derechos que les corresponden en España como ciudadanos españoles, incluido el de la libertad de entrada y circulación en su propia patria y en todo el espacio europeo?», preguntó a los tres representantes del Parlamento catalán. Están ofreciendo «lo más parecido que se pueda imaginar a la isla de Robinson Crusoe» y, frente a eso, les animó a iniciar los trámites para una reforma de la Constitución. «Se les escucha y se les entiende muy bien, pero no se les puede reconocer lo que no tienen: no tienen razón», afirmó. Para concluir, el presidente reiteró su oferta de diálogo, dentro de los límites que exige la Constitución.